Uno de los acuerdos de la Comisión uno del Congreso Campesino,
efectuado el pasado mayo, fue incrementar la producción de carne de
cerdo, sin elevar las compras de cereales en el exterior y por esa
vía, reducir los subsidios. Bajo tal premisa, se busca fortalecer el
ascenso que hoy tiene la firma de los convenios porcinos entre
empresas y productores.
Estas producciones pueden asumirse según la capacidad y calidad
de las instalaciones, y la disposición de cooperativistas,
campesinos y familiares de ampliar el universo de la
diversificación.
El llamado "alimento criollo" en el sostén de los animales fue
practicado masivamente por los campesinos antes de 1959. El rescate
de su producción que hoy se pretende, tiene como uno de sus
objetivos desarrollar la carne porcina con el empleo de recursos
generados por los propios campesinos.
Jorge Félix Romero, jefe de producción de la Cooperativa de
Producción Agropecuaria (CPA) Waldo Díaz Fuentes, de Güira de
Melena, asegura que "es más fácil esperar por lo que pueda venir de
fuera y justificar así incumplimientos o demoras. Sin embargo,
cualquier campesino sabe que en una hectárea vacía o intercalados
con otros cultivos, pueden sembrarse soya, sorgo y millo y, a la
vez, utilizar residuos de cosechas y viandas no aptas para el
consumo".
Aunque ya el colectivo garantiza más del 40% del alimento y es
una de las CPA incorporadas al Movimiento de la Producción Porcina
que organizan y siguen de cerca la Asociación Nacional de
Agricultores Pequeños y el Ministerio de la Agricultura, en ella se
desarrolla un programa muy definido: asegurar en cualquier situación
la comida para sus 110 animales y cumplir el plan anual cercano a
las 20 toneladas de carne.
El convenio establece un peso promedio de kilogramos al
entregarle el animal al productor y cada libra por encima de este,
se paga a un precio mayor. Uno siente satisfacción, señala Romero,
al saber que el alimento creado por nosotros, con igual cantidad de
cabezas, aporta más carne y mejora el ingreso individual.
La Waldo Díaz Fuentes, creada para producir cultivos varios en
abril de 1982, padeció hasta el 2003 una profunda crisis que la
colocó al borde de la desintegración. A partir del 2005, tras
reordenarse el equipo de dirección e introducirse cambios y métodos
en el estilo de trabajo, comenzaron a mostrar resultados favorables
y hoy laboran para transformarse en una fuerte productora de carne
de cerdo, de carnero, de ganado mayor, de aves de corral y sumarse
pronto a la ceba de toros.
Todos los incorporados a este movimiento, y Miguel Pita, técnico
de nivel medio en veterinaria, no es la excepción, elogian el
popular y muy extendido "yogur", apetecido por los animales y aunque
cumplen el patrón orientado por los especialistas, "sobre la marcha
hemos aprendido a cuidar, especialmente, el tiempo de fermentación
de este proceso devenido indiscutible soporte alimentario del
porcino", precisa Pita.
Un recorrido por la CPA demuestra que si se labora con
inteligencia, todos los días se aprende algo. Allí nunca habían
cosechado soya y ahora todo visitante admira el vigor de esa
plantación y los rendimientos que se pronostican.
Otras de las satisfacciones son el estado de las conocidas
"puercas madre" y la belleza de esos ejemplares, al igual que los
cerdos del sistema de preceba. Estos, urgidos de un tratamiento
diferenciado, llegan con un peso que oscila entre 18 y 22 kilogramos
y a los cinco meses deben venderlos a la empresa con 85 o 90
kilogramos.
Convertirlo en realidad no es empeño fácil ni obra de la
casualidad. Un cooperativista dijo en la despedida: "Derrotemos a
los teóricos de parques y esquinas, miremos más para el pienso
criollo y evitemos que por un mal trabajo nos saquen tarjeta
amarilla".