Felices los que han aprovechado estas jornadas veraniegas para
expandir sus horizontes espirituales mediante la lectura, la
adquisición de nuevos conocimientos, la visita a lugares históricos,
la apreciación de obras de arte y el cultivo de sanos hábitos
recreativos mediante la actividad física y el deporte.
Quienes se disponen a regresar al aula o al centro laboral más
plenos, saben que para pasarla bien no hace falta intoxicar ni
maltratar el cuerpo. Quizás ellos, una gran mayoría, sean los
mejores portadores de un recordatorio para los que gustan del baile
o las inmersiones acuáticas: la ingestión de alcohol es peligrosa.