Actualizado 9:00 p.m., hora local

Amor a manos llenas para Teresita Fernández

MARIA ELENA ALVAREZ PONCE

Al encuentro de Teresita Fernández fueron hoy los niños, los chicos y los grandes, los de edad y esos a los que la magia de sus canciones torna de vuelta a la infancia, para juntos celebrarle a esa maestra que canta 80 diciembres de primaveras.

En el hogar de la trovadora, Premio Nacional de Música 2009, se reunieron cubanos de varias generaciones para testimoniar amor y gratitud a esta amiga de siempre, para mimarla y abrazarla fuerte, desearle larga vida y obsequiarle flores, versos y un poco de su propia medicina, esas composiciones suyas que alientan y curan, dijo la AIN.

Los niños me hacen vivir, aseguró Teresita, y ¡vaya que sí!, pues fue esta la única visita del día que logró apartarla de la cama y dejar para luego dolores y achaques, ilusionada y feliz de escuchar y hasta cantar alguna que otra estrofa de "Lo feo", "Dame la mano y danzaremos", "Vamos todos a cantar", "Tin, tin" y "Mi gatico Vinagrito".

He cumplido y estoy feliz, dijo con absoluta convicción la cantautora, nacida en Santa Clara el 20 de diciembre de 1930 y con una obra que ha vencido el paso inexorable del tiempo, los relevos generacionales y las tantas mudanzas, para trascender y perdurar en el imaginario de este pueblo, en el alma de millones.

Por eso, sin importar la edad, cuantos tocaron al mediodía de este lunes a la puerta de Teresita Fernández terminaron cantando a viva voz, maravillados incluso de recordar tan fácilmente letras que creían olvidadas, pero que están ahí, en el corazón, para alegría y consuelo del niño que somos o fuimos y que por siempre seremos.

Felicitaciones, y por partida doble, a esta cumpleañera y educadora, martiana confesa, cubana hasta el tuétano, apasionada, fiel y espiritual, que para adornar su morada eligió palanganas viejas antes que muebles caros y con muy pocas posesiones, como no sea esa música que es y reparte a manos llenas.

¡Felicidades, Teresita! y tranquila. Dentro de 100 años y más, todavía habrá quienes al ver un gatico sucio y flaquito lo nombren Vinagrito y, más aún, los que apuesten por la fórmula del amor triunfante para mudarle el color a la tristeza y descubrir la belleza en todas partes.

 

| Portada  | Nacionales | Internacionales | Cultura | Deportes | Cuba en el mundo |
| Comentarios | Opinión Gráfica | Ciencia y Tecnología | Consulta Médica | Cartas| Especiales |

SubirSubir