A dos años de las elecciones
presidenciales, Francia parece abocada a definir su pulso político a
partir del duelo entre Gobierno y sindicatos en razón de agudas
discrepancias sobre reformas a la ley de retiros.
El asunto puede acercarse a su fin o desatar una explosión social
de impredecibles consecuencias. Los contrapunteos adquirieron en los
últimos días puntos diametralmente encontrados que no vislumbran
nada bueno.
La administración del presidente conservador Nicolás Sarkozy se
resiste a ceder en los dos capítulos más controversiales de las
reformas: la elevación de 60 a 62 años la edad de jubilaciones, y el
cobro de pensiones completas de 65 a 67 años.
Al mismo tiempo, el impopular ministro del Trabajo, Eric Woerth,
involucrado en el escándalo L Oreal por conflicto de intereses,
acentuó su discurso irónico respecto a la actitud de los gremios y
de los partidos de izquierda.
Woerth se esmeró en enviar señales confusas a la opinión pública
y a la vez minimizó las marchas populares que el sábado alcanzaron
los tres millones de personas, una cifra que la policía dejó en un
millón en la permanente guerra de estadísticas.
Francois Chéréque, secretario general de la CFDT pidió al equipo
de Sarkozy volver a la mesa de negociaciones, pero sin implorar.
Son los trabajadores y las calles, el sentir mayoritario del
pueblo francés. Es el Gobierno el responsable de la radicalización
del movimiento. Nosotros no somos negativos respecto a una reforma,
podemos sentarnos a conversar , recalcó.
Sin embargo, Chéréque, al igual que Bernard Thibault, máximo
dirigente de la CGT, subrayó que le toca al presidente de la
República suspender los debates en el Senado y permitir de nuevo el
diálogo.
La Unión por un Movimiento Popular (UMP) en el poder se muestra
inflexible, mientras el tono de las protestas se hace más intenso.
De forma paralela, comenzaron a ser visibles las muestras de
preocupación respecto a las reservas de combustible del aeropuerto
parisiense de Roissy Charles de Gaulle, que supuestamente durarán
hasta el martes próximo, fecha de la nueva huelga general.
Se trata de la principal terminal aérea de Francia, afectada al
igual que Orly y otros aeropuertos por el bloqueo a las 12
refinerías del país que mantienen cerradas los sindicatos en
protesta por el retraso de la edad de jubilación.
Orly cuenta con reservas que alcanzarían para continuar sus
operaciones varias semanas más. Un portavoz de Aeropuertos de París
(ADP) informó que el oleoducto que aprovisiona de carburantes a los
dos aeropuertos parisienses funciona de forma intermitente.
El panorama social apunta a severas afectaciones al transporte
público en los próximos días, los ferrocarriles hacia las regiones
de Francia y el exterior, correos, escuelas y aviación, entre los
más sensibles.