LAS TUNAS.— Aun cuando el grueso de la cuenca del Río Cauto se
asienta en territorios de Granma, Santiago de Cuba y Holguín, la
provincia de Las Tunas sigue acentuando el trabajo iniciado en la
década de 1990 para contribuir a la preservación y sostenibilidad de
esa extensa área, sobre la base de una interacción más armónica de
los procesos económico-productivos, sociales y demográficos con la
naturaleza.
Ese propósito ocupa a especialistas del Ministerio de Ciencia,
Tecnología y Medio Ambiente (CITMA), en cooperación con diversos
organismos, cuya actividad incide de forma directa o indirecta en
los más de 400 kilómetros cuadrados que abarca la subcuenca de El
Naranjo: una de las pertenecientes a la gran cuenca del Cauto.
Estudios de diagnóstico realizados en 1997 develaron riesgo por
salinidad, erosión y mal drenaje en la zona, baja productividad de
los suelos, deforestación, desfavorable nivel de precipitaciones,
problemas de contaminación en aguas interiores, síntomas de
deterioro en franjas hidrorreguladoras, entre otras adversidades.
No obstante, estadísticas del CITMA en la provincia reportan un
incremento del área boscosa en los últimos años al sumarse más de
800 nuevas hectáreas, gran parte de ellas directamente en fajas, con
la perspectiva de seguir incorporando acciones en 42 fincas
forestales concluidas dentro de la subcuenca.
A ello se suma el beneficio que ha propiciado la aplicación de
materia orgánica, humus de lombriz, compost, laboreo mínimo y
mejoramiento del drenaje en puntos neurálgicos de la zona.
De forma paralela, el territorio mantiene el control y
seguimiento de la franja para reducir cada vez más la carga nociva
de siete focos contaminantes registrados en el inventario nacional,
acciones que si bien avanzan todavía requieren una mayor
estabilidad, según valoración de los especialistas.
Primera en el país por su extensión e importancia
económico-social, la cuenca del Cauto necesita, como todas, integrar
cada vez más voluntades y acciones que permitan proteger y fomentar
las áreas boscosas, hacer un mejor uso del suelo, de las aguas y
reducir todo cuanto sea posible la contaminación que provocan
determinados residuales y desechos liberados por los procesos
industriales y agrícolas o por el sector residencial.