Estudiantes de música electroacústica de Cuba y Estados Unidos
hicieron el estreno mundial de la obra Nuestro Tiempo, en homenaje
al maestro Juan Blanco, en el teatro del Museo Nacional de Bellas
Artes.
Bajo la dirección artística de Neil Leonard, jóvenes de la
prestigiosa Academia de Música Berklee, de la ciudad de Boston,
laboraron junto con alumnos del Estudio Carlos Fariñas de Arte
Electroacústico Musical, perteneciente a la Cátedra de Composición
del Instituto Superior de Arte (ISA) y a las facultades de Danza y
Artes Plásticas.
Ese intercambio durante unos días fue posible también gracias al
Laboratorio Nacional de Música Electroacústica de Cuba, fundado por
Blanco.
Leonard dedicó el concierto, en la noche del viernes, a quien
considera su mentor, a este pionero de la música electroacústica en
la Isla, para el cual era esencial la comunidad, no sólo la de su
ciudad y país, sino la del mundo, expresó.
Dijo que por los puentes que el homenajeado ayudó a tejer, cruzan
hoy él y sus alumnos así como también artistas cubanos que han
actuado en Estados Unidos, y subrayó que esperaba que este primer
paso dé lugar a una futura colaboración.
El compositor Juan Piñera manifestó que este encuentro es un
símbolo de amistad, que también dedicaban a otro compositor pionero,
Carlos Fariñas, y elogió la posibilidad de que artistas de ambas
naciones creen una unión en las artes y la espiritualidad.
La representación estadounidense se denomina Ensamble Berklee
Interarts y la integran aventajados alumnos de los últimos años de
la academia, con una propuesta innovadora que han presentado en
varios escenarios del mundo.
La pieza Nuestro Tiempo alude a la sociedad cultural homónima,
fundada en Cuba a fines de los años 50 del siglo XX, entre cuyos
miembros sobresalió la vanguardia de los creadores de las artes y
las letras en aquella época.
La obra creada por los jóvenes de ambas naciones se destacó por
la plena armonía al mezclar los tambores batá y los cantos de
ascendencia yoruba con las reverberaciones, chirridos, borboteos y
ese increíble mundo sónico creado mediante computadoras y
sintetizadores.
Entre las propuestas sobresalió la pieza audiovisual Cavilaciones
nocturnas, de Ariannys Mariño y Mauricio Abad, que combinó con tino
los sonidos con unas fantasmagóricas sugerencias de una inquietante
floración.