Mucho ha llamado la atención el pequeño campo de vientos
huracanados de 20 a 30 kilómetros, que acompañó siempre al huracán
Paula desde su surgimiento en las aguas del mar Caribe occidental,
aun después de alcanzar la categoría 2 en la escala Saffir-Simpson.
Según refiere a Granma el Máster en Ciencias Armando
Caymares, del Centro de Pronósticos del Instituto de Meteorología, a
esos organismos tropicales con radio de viento tan reducido se les
suele llamar por los especialistas enanos o pigmeos (midget
en inglés), y de manera general suelen adoptar esa característica
cuando surgen en un ambiente donde el suministro de aire húmedo al
sistema está limitado.
En Cuba, precisa Caymares, tenemos varios ejemplos de huracanes
"pigmeos". Figuran en la relación el del 12 de octubre de 1945, que
tuvo categoría 2, y cruzó próximo a la zona limítrofe de las
actuales provincias de Sancti Spíritus y Ciego de Ávila. Se le
conoce como el pigmeo de Jatibonico.
También está el del 5 de octubre de 1948 (categoría 3), cuya
trayectoria lo llevó a pasar por las provincias habaneras y produjo
una racha de viento máximo de 212 kilómetros por hora en la
capitalina estación de Casablanca.
Otro caso más reciente es el del huracán Charley, que entre la
noche del 12 y la madrugada del 13 de agosto del 2004 azotó a estas
dos provincias.
El radio de vientos huracanados apenas rebasaba los 20
kilómetros, y eso explica la concentración de los mayores efectos en
puntos muy cercanos a la trayectoria descrita.
Bautizado como el Leñador Enano debido a la cantidad de árboles
derribados, Charley ocasionó vientos muy fuertes en las zonas más
próximas al centro, que fueron capaces de incrustar fragmentos de
planchas de fibrocemento en las puertas y neumáticos de algunos
vehículos, y en algunas paredes de ladrillo, en la localidad de
Guanajay.
Aunque dejó libre a Cuba, es imprescindible recordar al Andrew de
agosto de 1992, un pigmeo categoría 5, que devastó zonas del sur de
la Florida y está considerado el huracán más costoso de la historia.
Caymares señaló que fue el meteorólogo cubano José Carlos Millás
el primero en llamarlos huracanes pigmeos. Son tan pequeñitos que
muchas veces no logran ser detectados por los modelos globales
encargados de mostrar con suficiente antelación la posible formación
de un ciclón tropical en determinada área geográfica, sentenció el
especialista.