Desde
hace tiempo se discute acerca de los trucos del Fotoshop para dar
gato por liebre en lo referido a ciertas anatomías, principalmente
femeninas, vinculadas con el mundo del cine, la moda y el
espectáculo en general.
El recurso del cambiazo gráfico, computadora mediante, no es nada
nuevo y si se revisan viejos carteles cinematográficos —coloridos y
pintados a mano— se comprobará cómo unas maduritas Jennifer Jones, o
Dorothy Malone, eran representadas, allá en los años cincuenta del
pasado siglo, a la manera de pimpollos de 20 envueltos en romances
ubicados en el oeste pistolero.
Pero había contención.
Hoy el Fotoshop, lo mismo en anuncios de filmes que en
promociones de modas y otras variantes, reduce cinturas, abulta
senos, infla posaderas, miente a los cuatro vientos y sin rubor de
ningún tipo ante la protesta de los engañados.
Algunas de las implicadas tratan a toda costa de mantenerse en
forma (ejercicios extenuantes, abstinencia gastronómica hasta la
fatiga, entrada y salida al quirófano) buscando que la realidad no
quede muy distante de cómo se le idealiza en el soporte promocional.
Dura lucha la de marchar a la par de unos recursos técnicos que
se empeñan en sostener presupuestos estéticos regidos por el imperio
de la moda.
Estética a veces de consecuencias ruidosas, como sucedió con la
portada de la revista internacional Elle, que, al cumplir 25 años de
fundada, presentó un número especial en este septiembre con cuatro
portadas, una de ellas dedicada a Gabourey Sidibe, la muchacha que
sin haber actuado nunca antes resultó una revelación en el filme
Preciosa.
Los que vieron el filme en nuestro país, exhibido tanto en el
cine como en la televisión, saben que la muchacha es muy gorda y muy
negra. Elle la puso en una de sus portadas, pero con demasiados
retoques como para evitar una lluvia de críticas que alegan que
mientras las otras tres portadas presentan a artistas de agraciadas
figuras en cuerpo entero (lo usual en la publicación), a Gabourey se
le somete a un primer plano alargado, en tanto su piel se le aclara
hasta el infinito por la magia del Fotoshop.
La comunidad negra estadounidense ha señalado que una
discriminación de otro tipo, más fría y no menos hiriente, ha
sufrido la muchacha, quien en Preciosa representó aspectos de
la exclusión y los abusos a que fuera sometida viviendo en el
corazón de Nueva York.
Y el portal Colorlines.com escribió: "Estamos otra vez
ante un caso en el que se aclara la piel de una mujer negra para
intentar hacerla más atractiva. Además, al cortarle medio cuerpo no
han conseguido otra cosa que hacerla parecer más voluminosa. Está
claro que la industria de la moda deja de lado a toda mujer que no
tenga el cuerpo o el color de piel que rige en los tradicionales
ideales de belleza norteamericanos".
Elle se justificó emitiendo un comunicado exponente de que en el
imperio de la moda no habrá protesta capaz de detener las artimañas
del Fotoshop: "No se ha hecho nada fuera de lo normal. Nosotros
hemos presentado cuatro portadas este mes y la portada de Gabourey
Sidibe no fue retocada ni más ni menos que las otras¼
"
La "estética" devorando a la ética, ni más ni menos.