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Cruceros bloqueados y terminales vacías
Lourdes Pérez Navarro
lourdes.p@granma.cip.cu
Cuatro años atrás, en octubre del 2006, el buque Holiday Dream,
propiedad de la compañía española Pullmantur Cruceros, desembarcó en
Jamaica a más de 50 tripulantes cubanos. Ya no podían trabajar más a
bordo, por ser ciudadanos de la mayor de las Antillas. Ni podría la
embarcación tocar —como tenía previsto— la terminal de cruceros del
puerto de La Habana. El Holiday Dream acababa de ser comprado por la
compañía norteamericana Royal Caribbean.
 De
no existir el bloqueo, la terminal de cruceros de La Habana pudiera
recibir ocho escalas de buques semanalmente. A pesar de las
condiciones de sus instalaciones, está subutilizada.
De esta manera, Pullmantur Cruceros ponía punto final a un
contrato con la Empresa ARIES Transportes S.A., perteneciente al
Ministerio del Transporte, en el que se acordaba que entre noviembre
del 2004 e igual mes del 2007, el Holiday Dream realizaría 52
escalas anuales en la terminal de cruceros habanera y tocaría
también Punta Francés, en el municipio especial Isla de la Juventud.
La Habana servía, además, de puerto madre; era el lugar donde se
hacían los cambios de pasajeros y el avituallamiento del buque con
combustible, agua y mercancías.
Solo durante el año 2005, las escalas de la embarcación española
aportaron ingresos a la economía nacional por más de 15 millones de
dólares.
También el buque Costa Playa, perteneciente a la compañía
italiana Costa Crociere, que hacía periódicas escalas en la Isla,
corrió igual suerte. Al ser comprada por los norteamericanos,
inmediatamente canceló los contratos con la entidad cubana.
A los buques Holiday Dream y Costa Playa, a pesar de tener
pabellones de distintas nacionalidades, los une un común
denominador: el alcance extraterritorial —violatorio de los
principios del Derecho Internacional— de las leyes del bloqueo,
particularmente la Ley Torricelli.
Esta legislación aprobada por el gobierno de los Estados Unidos,
que recrudece el bloqueo económico impuesto contra nuestra nación,
sanciona a los buques de cualquier país que arriben a puertos
cubanos con la prohibición de tocar los norteamericanos por un
periodo de seis meses.
Si tenemos en cuenta que el 98% del tráfico de cruceros en la
región del Caribe es controlado por la industria estadounidense, y
el 70% de estas embarcaciones opera teniendo a la Florida como
puerto madre, se puede estimar cuánto obstaculizan entonces las
leyes del bloqueo el desarrollo del crucerismo en el archipiélago
cubano.
ÓPTIMAS INSTALACIONES SUBUTILIZADAS
Desde el año 1995 el país cuenta con instalaciones especializadas
para la operación de buques cruceros en los puertos de La Habana,
Santiago de Cuba y Cienfuegos, y otra acondicionada para escalas de
playa en Punta Francés, en el municipio especial de la Isla de la
Juventud.
Hace algo más de dos años, al recorrer la terminal de cruceros
Sierra Maestra, ubicada en el puerto habanero, el señor Efthimios E.
Mitropoulos, secretario general de la Organización Marítima
Internacional (OMI), valoró positivamente sus condiciones.
"Tiene facilidades para operar, sin demoras en el servicio y con
las condiciones de seguridad exigidas por la OMI"; tales fueron sus
consideraciones publicadas en las páginas de este diario.
Se refería a una moderna instalación "certificada por el Código
de Seguridad Internacional para recibir los buques eficientemente y
equipada para garantizar a los cruceristas servicios de Aduana,
Inmigración, tiendas, Cadeca, elevadores, áreas de parqueo, servicio
de montacarga, maleteros y todos los que internacionalmente brindan
las terminales de cruceros", explicaron a Granma Mateo José
López Picos, director general de ARIES Transportes S.A., y Norberto
Pérez del Toro, director de Operaciones y Comercial.
De no existir el bloqueo —subrayaron— en nuestras terminales de
cruceros pudieran atracar en un año más de 1 000 buques, con un
tráfico aproximado de 1 200 000 pasajeros.
Según indicadores elaborados por la Asociación de Cruceros del
Caribe y la Florida, los ingresos para nuestra economía estarían en
el orden de los 125 millones 300 442 dólares anuales.
Sin embargo, estas capacidades se han utilizado en su mejor año
en no más del 10%, al arribar buques de compañías europeas. Esto fue
en el 2005, con la llegada de 102 440 cruceristas. Otros periodos
mostraron cifras notablemente inferiores; en el 2007, por ejemplo,
solo se recibieron 11 000 viajeros.
Miles de buques cruceros surcan cada año las aguas que rodean a
la mayor de las Antillas. Su posición geográfica, las condiciones de
sus puertos e instalaciones y la riqueza histórico-cultural de su
pueblo, constituyen cartas de triunfo para el desarrollo del
crucerismo. Pero existe el bloqueo. |