La
región central cubana, entre otros muchos elementos culturales que
la caracterizan y distinguen, cuenta con un numeroso grupo de
pintores frescos y espontáneos, osados y soñadores, que han dotado
de un mundo maravilloso al arte de la Isla.
Como acción complementaria al Salón Nacional de Arte Naïf, y
convocado por el Consejo Nacional de las Artes Plásticas, se
presenta la muestra De Monte y Wayacón, en la galería Mariano
(15 entre C y D, Vedado), donde la Casa de las Américas alberga su
fabulosa colección de arte popular latinoamericano. Se trata de
mostrar la obra de dos artistas cienfuegueros que con poéticas bien
diferenciadas han plasmado sus alucinaciones pictóricas.
En el caso de José de Jesús Montebravo (Cienfuegos 1953 - 2010)
se aprecia la evolución, su trayectoria: lo que en un inicio fueron
plasmaciones de mujeres y gallos en medio de colores intensos devino
una especial fauna dibujada sobre una superficie cromáticamente
ceñida.
El dato folclórico se desliza con recato en cada composición, a
medio camino entre la anécdota y la metáfora, lo cual le confiere un
grado de artisticidad auténtica.
Las obras de Wayacón, Julián Espinosa Rebollido
(Cienfuegos,1941), ejecutadas sobre los más disímiles soportes, son
una explosión de colorido e ingenio. Toda tela, prenda u objeto
resulta soporte adecuado para este infatigable artista, de obra
poblada de historietas y personajes, conocidos o imaginados, pero
presentados con el desenfado que permite a su creador narrar a
través de ellos el más variado anecdotario.
Largo y afanoso ha sido el camino recorrido por este artista, que
desde muy joven dominó el oficio de la carpintería en medio de una
familia de vocación marinera. En los primeros tiempos, Wayacón solía
recoger ramas y pedazos de madera arrojados por el mar para
reinventar sus historias.
Sila Quintana se afanó en el trabajo curatorial, con la
colaboración de Ruby Rodríguez y Vilma Chaviano, para hacer una
acertada selección de las piezas presentadas, de Montebravo,
provenientes de instituciones cienfuegueras y colecciones privadas,
y cribar las de Wayacón bajo el criterio de la decantación más
estricta.
Quizás sea el momento de recordar cómo Cienfuegos, hacia la
medianía del pasado siglo, vio nacer la obra de otros dos
importantes artistas ingenuos: Benjamín y Ñika Duarte, a la vera del
increíble Samuel Feijóo.