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Fidel presenta “La victoria estratégica”: La vida
desbordó predicciones y sueños
(Tomado de CubaDebate)
En
las primeras filas los Comandantes, capitanes y soldados de la
Sierra Maestra. Esperan como todos, conversando con los compañeros
que ocupan los asientos cercanos, en el saloncito del Palacio de las
Convenciones. La Heroína del Moncada, Melba Hernández, y Teté
Puebla, hoy General de Brigada, son las mujeres en primera fila.
A Melba la saluda de primera, con un beso y un abrazo, y va poco
a poco, dedicando a todos una frase cariñosa, un gesto alegre. A
Fidel se le ve feliz en este reencuentro con sus compañeros de lucha
de toda una vida: Ramirito, Guillermo, Furry, Polito, Espinosa,
Efigenio, Quinta Solá, Lussón... Los va llamando por el nombre de
pila, dándose de vez en cuando golpecitos en la frente como si cada
rostro le devolviera antiguas imágenes a la memoria. "Organizando
mis recuerdos", dirá después, cuando hable de la intensa búsqueda
documental que necesitó para escribir La victoria estratégica,
el libro que presenta hoy ante sus "muchachos", los que lo
acompañaron en los primeros y en todos los combates, los que han
vuelto a tener ahora 15, 20, 30 años. Como Teté Puebla, que tenía 16
años cuando comenzó a colaborar con Celia Sánchez. Pero de eso
hablaremos al final.
Katiuska
Blanco, la investigadora que tuvo a cargo la edición de Por todos
los caminos de la Sierra: La victoria estratégica, que es el
título que aparece en la cubierta, inicia la presentación del libro.
"Comenzó a escribirse realmente en la Sierra Maestra, de manera
heroica, cuando eran 300 combatientes contra 10 000 soldados del
Ejército de Batista. Aunque quienes enfrentaron inicialmente la
Ofensiva eran menos; se fueron reorganizando después", dice
Katiuska, autora de Todo el tiempo de los cedros, sensible
mapa de la familia Castro Ruz, publicado en el 2003.
Fidel
en el reencuentro con sus compañeros de lucha.
Katiuska recuerda a Celia Sánchez, que recopiló cada papelito
escrito en la Sierra Maestra, y después del Triunfo de la Revolución
organizó un pequeño equipo que recorrió las montañas por donde
habían pasado los rebeldes, para que investigaran en el terreno y
tuvieran por guía la memoria de los protagonistas. Gracias a ese
esfuerzo nació la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de
Estado que preservó los documentos, partes militares transmitidos
por la emisora Radio Rebelde, los mensajes de los jefes guerrilleros
y los testimonios de cientos de personas.
Teté
Puebla recibió emocionada un ejemplar del libro. Descubrió un pasaje
donde Fidel la menciona.
En estos se apoyó el Comandante en Jefe para rearmar
minuciosamente los días de 1958, cuando el Ejército de la dictadura
lanzó su ofensiva contra el Primer Frente Rebelde y la tenaz defensa
de ese territorio por las fuerzas guerrilleras, en el firme de la
Sierra Maestra.
Fidel
junto a la investigadora Katiuska Blanco y Alberto Alvariño,
vicejefe del Departamento Ideológico del Comité Central del Partido
Katiuska resume emocionada lo que cree perdurará de este esfuerzo
editorial: "Fidel, histórico líder de la Revolución cubana, con su
sello peculiar de guerrillero escritor, con un estilo literario ágil
y fresco —que podríamos definir de una sencillez hemingweyana por el
perfeccionismo de la búsqueda del mejor vocablo, la limpieza del
lenguaje y la profundidad y simbolismo de las ideas expresadas—,
devela para el futuro las claves del triunfo de unos pocos
combatientes contra todo un Ejército, armado y equipado hasta la
desmesura."
Guillermo
García saluda contento al Comandante tras la firma del libro.
EN EL DÍA DEL TRABAJADOR GRÁFICO
Por puro misterio del azar, el libro se presenta justo el Día del
Trabajador Gráfico, el 2 de agosto. Y no es cualquier edición, sino
una que marca un antes y un después de la técnica poligráfica en
Cuba. Alberto Alvariño Atiénzar, vicejefe del Departamento
Ideológico del Comité Central del Partido, asegura que "por su
volumen y complejidad, La victoria estratégica es de lo más
relevante que ha realizado la industria editorial y las artes
gráficas del país".
Es este un libro voluminoso de 896 páginas, cosido a máquina, con
una impresión de cubierta que tiene un tratamiento combinado de
barniz ultravioleta, brillo mate, con estampado y relieve, "una
técnica de la más moderna y universal en las artes gráficas, que
enaltece a nuestros trabajadores, particularmente a la imprenta
‘Federico Engels’ y Durero Caribe, con el apoyo de la Imprenta
‘Alejo Carpentier’".
Buena parte de los especialistas y obreros de estas instituciones
que trabajaron en la impresión de la obra, así como diseñadores y
editores, integran el auditorio que asiste a la presentación del
libro en la sala del Palacio de las Convenciones. Están también
Elián González y sus dos hermanitos; su padre Juan Miguel y Nersy.
Alvariño comenta que en este momento están en proceso de
producción los primeros 10 000 ejemplares, de ellos 3 500 se
encuentran en fase de terminación. Proseguirán trabajando en unos 50
000 libros, para tenerlos en manos de la población lo antes posible.
Realizados por el Grupo Creativo del Comité Central del Partido,
el diseño y la edición son exquisitos. La victoria estratégica
tiene un diseño sobrio, elegante, con amplios márgenes, una
tipografía legible y múltiples fotos y manuscritos de la época, los
cuales conservan los colores degradados por el tiempo, que el lector
disfrutará como si tuviera en sus manos los documentos originales.
Tiene además mapas —entre ellos un croquis dibujado por el
Comandante en Jefe, al final de un mensaje al capitán guerrillero
Ramón Paz— e ilustraciones de los terrenos, reproducidos con rigor
cartográfico e histórico, comprensible para un público no
especializado.
Las situaciones de las tácticas militares se animaron
gráficamente con los armamentos y simbologías que permiten ubicarse
fácilmente en el lugar, sin ser un especialista, y cierra el pliego
de imágenes con los armamentos empleados en la guerra, muchos de
ellos reconstruidos a partir de fotos de la época.
En fin, una joya.
LOS RECUERDOS SE VAN ORGANIZANDO
Sorprendido por la belleza del libro y emocionado por los
recuerdos. "Es algo especial que uno siente al recordar todo
aquello". Ese fue su primer comentario. Luego el acierto de escoger
para la portada, no una foto, sino ese mapa hecho por él en los
históricos días de enfrentamiento a la Ofensiva del Ejército de
Batista en agosto de 1958: "ahí está todo, el Turquino, (el alto de)
Joaquín, La Jeringa, la tiendecita... " precisa y recuerda cómo le
gustaban esos sitios, especialmente el Turquino y Joaquín, "porque
había fresco que después se volvía frío..."
"Para mí no resultó muy difícil con todo el trabajo que habían
hecho ellos durante varios meses", comenta Fidel refiriéndose a
Katiuska y el equipo de la Oficina de Asuntos Históricos, "que
todavía están desempolvando papeles, un montón de papeles", y pide
que le traigan una muestra de lo que ha estado revisando en los días
previos a este encuentro para otro libro en preparación. Le alcanzan
una verdadera montaña de expedientes que pone sobre la mesa, los
ojea y mientras estos vuelven a su lugar, dice, mirando al
Comandante de la Revolución Ramiro Valdés que asiente con la cabeza:
"Los recuerdos se van organizando".
Habla luego de la Introducción y la Autobiografía, como las
partes a las que dedicó su mayor esfuerzo en la etapa final, pero
insiste en destacar el trabajo colectivo en la localización de
fotos, mapas, mensajes, datos generales.
Después entra directamente en el contenido del libro, en el que
trabajó duramente desde junio de 2009. Se centra en la importancia
del último parte de la Ofensiva, emitido por Radio Rebelde el 7 de
agosto de 1958, y que aparece reseñado en el capítulo 25 "El balance
final de la batalla". Katiuska le indica la página que está
buscando, la 701, y escuchamos:
Fue una victoria rotunda de nuestras fuerzas guerrilleras.
Con la retirada de las últimas unidades del Ejército de la
tiranía de Las Mercedes quedó derrotada de forma aplastante y
definitiva la gran ofensiva enemiga contra el territorio rebelde del
Primer Frente de la Sierra Maestra, durante la cual el mando militar
de la dictadura lanzó sus más poderosos recursos en un intento final
por destruir el núcleo central guerrillero.
El valor, la tenacidad, el heroísmo y la capacidad de los
combatientes rebeldes en la férrea y organizada defensa de las
posiciones, y la aplicación contundente de todas las formas tácticas
de acción de la guerrilla, desbarataron la ofensiva en 74 días de
incesante e intenso batallar.
Dentro de esa brillante actuación de todos nuestros combatientes,
contribuyeron en particular a este desenlace victorioso, un grupo de
aguerridos y eficientes capitanes que actuaron en la primera línea
de combate, con inteligencia y coraje, al frente de sus hombres.
En este balance final es obligado destacar, en primer lugar, al
Che y Camilo, quienes cumplieron cabalmente con su papel de ser mis
principales lugartenientes en diferentes momentos, así como a Andrés
Cuevas, Ramón Paz, Daniel, Angelito Verdecia, Ramiro Valdés,
Guillermo García, Lalo Sardiñas y Pinares, entre otros.
Como escribí en el parte leído por Radio Rebelde el 7 de agosto,
apenas al día siguiente de concluida la Batalla de Las Mercedes:
La ofensiva ha sido liquidada. El más grande esfuerzo militar que
se haya realizado en nuestra historia Republicana, concluyó en el
más espantoso desastre que pudo imaginarse el soberbio Dictador,
cuyas tropas en plena fuga, después de mes y medio [de] derrota en
derrota, están señalando los días finales de su régimen odioso. La
Sierra Maestra está ya totalmente libre de fuerzas enemigas.
En ese punto detiene la lectura y recuerda un nombre. Pregunta
por el Teniente Puertas y le responden que murió hace unos cuatro
años. Se le advierte el gesto contrariado de un lamento que no
pronuncia, pero que está en el espíritu de sus palabras.
Todo el tiempo hablará de los combatientes por sus nombres,
recordará con emoción el valor, el arrojo, la manera en que fueron
alcanzando la categoría de héroes aquellos muchachos sencillos
crecidos en el combate, como el Vaquerito, que ganó su nombre por
las botas y el sombrerito que usaba y llegó a ser el legendario jefe
del Pelotón Suicida, tan decisivo en la victoria de la Batalla de
Santa Clara.
LA VERDAD SIEMPRE
El espíritu humanitario y la vocación justiciera de la Revolución
cubana no es un hecho reciente, sino una esencia. El Ejército
Rebelde atendía y curaba a sus prisioneros, a tal punto que alguna
vez Fidel pensó que muchos de aquellos soldados integrarían el nuevo
ejército tras la victoria, solo que ya para entonces había una masa
nueva y pura, salida del pueblo, que se uniría a las filas de lo que
serían las Fuerzas Armadas Revolucionarias: "La vida, al fin,
desbordaba nuestras predicciones y sueños", sentencia.
En esa misma línea de razonamientos, anuncia otro libro en
preparación que da continuidad a éste en el sentido de que narra "la
contraofensiva estratégica final del Ejército Rebelde", un regalo
enorme para él por todo lo que tiene que ver y recordar.
Se refiere a los Partes de Guerra de Radio Rebelde y enfatiza que
el arma principal del Ejército Rebelde fue siempre la verdad. Lee
uno de estos Partes, el del 17 de octubre de 1958, después de lo que
él llamó un revés táctico. Desde sus primeros párrafos estremece la
sala donde nos encontramos:
Un revés táctico puede ocurrir a cualquier unidad en una guerra,
porque el curso de la misma no tiene que ser necesariamente una
cadena ininterrumpida de victorias contra un enemigo que ha contado
siempre con ventajas de armamentos y recursos bélicos que ha llevado
sin embargo la peor parte en esta contienda.
Consideramos un deber del mando de nuestro ejército informar de
cualquier vicisitud que pueda ocurrir a cualquiera de nuestras
fuerzas en operaciones por cuanto entendemos como norma moral y
militar de nuestro movimiento que no es correcto ocultar los reveses
al pueblo ni a los combatientes.
Los reveses hay que publicarlos también, porque de ellos se
derivan lecciones útiles; para que los errores que cometa una unidad
no los cometan otras, para que el descuido en que pueda incurrir un
oficial revolucionario no se repita en otros oficiales. Porque en la
guerra las deficiencias no se superan ocultándolas y engañando a los
soldados, sino divulgándolas, alertando siempre a todos los mandos,
exigiendo nuevos y redoblados cuidados en el planeamiento y
ejecución de los movimientos y acciones.
"Nosotros solo decíamos la verdad. Si poníamos un fusil de más,
engañábamos a nuestros propios compañeros. Decir la verdad fue un
principio elemental que nunca falló", añade Fidel.
El Parte detalla cómo una columna rebelde cayó en una emboscada y
fue masacrada posteriormente sin piedad por un sargento de la
tiranía batistiana que allí ganó el título de "carnicero".
"¿Quién entrenó a ese ejército de torturadores, quién le
suministró las armas, los tanques, los aviones, las fragatas, quién
los enseñó a torturar y matar prisioneros? El imperio, el gobierno
de los Estados Unidos, ese mismo que ahora tortura a Gerardo
Hernández sin justificación alguna, ¿por qué?, ¿hasta cuándo va a
durar eso?", se pregunta Fidel.
Cierra así un análisis que enlaza la historia de hace medio siglo
con la actual en el permanente y nunca abandonado propósito imperial
de someter a la nación cubana, sin reparar en métodos por
repugnantes y cobardes que puedan resultar.
Marta Rojas, periodista y escritora, testigo del Juicio del
Moncada, recuerda que hace 57 años, un primero de agosto, ella
escuchó la voz de Fidel en una emisora local de Santiago de Cuba.
Acababa de ser capturado por el teniente Sarría, que lo condujo al
vivac de Santiago de Cuba. ¿Pensó en la metodología que lo llevaría
después a la lucha clandestina, a México, al Granma, a la Sierra?,
pregunta Marta. "No", responde Fidel. "Estaba muerto ya casi",
aludiendo al hecho de que no pensaba que podría sobrevivir después
de la captura.
Los historiadores Francisca López y Rolando Rodríguez indagan por
la ideología del líder del Asalto al Moncada. "Tuve el privilegio de
estudiar; y estudiando me convertí en marxista, leninista y
martiano... Éramos marxistas-leninistas radicales y estudiábamos el
marxismo. Pero por una cuestión táctica no lo decíamos. Usted no va
tomar una fortaleza lanzándose de cabeza para chocar contra ella.
Usted da la vuelta, la rodea..."
Termina el diálogo, y una inolvidable fila de jefes y soldados
del Ejército Rebelde espera para que él les firme el libro. No
alcanzamos a escuchar lo que él les dice, pero está indudablemente
feliz. Se ríe por momentos como un niño.
Teté Puebla sale con su libro de la fila, tiene lágrimas en los
ojos. Lo acaricia. Ha descubierto un pasaje donde Fidel la menciona:
"La mensajera a la que hacía referencia el Che resultó ser Teté
Puebla, eficaz colaboradora de Celia, quien tuvo una participación
destacada en este episodio (se refiere a la entrega de los
prisioneros tomados en la batalla de El Jigüe) y más adelante sería
la segunda jefa del pelotón femenino Mariana Grajales".
"Yo tenía 16 años, una muchachita. No querían darme tareas
serias", le comenta Teté a un compañero. "Y mira a la muchachita
aquí... ¿Quién me hubiera dicho que iba a volver a vivir mis 16
años?"
Combatientes del Ejército Rebelde que asistieron a la
presentación del libro La victoria estratégica
· Comandante de la Revolución Ramiro Valdés
Menéndez
· Comandante de la Revolución Guillermo García Frías
· General Cuerpo Ejército Abelardo Colomé Ibarra
· General Cuerpo Ejército Leopoldo Cintras Frías
· General Cuerpo Ejército Ramón Espinosa Martín
· General Cuerpo Ejército Joaquín Quinta Solá
· General de División Efigenio Ameijeiras Delgado
· General de División Antonio Enrique Lussón
· General de División Ramón Pardo Guerra
· General de División Romárico Sotomayor
· General de Brigada Delsa Esther Puebla
· General de Brigada (R) Raúl Castro Mercader
· General de Brigada (R) Luis Alfonso Zayas
· General de Brigada (R) Reinaldo Mora
· General de Brigada (R) Harry Villegas
· General de Brigada (R) Rolando Kindelán
· Coronel (R) Orlando Pupo Peña
· Coronel (R) Orestes Guerra
· Coronel (R) José R. Silva Berroa |