Nadie, ni un individuo ni un
país, puede darse el lujo de gastar más de lo que tiene. Parece algo
elemental, pero no siempre pensamos y actuamos en consecuencia con
esa realidad insoslayable.
Para tener más, hay que partir de producir más y con sentido de
racionalidad y eficiencia, de forma que podamos reducir
importaciones, en primer lugar de alimentos que se dan aquí, cuya
producción nacional está aún lejos de satisfacer las necesidades.
Estamos ante el imperativo de hacer producir más la tierra...
para lograr este objetivo habrá que introducir los cambios
estructurales y de conceptos que resulten necesarios.
[...] Insisto en que no habrá soluciones espectaculares. Se
necesita tiempo y sobre todo trabajar con seriedad y sistematicidad,
consolidando cada resultado que se alcance, por pequeño que sea.
Otra fuente casi inagotable de recursos —si tenemos en cuenta
cuanto malgastamos— está en el ahorro, sobre todo, como ya dijimos,
de combustibles, que alcanzan precios cada vez más prohibitivos y es
difícil que bajen.
Esta es una tarea de significado estratégico que no siempre
cuenta con la atención necesaria y aún no se frena el despilfarro.