"No
hay bolsillo que resista", es una frase popular frecuentemente
empleada cuando los gastos, por diversas razones, se hacen excesivos
y encienden una alarma entre los integrantes de cualquier hogar.
Entonces sobreviene el inevitable ajuste para hacer corresponder
el monto disponible con las adquisiciones necesarias. Mucho mejor es
ser previsor.
Quizás la mejor manera de entender los asuntos de la economía sea
justamente llevarlos al contexto familiar, personal. La elemental
frase de que no se puede gastar más de lo que se ingresa funciona
como una máxima de subsistencia, eficiencia y desarrollo en lo
individual y en el ámbito social.
La administración financiera de un Estado está regida por el
presupuesto, mecanismo económico que respalda monetariamente las
actividades vitales de un país, y refleja las posibles restricciones
que debe enfrentar este para cumplir sus funciones y deberes
sociales.
En el caso de Cuba el artículo 75, inciso E), de la
Constitución de la República, establece que la Asamblea Nacional del
Poder Popular es la encargada de discutir y aprobar el presupuesto
del Estado cada año. Para ello el Ministerio de Finanzas y Precios
presenta al Parlamento un informe que previamente es debatido en el
seno del Consejo de Ministros.
Recientemente los diputados examinaron la liquidación del
presupuesto del Estado del 2009, año caracterizado por los ajustes
al plan de la economía ante el efecto combinado del deterioro de la
situación financiera internacional y del mantenimiento del bloqueo a
que está sometido nuestro país.
Dichos ajustes modificaron tanto los ingresos como los gastos
hasta reducir el déficit fiscal inscrito inicialmente de 5,6% del
Producto Interno Bruto (PIB), a precios corrientes, al 4,9 % del PIB
estimado.
El pequeño aumento no previsto de los gastos motivó una
redistribución para cubrir los incrementos salariales en el sector
de la Educación; la adquisición de productos agropecuarios a los
sectores campesino y cooperativo en favor de suplir importaciones;
enfrentar el alza en los precios mayoristas de varios artículos y
apoyar las acciones para revertir los daños ocasionados por el azote
de los huracanes Gustav, Ike y Paloma en el año 2008.
En economía los incumplimientos de pago funcionan como cráteres
de volcanes. En cuanto a los ingresos planificados para el año 2010,
el análisis reciente arrojó que, por ejemplo, faltan 598 millones de
pesos de la cifra a recaudar por concepto del cobro de efectos
electrodomésticos vendidos a la población. Tal realidad sugiere
medidas más efectivas que pasan en primer orden por la exigencia y
responsabilidad de los organismos del Estado.
Mucho ayuda en este propósito la conciencia ciudadana, pero en
cualquier caso, debe prevalecer la disciplina social por convicción
o por imposición.
Se trata de algo tan sencillo como medular en términos de
existencia. Imprescindible resulta hoy lograr que se cumplan los
aportes al Estado, máxime si tomamos en cuenta las características
de nuestro país socialista en fase de desarrollo, con significativos
gastos sociales. El gasto no se puede confundir con el derroche y
para poder gastar, hay que tener ingresos.
Una prueba elocuente del problema que enfrentamos hoy es que solo
en las esferas de Educación y Salud Pública se emplea el 46,7% de
los gastos corrientes del presupuesto del Estado.
Respecto a los subsidios aún es pesada la carga que soporta el
Estado. Entre los más importantes se cuentan los alimentos incluidos
en la canasta básica, los combustibles domésticos y los
medicamentos. Es un asunto que va a requerir análisis y
participación para hallar respuestas efectivas, además de un uso
racional de los recursos y la práctica permanente del ahorro,
entendido en el sentido más amplio.
¿Qué consecuencias tiene un déficit considerable del presupuesto
del Estado?
Tal irregularidad es un factor que provoca, entre otros males,
desmotivación hacia el trabajo, la existencia de dinero circulante
sin respaldo material y la necesidad de disponer de las reservas
destinadas para enfrentar contingencias de tipo natural, epidemias¼
etc.
En el año 1993, fecha en que la economía cubana tocó fondo por el
desmoronamiento del campo socialista —su mercado principal— y el
recrudecimiento del bloqueo, el déficit presupuestario superó el 30%
del PIB. Fue quizás ese momento la mejor prueba vivida por los
cubanos para calibrar la importancia que tiene el saneamiento de las
finanzas públicas.
En la coyuntura actual no puede descuidarse el control económico
administrativo por ser instrumento principal para evitar el desvío
de recursos y otras distorsiones. Un robo de medicamentos en un
hospital ocasiona un tremendo daño porque, o queda en falta desde un
instante determinado, o le hace mella al presupuesto estatal una vez
que se repone el producto para no interrumpir el servicio.
Nuestra sociedad está urgida de ajustar los gastos sociales a las
posibilidades reales de la economía, sin paternalismos ni
romanticismos.
La eficiencia de las entidades económicas y sociales se vuelve
indispensable porque hoy el 99% de los ingresos del país lo genera
el sector empresarial. El presupuesto requiere también de nuevas
fuentes de ingresos que pueden aportarse mediante la ampliación del
ejercicio de trabajo por cuenta propia, la comercialización de
algunas producciones y la flexibilización en la contratación de
fuerza de trabajo, lo que lleva aparejado la aplicación de un
régimen tributario que contribuya a la seguridad social, y abone
impuestos sobre los ingresos personales y las ventas o servicios, y
la mencionada contratación.
Por este camino es también decisivo fomentar en la población una
cultura económica general capaz de lograr que cada ciudadano sea
consciente de su economía personal, y de lo que debe aportar al
Estado mediante un sistema de contribuciones y tributos, a sabiendas
de que ello se revertirá en su beneficio por diversas vías, entre
ellas, los servicios gratuitos y subsidios que, con justificación,
prevalecerían en cualquier circunstancia.