Un león de la estirpe de los Maceo y Grajales

MARTA ROJAS
marta.rr@granma.cip.cu

El 11 de octubre de 1868, un día después del alzamiento de Carlos Manuel de Céspedes en La Demajagua, José Maceo Grajales se inicia en las luchas por la independencia de Cuba y libra su primer combate en Ti Arriba. El joven José tenía 19 años de edad y había nacido el 2 de febrero de 1849.

La Editorial Abril acaba de reeditar luego de 35 años, la obra biográfica El General José Maceo, el León de Oriente, de Abelardo Padrón Valdés. Es de suponer que las organizaciones juveniles y estudiantiles y la Asociación Hermanos Saíz lo difundan a partir de ahora pues la editora del volumen, Lourdes Escalona Mariño, se lamentaba públicamente en el reciente Sábado del Libro de que en el acto que colmó de público los portales de la biblioteca Rubén Martínez Villena, para sorpresa de todos, apenas había unos pocos jóvenes. El autor elogió el denuedo con que Niurka Duménigo, directora de Abril, aplicó al colectivo para lograr la impresión.

Volviendo a algunos datos cronológicos que inician la obra, sorprenden otros hechos extraordinarios de José —solo cuatro años menor que Antonio—. Al mes siguiente del alzamiento, pelea en Ventas de Casanova y después en el colosal combate de El Cobre; al mes siguiente recibe la primera herida en el campo de batalla. Muy pronto es ascendido a cabo y el Conde de Balmaceda dicta una condena de muerte para José Maceo, cuando el joven mambí acaba de cumplir 20 años de edad. No habían transcurrido tres años desde el inicio de la guerra cuando fue ascendido a capitán y participa muy pronto en otro combate, junto a Antonio, frente a 4 000 hombres.

No cesan las acciones bélicas y aumentan las heridas en su cuerpo. Ya es comandante a los 26 años. En Mangos de Vigía, el 7 de agosto de 1877 le salva la vida al Titán de Bronce, el propio Antonio Maceo lo reconoce. Dice: "Vivo por mi hermano José (... )".

La guerra prosigue. Una década entera. El general Antonio protesta en Baraguá, pero José será confinado a los presidios de Chafarinas y después a Ceuta. De Chafarinas dirá: "Pasamos al barracón (... ) 96 pasos de largo por veinte de ancho, los medí infinidad de veces en mis paseos interiores. Allí en aquel cajón, con piso de tierra muerta, no halla el curioso nada que admirar". Pronto lo acompaña su hermano Rafael. En Ceuta, "el agua de mar se filtra por el pavimento y cuando el tiempo está algo tempestuoso, las olas avanzan hasta los cimientos".

Pero José se escapa de la cárcel con varios cubanos más, entre ellos dos mujeres y llega al Peñón de Gibraltar. Libra una guerra epistolar denunciando las arbitrariedades inglesas. Una verdadera guerra diplomática, según el historiador tan intensa que Marx y Engels se refieren a ella en carta que se cruzan. El tema llega al Parlamento inglés. El gobernador de Gibraltar es destituido. España presionada permite la fuga de José. Viaja a Argelia y las autoridades francesas le facilitan el regreso a América, vía París, Nueva York y Kingston... .

No les cuento el libro. La obra, escrita con economía de palabras, tiene unas 200 páginas y un pliego gráfico. Solo adelanto una anécdota acaecida en 1893, durante la estancia de nuestro héroe en Costa Rica, donde también se halla Antonio. Martí visita ese país y José se pone a su disposición. Tiene 44 años, es viudo y apuesto, se enamora de una mujer blanca y se casa. Ella quiere una foto de la boda, van al estudio juntos y el fotógrafo se niega a retratar a una pareja "dispareja", ¿cómo va a fotografiar a un negro y una blanca que dicen son esposos? José le responde indignado, "instantáneamente, sin un segundo de dilación, en la forma expedita que él tenía de resolver las cuestiones de honor, estampó tan soberbia bofetada al fotógrafo que cayó rodando por el suelo. Las piezas dentarias en número de tres quedaron fuera de su lugar (... ). Así era José Maceo".

El mismo que, según anotaciones de Fermín Valdés Domínguez, dijo cuando se enroló en la guerra del 95: "Solo Martí pudo sacarme de mi nido de amores, solo él que me obligó con su patriotismo y me sedujo con su palabra".

Libro hermoso y profundo. De su lectura se desprende, además, la vida de una sociedad y el amor filial y y la estirpe patriótica de los Maceo, partiendo del tronco firme de Marcos y Mariana.

 

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