Sin embargo, sin importar cuán llamativa sea la presentación, un
hecho fundamental es sistemáticamente omitido. Imagínense si, luego
de remarcar la expresión "condiciones climáticas extremas" para
llamar nuestra atención, los informes remarcaran "calentamiento
global". Entonces no solo nos enteraríamos de que debemos ponernos
ropa más liviana o llevar paraguas, sino de que tenemos que hacer
algo acerca del cambio climático.
Le planteé esta inquietud a Jeff Masters, co-fundador y director
de meteorología de Weather Underground, un servicio de información
meteorológica en Internet. Masters escribe un blog sobre el clima,
que tiene muchos lectores y no evita vincular las condiciones
meteorológicas extremas con el cambio climático:
"Calor, calor, calor es el nombre del juego este año en el
planeta Tierra", dice el meteorólogo Jeff Masters, mientras el mundo
está afectado por eventos climatológicos extremos, que han provocado
la muerte de miles de personas y el desplazamiento de millones.
Los incendios forestales en Rusia cubrieron al país de humo,
exacerbando lo que ha sido el verano más caluroso en esa nación en
los últimos 1 000 años. Las lluvias torrenciales en Asia provocaron
grandes inundaciones y deslizamientos de tierra mortales en
Paquistán, Cachemira, Afganistán y China. Un gran bloque de hielo se
desprendió de Groenlandia, dejando una isla de hielo de cuatro veces
el tamaño de Manhattan navegando en el océano. La sequía amenaza a
Níger y a la región africana de Sahel.
Masters relaciona las crudas estadísticas entre sí:
En el 2010 se han registrado temperaturas máximas históricas en
más países en el mundo en un solo año: 17.
La última década fue la más calurosa de la que se tiene registro.
La primera mitad del 2010 fue el semestre más caluroso en la
historia del planeta.
Los cinco meses más calurosos de la historia en la zona tropical
del Atlántico ocurrieron este año (lo que probablemente provocará
huracanes más frecuentes y severos en el Océano Atlántico).
"Cada vez tendremos más años como este, en los que suceden
acontecimientos de una magnitud increíble que provocan muertes y una
destrucción tremenda. Lo que me preocupa es que en la medida en que
estas condiciones climáticas extremas continúen aumentando en las
próximas décadas y aumente la población, la capacidad de la
comunidad internacional de responder a estos desastres y brindar
ayuda a las víctimas se verá forzada al límite".
Y, sin embargo, las negociaciones de la ONU sobre cambio
climático parecen dirigirse al fracaso.
Cuando las negociaciones sobre el clima que se estaban llevando a
cabo en Copenhague en diciembre del año pasado llegaron a un punto
muerto, luego de que las naciones industrializadas encabezadas por
Estados Unidos ofrecieron un acuerdo del tipo de ‘tómenlo o
déjenlo’, muchos países en desarrollo decidieron dejarlo. Bolivia,
por ejemplo, busca un acuerdo mundial sobre emisiones más agresivo.
Está pidiendo límites estrictos a las emisiones, legalmente
vinculantes, en lugar de las metas voluntarias establecidas en el
Acuerdo de Copenhague. Luego de que Bolivia se negó a firmar el
acuerdo, Estados Unidos le retiró millones de dólares de los
prometidos en ayuda. El embajador de Bolivia ante la ONU, Pablo
Solón, me dijo: "Dijeron que nosotros no apoyamos el Acuerdo de
Copenhague, y nosotros dijimos: ‘Pueden quedarse con el dinero. No
vamos a pelear por unas monedas. Estamos luchando por la vida’".
Si bien Bolivia logró que se aprobara una resolución en la ONU
que reconoce al agua y el saneamiento como derechos humanos, algo
sin precedentes para este órgano internacional, esto no cambia el
hecho de que a medida que se derriten los glaciares de Bolivia como
consecuencia del cambio climático, su suministro de agua está bajo
amenaza.
Las naciones insulares del Pacífico como Tuvalu podrían
desaparecer del planeta si los niveles del mar continúan en aumento,
lo cual es otra consecuencia del calentamiento global.
La próxima conferencia de la ONU sobre el cambio climático tendrá
lugar en Cancún, México, en diciembre. Las perspectivas de lograr
allí un consenso mundial con compromisos vinculantes parecen cada
vez más improbables. En definitiva, la política de Estados Unidos,
el mayor contaminador en la historia de la humanidad, debe cambiar.
Esto solamente sucederá si la gente en Estados Unidos hace la
conexión necesaria entre nuestro clima local y el cambio climático
mundial. ¿Qué mejor manera que a través del repiqueteo diario de los
pronósticos del tiempo? El meteorólogo Jeff Masters me explicó cuál
es el meollo del problema:
"Muchos meteorólogos de la televisión son muy escépticos, no
creen realmente que el cambio climático sea provocado por el hombre.
Fueron seducidos por la opinión impuesta por la industria de los
combustibles fósiles de que los humanos no somos realmente
responsables, y pueden inventar todo tipo de excusas. No sé si las
has escuchado todas: que los científicos del clima están haciendo
esto para captar atención y dinero para investigación, que los
registros de temperatura son alterados porque las islas de calor
afectan a las ciudades, y así. Pero todo eso es solo propaganda
impuesta por las relaciones públicas de la industria de los
combustibles fósiles y han convencido a muchos meteorólogos de la
televisión de que eso es así. Entonces, es un camino difícil porque
estamos librando una batalla contra un enemigo que está muy bien
financiado y que está decidido a desinformar sobre lo que dice la
verdadera ciencia."
Quizá debería ser un meteorólogo quien diga hacia dónde sopla el
viento.