La nula presentación de
expedientes para aspirar al cargo de fiscal general lanza hoy al
vuelo la imaginación de analistas, quienes se preguntan si los
abogados guatemaltecos temen ser marcados por posibles malas
prácticas.
No sería extraño, a juzgar por la amplia divulgación de llamados
trapos sucios de algunos de los que optaron por esa responsabilidad
en un primer proceso, a principios de año, en definitiva anulado
posteriormente de tanto escándalo desatado.
Entonces sumaron 29 las solicitudes llegadas a la comisión de
postulación, de donde ésta escogió seis supuestamente idóneos para
darle al presidente Álvaro Colom la designación del también jefe del
Ministerio Público (MP), como manda la ley.
Antes de suceder esto, agrupaciones de la sociedad civil
presentaron impugnaciones a la actuación de ese grupo, al cual
señalaron varias anomalías y, sobre todo, haber confeccionado la
lista mucho antes de votar por ella.
En el ínterin, la Comisión Internacional contra la Impunidad en
Guatemala (CICIG) reveló irregularidades cometidas nada menos que
por cuatro de los seis nominados, algunos de ellos con cuentas
pendientes con la propia justicia.
Tomó cartas en el asunto la Corte de Constitucionalidad (CC) al
acoger favorablemente los amparos presentados y ordenó la repetición
de la selección, pero igual los postuladores, inmutables,
confirmaron idénticos nombres.
Llegó el momento de la verdad, cuando Colom se decidió por
Conrado Reyes para dirigir la Fiscalía General durante los próximos
cuatro años, pero el jurista duró escasos días en el cargo.
Nuevamente fue la CICIG la encargada de desatar la polémica, al
acusar a Reyes de tener nexos con personas ligadas al crimen
organizado y poner al MP en función de los intereses de esos grupos,
muchos de ellos con accionar clandestino dentro del aparato estatal.
Esa grave acusación la divulgó personalmente el español Carlos
Castresana en rueda de prensa, cuando simultáneamente informó de su
renuncia a la dirección de la Comisión por los constantes obstáculos
y ataques a su labor de esas agrupaciones.
Ante mayúsculo escándalo la CC declaró nulo el proceso y obligó a
comenzarlo todo de cero, con la sugerencia casi una orden- de
inhibirse a los postuladores, desmoralizados ante la opinión pública
por las deficiencias en su trabajo.
Ello ocurrió el pasado 10 de junio y desde entonces funge como
fiscal general y jefa del MP una magistrado designada con carácter
temporal.
Después de largas dilaciones, por la negativa de varios
postuladores a renunciar, fue juramentada una comisión para analizar
los expedientes y formar una nueva candidatura, la cual será enviada
al mandatario a más tardar el 24 de noviembre.
Ese grupo libró la convocatoria por la cual los abogados
interesados pueden desde el pasado día 6 y hasta el próximo 30
presentar la papelería correspondiente.
Pero hasta ahora apenas rebasan la veintena quienes han pasado
por la mesa habilitada solo para interesarse por los impresos
establecidos, más nadie ha dejado solicitud alguna.
En esos formularios encuentran los requisitos que deben reunir
los aspirantes, tales como ser colegiados activos, guatemaltecos de
origen, tener 40 años o más de edad, poseer una reconocida
honorabilidad y más de una década de experiencia en la profesión.
Y nuevamente varias organizaciones sociales hicieron sus
advertencias: estarán vigilantes en aras de tener un proceso con la
necesaria transparencia.
Como ello implica hacer públicos los resultados es posible que
muchos abogados no se atrevan a nominarse porque, aunque siempre
existen imputaciones sin pruebas, la duda queda y estarían expuestos
al desprestigio.