Autoritaria,
despótica, capaz de coger a un toro por los cuernos es la Verónica
Lynn de la tradición popular, la conocida en la pantalla y las
tablas con aires de villana, aunque la persona detrás de la máscara
actoral es totalmente opuesta.
Eso comprobaron los participantes en el último Encuentro con. de
este verano, en el que la insigne actriz fue la invitada al diálogo
conducido por la periodista Magda Resyk, en el Pabellón Cuba, sede
de la Asociación Hermanos Saíz, reporta la AIN.
Su acercamiento a la actuación- según contó Verónica- fue desde
pequeña, había histrionismo hasta en sus juegos cuando se peinaba o
maquillaba delante de un espejo.
Con cinco años vio una película de la norteamericana Shirley
Temple, y percibió entonces que su destino sería transfigurarse
eternamente en los escenarios o delante de las cámaras.
Así comenzó su carrera, casi sin percibirlo, aprendiendo la
teoría luego de la praxis, yendo, escondida de su madre, a ensayos
para un programa de aficionados, porque esta no era la profesión que
sus progenitores deseaban para ella, hasta que no pudo esconderse
más y los obligó a admitir su elección.
"Porque, dijo con picardía, siempre los padres adoran a los hijos
triunfadores."
Al radio siempre estuvo habituada, pues su mamá siempre lo
escuchó mientras lavaba y planchaba por encargo, al cine asistió
algunas veces, al teatro no lo conocía y la televisión no era muy
frecuente entonces.
Luego de varios años trabajando de forma empírica y sin cobrar,
asumió un papel más serio en la televisión, en un programa con
actores conocidos como Manuel Pereiro e Ignacio Silvestre, quienes
la llaman para hacer una obra teatral en un local de Los torcedores,
nunca antes había hecho teatro.
" Empecé a hacer teatro, entonces vivía en Lawton y todos los
grupos escénicos estaban en el Vedado, debía buscar un medio de
transporte y gastar todo lo necesario pero no me arrepentí.
"Ahí conocí a Eric Santamaría, el primer hombre que hizo La
ramera respetuosa, acota Lynn. Él tenía su propia sala, y me llevó a
trabajar consigo para hacer Lluvia, de Somerset Maugham."
Mientras, comentó la actriz, llegó a Cuba Tomás Milián y me
enteré de que iba a dar una conferencia sobre Stanislavski; yo, por
supuesto no sabía quién era ese ruso y al conocer de su teoría, me
quedé tan fascinada que decidí tomar clases para conocer su método.
"Aproveché la esencia del método estanislavskiano, ya que sus
herramientas son muy útiles pero sin incorporarlo demasiado, no
dejándome poseer por los personajes. No obstante, debe conocerse a
Stanislavski como al abecedario.
Asimismo, Verónica recomendó a los jóvenes actores otros
instrumentos como la observación aguda, estudiar mucho no sólo este
sistema sino también el brechtiano, ejercitar la memoria y los cinco
sentidos.
De todas las corrientes teatrales manifiesta su preferencia por
el teatro realista y psicologista, como las obras del norteamericano
Tenessee Williams, u otros clásicos del realismo como Henryk Ibsen o
Strindberg.
Detesta el naturalista mal hecho, " de espanto" porque hay obras
muy buenas como Aire Frío o Santa Camila que no tienen otro modo de
hacerse.
Sobre su experiencia en la dirección, cuyos resultados se
percibieron hace poco, con su magistral La gran tirana, Lynn aclaró
que siempre le ha gustado porque es además profesora y era el mayor
sueño de su esposo ya fallecido, aunque no niega que es muy difícil
y agotador.
Sin pensarlo dos veces, hizo pública su preferencia por el medio
teatral debido a esa influencia y comunicación existente entre
público y espectador; además, porque en las convenciones de una
puesta en escena puedes hacer personajes más jóvenes y conseguir
mejores papeles, agregó con simpatía.
La cubanidad, siempre está en las obras realizadas en la Isla,
hasta en las más débiles, porque existe un sentimiento identitario
muy fuerte, dijo luego de reafirmar su propio amor a la tierra y a
su historia, al punto de no concebir estar en otro lugar.
Al fin de la plática declaró ser una persona de suerte, por haber
trabajado en lo que le gustaba y por la oportunidad de participar en
obras importantes como Aire Frío, Santa Camila y la telenovela Sol
de Batey, y por último, el mayor privilegio de todos: nacer en Cuba.