Hidalgo, mucho más que una estatua de bronce

Madeleine Sautié Rodríguez

Dedicado al pueblo de Cuba por su autor José Herrera Peña, el libro Miguel Hidalgo y Costilla, una nación, un pueblo, un hombre fue presentado por primera vez en la isla en la Casa Benito Juárez, de la Oficina del Historiador de la Ciudad, para rendir tributo a México, en el bicentenario del Grito de Dolores.

Aunque enmarcada en la colección Biografía, de la editorial de Ciencias Sociales, la obra, que ya había visto la luz en ediciones anteriores, no es solo una secuencia de las coordenadas que tejieron la vida de este insigne presbítero que ganó el sobrenombre de Benemérito de la Patria.

Herrera Peña, consciente de que en el texto falta una buena parte de la historia personal de Hidalgo, ha explicado que en él recrea los móviles que marcaron su vida durante cuatro meses —de septiembre de 1810 a enero de 1811— en la que se erigió como líder de los oprimidos para protagonizar la hermosa gesta que inició el camino hacia la independencia en la nación mexicana.

Aun cuando existen cientos de títulos que recogen en sus páginas la figura del extraordinario párroco, este es un libro esencial que, aunque sustentado sobre una ardua labor investigativa y una documentación rigurosamente revisada, nos ofrece al ser humano recio y cabal, con defectos y virtudes, tal cual lo dejan ver sus actitudes respecto a la justa causa que defendió. "Aquí Hidalgo no es una estatua de bronce", afirmó.

"Nunca he tenido en mis manos un libro tan valioso", aseguró, refiriéndose al tema en cuestión, el doctor Sergio Guerra Vilaboy, a cuyo cargo estuvo la presentación.

 

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