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Para el diario del jefe de la SIP, Correa "dice" que ha habido un intento de golpe de Estado

JEAN-GUY ALLARD

"Correa dice que ha habido un intento de golpe de Estado", titula este viernes primero de octubre, al día siguiente de los acontecimientos de Quito, el Diario Las Américas, de Miami, que fuera solo un periódico de derecha más si su dueño no se tratara de Alejandro Aguirre, actual Presidente de la Junta directiva de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), el cartel de los dueños de medios de comunicaciones que pretende representar el derecho del público a la información.

Peor aún, la primera plana de la edición impresa de este diario fantasma de Miami —nunca llega a los kioscos—, lleva el titular: "Policías se rebelan contra Correa", que reduce lo ocurrido a un simple incidente.

Como jefe de la SIP, Aguirre es este mismo individuo que aprobó y difundió hace unos días una denuncia del proyecto de ley contra la discriminación racial en Bolivia, afirmando que la legislación creará un "límite" a la libertad de prensa.
El proyecto de "Ley Contra el Racismo y Toda Forma de Discriminación", que discute el Senado boliviano, sanciona en su artículo 16 los medios de comunicación que propaguen "ideas racistas y discriminatorias".

El mismo dueño del periódico cuya tirada ni alcanza los 50 000 ejemplares y que pudiera desaparecer del mercado sin que nadie se de cuenta, también se lanzó hace unos días en un furibundo ataque contra el Presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, que acusó de "seguirle los pasos a Hugo Chávez".

En una entrevista publicada por el diario O’Globo, miembro de la SIP, Alejandro Aguirre calificó como "algo peligroso" críticas recientes de Lula a medios de comunicación que atacan sistemáticamente a su Gobierno, sustituyéndose a los partidos políticos.

El negociante, que no representa a nadie salvo a sus intereses, "advirtió" que la libertad de prensa es "un derecho que pertenece al pueblo y no al Gobierno".

Aguirre hijo heredó el diario de su padre, Horacio Aguirre Baca, conocido como uno de los más activos colaboradores de Jules Dubois, "Coronel de las Orejas Peludas", en la operación realizada por la agencia norteamericana para secuestrar y reorientar a favor de EE.UU. a la SIP, entre 1948 y 1950.

Hombre de confianza del aparato yanqui de control de la prensa, Horacio Aguirre Baca fue asignado a la junta directiva de la SIP a partir de 1964 y fue también su presidente.

En múltiples circunstancias, hizo parte de operaciones de la CIA en organizaciones internacionales. Contó en notas publicadas por la SIP, cómo en 1978 se pasó "cerca de un mes en el Hilton, de París, trabajando de las 8:00 a.m. hasta las 11:00 p.m." para atacar ante la UNESCO a la Unión Soviética y sus aliados, entre los cuales Cuba.

Confesando se estatuto de agente, el viejo Aguirre alguna vez se jactó en un discurso delirante ante una asamblea de la SIP, de haber tenido "el honor providencial" de haber sido "en esta hermosa batalla, un instrumento operativo esencial.

El concepto de libertad de expresión de los Aguirre les llevó a mantener en su raquítico "staff" por lo menos media docena de colaboradores de los servicios de inteligencia norteamericanos, además de un par de cubanoamericanos fichados por su pertenencia al grupo terrorista Alpha 66.

Alejandro Aguirre recibió la presidencia de la SIP de manos del magnate colombiano Enrique Santos Calderón.

UNA AGENCIA MÁS DE WASHINGTON EN AMÉRICA LATINA

Siempre vale la pena recordar cómo la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) que pretende representar a la libertad de prensa en América, no es otra cosa que el cartel de los grandes propietarios de medios de comunicaciones del continente, un club de millonarios creado en Nueva York en 1950, en una operación de la inteligencia norteamericana con la cual se pirateó la organización panamericana legítima creada en La Habana, en 1943.

El padrino de esta operación mafiosa, el Coronel Dubois, fue encontrado muerto el 16 de agosto de 1966 a la edad de 56 años, en un hotel de Bogotá, Colombia, y sus restos fueron luego enterrados solemnemente en el cementerio nacional de Arlington de Washington, donde terminan los "héroes" del imperio.

La sede de la SIP, instalada en Miami, lleva su nombre.

Por todas estas características y mucho más, la SIP es ante todo una agencia de inteligencia más del gobierno norteamericano que permite al Departamento de Estado de influir de manera directa en el flujo de información y de desinformación pro americana que sofoca el continente. Como tal, es un órgano de injerencia comparable a la USAID que viola, de manera continúa, la soberanía de las naciones del continente, situando el mensaje y los intereses de Estados Unidos por encima de la independencia y de las leyes de los pueblos.

 

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