Tan comunicativo en el uso de la palabra como en la
interpretación de la trompeta, Marsalis afirmó que "nuestro lema es
unir a personas a través del swing, por eso estamos aquí".
Esto lo dijo cuando alguien intentó sonsacar al músico con la
historia de algún que otro colega suyo que no quiso hacer el viaje
por prejuicios políticos: "Nunca cuestiono las decisiones
personales. Es como cuando una pareja se divorcia; cada quien tiene
sus razones. Las mías son estas".
También llevaba sobre sí la memoria de más de una década tratando
de que la JLCO pudiera desembarcar en La Habana. "Durante estos años
—recordó Orlando Vistel, vicepresidente del Instituto Cubano de la
Música— sostuvimos conversaciones y trabajamos para que se diera
este encuentro, del cual saldremos todos enriquecidos".
Wynton estuvo en La Habana en 1997 en un viaje exploratorio, que
culminó con una memorable sesión de jazz con el pianista Frank
Emilio Flynn en el club La Zorra y El Cuervo, en La Rampa.
Pero desde mucho antes había transitado por la conexión cubana
con el jazz. Cuando su padre Ellis, pianista de muchísimos méritos,
le puso un disco de Chucho Valdés e Irakere, se dio cuenta de que
los vasos comunicantes jazzísticos entre Estados Unidos y Cuba no
solo eran indestructibles, sino cada vez más caudalosos.
De ahí su confesión de este lunes: "Estoy acá como en familia.
Como lo hubieran querido Chano Pozo, Mario Bauzá, Dizzy Gillespie.
Chucho entiende lo que quiero decir; él y yo hablamos de los sueños
de nuestros padres, del respeto que sentimos por ellos y por todos
los que nos han precedido".
Y añadió con convicción: "Cultivamos una música a la que muchos
se han entregado con tanta dedicación, tanto amor, tanta energía,
tanta inteligencia, tanto respeto".
Junto a Marsalis dialogó con la prensa Carlos Henríquez,
codirector de la JLCO, quien ofreció detalles de la serie de
conciertos. El de esta noche de martes abordará la evolución del
formato big band. Mañana miércoles, con la colaboración de Chucho
Valdés y otros músicos cubanos, el núcleo temático se ubicará en las
conexiones entre Cuba y Estados Unidos. El jueves habrá un mano a
mano entre Wynton y Chucho como líderes de pequeñas formaciones
(tríos, cuartetos y quintetos). Y el sábado 9 doble sesión: por la
mañana el programa didáctico Jazz para los jóvenes (Jazz
for the Young People) y por la noche el concierto de despedida
con músicos cubanos invitados.
"Yo nací en el Bronx, mis padres y la comunidad puertorriqueña
escuchaban la música cubana. Aquí entre ustedes veo a figuras que
admiro muchísimo: Joaquín Betancourt, Bobby Carcassés. Entre
nosotros y ustedes hemos tendido un puente. Nosotros tenemos que
seguir con esta historia hasta que el mundo se acabe", declaró
emocionado Henríquez, quien también se desempeña como contrabajista
y orquestador.
Durante la rueda de prensa trascendió otra noticia: la grabación
el domingo en un estudio habanero de un tema en el que intervinieron
Omara Portuondo, Chucho Valdés y Wynton Marsalis. Chucho reveló:
"Escogimos Esta tarde vi llover, de Armando manzanero. Cuando
ustedes la esuchen verán el impresionante lirismo de Wynton. En
cuanto a Omara, qué decir: está en su mejor momento, en el que no
solo canta sino dice un montón de cosas. Para mí es algo comparable
a Bola de Nieve. Es nuestra Billie Holiday".
Horas antes de este encuentro, Marsalis recibió de manos del
presidente de Cubadisco, Ciro Benemelis, el Premio Internacional del
principal evento de la discografía cubana por el conjunto de su obra
y, en especial, por Swinging into the 21st, serie de ocho
álbumes que resumen el espíritu innovador del jazz en los comienzos
de la actual centuria.