El
teatro San Carlo vibró en un aplauso interminable, como una ofrenda
depositada a los pies de la prima ballerina assoluta cubana Alicia
Alonso, con un público que rindió tributo a sus 90 años
inderrotables.
La sala, el martes último, era un hervidero humano y, en medio de
ella, otra gran diva de la danza, la italiana Carla Fracci, se
inclinaba en una reverencia profunda para recordar cómo conoció a
esa leyenda viva que es Alonso, como la identifican los críticos,
reporta Prensa Latina.
Yo me inclino ante su grandeza. Gracias, Alicia, le dijo. En la
danza no podemos mentir porque es fruto del trabajo cotidiano, es
algo muy personal lo que ella puede decir con un gesto, ella es la
maestra, es el estilo.
El homenaje se inició con un recuento del paso de la directora
del Ballet Nacional de Cuba por este importante coliseo fundado en
1737, el recuerdo de su actuación en esta misma sala en 1953 con el
American Ballet Theatre y el montaje de su versión de Giselle para
el San Carlo, en 1981, todos momentos memorables en su carrera.
Alonso dialogó con los jóvenes que colmaron el teatro, a cuyo
Museo donó un par de zapatillas de punta de su colección privada,
fotos de su interpretación de Giselle y El lago de los cisnes,
libros y folletos relacionados con su vida y obra e imágenes de
actuaciones imperecederas.
A la velada asistieron, entre otras personalidades, la embajadora
de Cuba en Roma, Carina Soto, y Giuliano di Celmo, padre del joven
víctima de un acto terrorista perpretado contra la isla, cuya vida
inspiró una coreografía de Alonso, Elegía por un joven, Fabio di
Celmo in memorian, de estreno aquí.
Una vez más ella reinó en Nápoles, al conjuro de su arte. A los
90 todavía baila. Lo hace en la continuidad de los bailarines que
suben a escena.