Francia vivió hoy otra multitudinaria
jornada de huelga en rechazo a las reformas a la ley de retiros, con
estadísticas contradictorias que acentuaron el diferendo entre
sindicatos y Gobierno.
Los principales gremios franceses aseguraron que por lo menos 300
mil personas se manifestaron en París, mientras la policía señaló
que apenas la cifra llegó a 65 mil, una razón por la cual el Palacio
del Elíseo se mostró satisfecho.
Puede ser un indicio de que la población en su mayoría finalmente
acepta la nueva legislación para las jubilaciones, aseguraron
fuentes de la sede de la presidencia de la República, una afirmación
rechazada por las confederaciones sindicales.
De acuerdo con los líderes de la CGT, CFDT y Fuerza Obrera (FO),
las marchas fueron obstaculizadas en muchos casos por las
autoridades, a la vez que el clima tampoco contribuyó a las
concentraciones de protestas por la pertinaz llovizna en varias
ciudades.
Otro elemento manejado por los gremios se refiere a la alerta
roja de amenaza terrorista lanzada por la administración de Nicolás
Sarkozy hace varios días, que advirtió en torno a la posibilidad de
atentados en el país.
Sin embargo, Bernard Thibault, Francois Cheréque y Jean Claude
Mailly, los máximos dirigentes de la CGT, CFDT y FO, se
congratularon por las demostraciones efectuadas en esta capital y
las más importantes ciudades francesas.
Además de la marcha que partió de la emblemática Plaza de la
Bastilla aquí, un panorama similar pudo ser visto en Marsella, Lyon,
Toulouse, Lille y Nantes, donde descollaban carteles y telas en
rechazo a la política de la administración Sarkozy.
Un consejo de Defensa extraordinario convocado por el jefe de
Estado sirvió de cierta forma para minimizar el impacto de la
huelga, que de todos modos afectó el transporte público y los
servicios aéreos en la fecha.
Las transformaciones a la ley de retiros ya pasaron por el filtro
de la Asamblea Nacional, dominada por los partidarios de Sarkozy, y
aguarda ahora por la votación en el Senado.
La elevación de la edad de retiro de 60 a 62 años y de 65 a 67
años para los que no cotizaron a tiempo completo, son las medidas de
mayor rechazo por parte de los trabajadores.