Punto de partida testimonial de los horrores de aquella agresión 
			atómica y los sufrimientos de los sobrevivientes es Shunsaburo 
			Tanabe, representante del Proyecto Hibakusha, que aboga por el 
			desarme nuclear mundial, quien recientemente visitó Cuba.
			Tanabe, de 84 años de edad, tenía 20 cuando el bombardeo atómico 
			norteamericano contra Hiroshima. Se hallaba a unos kilómetros de 
			distancia de donde cayó el artefacto que causó el 6 de agosto de 
			1945, la muerte instantánea de 80 000 personas, y que llegó en días 
			posteriores a 140 000 fallecidos. "Fue algo injustificable, Japón ya 
			estaba debilitado y hambriento. No eran necesarios esos lanzamientos 
			para terminar la guerra", expresó durante una visita a La Habana, en 
			entrevista para Granma.
			Hisashi Shosokabe, otro sobreviviente, relató que en el momento 
			de la explosión de la bomba tenía 9 años de edad y se hallaba en una 
			escuela a 20 kilómetros de Hiroshima, donde trabajaba su padre, 
			quien pereció, igual que su madre y hermano mayor a causa de un 
			cáncer producto de la radiación. "Yo he quedado sufriendo secuelas 
			que pueden provocarme la muerte en cualquier momento", expuso.
			Los fallecidos por los artefactos nucleares suman más de 200 000, 
			mientras dos millones de víctimas sufren los padecimientos de la 
			radiación por aquel acto de barbarie.
			Muchos otros lugares han servido para que Estados Unidos 
			perfeccione la letalidad de sus armas para el exterminio humano. En 
			Iraq empleó el peligroso uranio empobrecido en sus municiones 
			durante la Guerra del Golfo de 1991, y otros implementos bélicos no 
			menos sofisticados en la invasión posterior contra la nación 
			mesopotámica en el 2003, bajos falsos pretextos de buscar armas de 
			destrucción masiva, que jamás encontraron porque no existían.
			Haruko Moritaki, cuyo padre presidió el Consejo Japonés contra 
			las Bombas Atómicas y de Hidrógeno, indicó que existe un paralelismo 
			entre lo que sucede en el país árabe con Hiroshima, donde "el cáncer 
			comenzó a aumentar entre diez y 15 años después del estallido de la 
			bomba". En Japón mostró las fotos de niños muriendo de esa cruel 
			enfermedad en escuelas y otros lugares, y expuso lo que ocurre en el 
			Iraq devastado por la guerra.
			Sin embargo, la gran prensa calla y se esmera en confundir y 
			apañar los planes de guerra contra Teherán y Pyongyang.