Grano de vida que resurge en el Escambray

El Ejército Juvenil del Trabajo (EJT) labora duro en la recuperación de la producción cafetalera en el Macizo de Guamuhaya

Danayris Caballero García

"El mejor café de Cuba se da en el Escambray", dicen con vehemencia los habitantes de esa zona montañosa. Allí se cultiva la variedad Arábica, de gran calidad y elevado valor en el mercado internacional. Se trata de un cultivo que demanda atención especial para lograr altos rendimientos.

Foto: Boris F. AtiénzarExisten plantaciones de café en las jefaturas territoriales del EJT de Granma, Santiago de Cuba y Guantánamo, pero las del Escambray destacan a nivel nacional. 

Casi desapareció a inicios de la primera década del siglo XXI. En agosto del 2007 comienza el proceso de reordenamiento de las plantaciones de café en el país. En el Escambray, estas tenían más de 25 años y una buena parte se encontraba inundada de malezas debido a la poca atención al cultivo, la falta de fertilizantes, herramientas y brazos que les proveyeran energías.

Como el grano nace en ramas jóvenes, hubo que rehabilitar las plantas y podarlas a una altura de cincuenta centímetros. "Es cierto que esta no es la solución definitiva, es un aliciente, porque significa cortar una plantación vieja y que en sus retoños nazcan frutos durante seis o siete años, con un mayor rendimiento", explica el mayor Blas Ramón Díaz Martínez, quien dirige la jefatura territorial del EJT del Escambray.

"Otro elemento importante es la renovación de las áreas. Donde había cultivos se siembran plantas jóvenes. También se utilizan áreas nuevas, cuyos suelos tengan las condiciones propicias, la sombra necesaria. Esta actividad está respaldada por la producción de posturas de café. Hace más de tres años, el EJT en las montañas comenzó a rehabilitar los viveros", amplía el mayor.

Hasta la fecha, ha logrado más de un millón y medio de posturas y prevé una recuperación gradual de la producción, pues el café demora entre tres y cuatro años para alcanzar los rendimientos deseados. Indicios alentadores se aprecian en el estado vegetativo de las plantas, su follaje y la parición de las rehabilitadas.

Igual reconforta la dedicación de los oficiales, soldados y trabajadores civiles del EJT, así como el apoyo financiero del Estado en aras de recuperar el café. Por otra parte, resulta esencial la diversificación de las producciones, con el fin de obtener alimentos y beneficios económicos que contribuyan a mejorar las plantaciones y la calidad de vida de las personas.

Los datos ofrecidos por el mayor Blas evidencian el progreso de la reanimación cafetalera en el Escambray. En el 2009 se recogieron cuarenta toneladas, cifra superior en un 12% a lo recogido en el 2008. Para el 2010 el plan es de cuarenta y cinco toneladas. Se colectarán unas 15 000 latas.

Cultura cafetalera en Aguacate

Luego de tres años de batalla productiva y con el propósito de incrementar las producciones del aromático grano, sobresale la Granja Estatal Aguacate entre otras áreas con buenas condiciones como las de Cuatro Vientos y El Naranjo.

Sus cafetales ahora parecen jardines trazados con gran esmero estético. Las plantas están repartidas por doquier, en las pendientes y los llanos, separadas de uno a dos metros. Entre ellas median porciones de tierra límpida. Las higueretas, malangas, matas de plátano y los árboles brindan a los cafetos la sombra imprescindible que les permite crecer vigorosos y fecundar muchos granos.

Sobre la transformación del entorno en la granja de Aguacate, significa su jefe, el mayor José Rodríguez Cubas: "La gente se queda asombrada por que recibimos matas secas, llenas de bejuco, desatendidas. Estaba el café perdido dentro del monte".

Al emprender el reordenamiento, se seleccionaron los mejores suelos. Y en esas áreas se concentró el paquete tecnológico disponible: machetes, limas, fertilizantes¼

También se construyeron viveros de calidad para producir posturas. A ello coadyuvó la fabricación de compost a partir de desechos naturales: cepas de plátano, hojas secas, guano y trozos de pinos en descomposición. Abonar el suelo con este producto posibilita recuperar la capa vegetal y propicia mejor adaptación de la postura al campo.

"Nos propusimos humanizar las distancias", acota el mayor Rodríguez Cubas. "A veces los trabajadores realizaban largas marchas y llegaban agotados al cafetal", aduce. Localizar las mejores áreas en lugares cercanos adonde se halla el personal, evita fatigosas caminatas.

José Luis González Pacheco, jefe de producción, argumenta que desde el 2008 los rendimientos de la Granja Estatal Aguacate se deben, esencialmente, a la calidad y constancia en la especialización de cada trabajador y soldado en las diferentes actividades culturales del café.

En tal sentido destaca: "La vinculación entre soldados y civiles es muy estrecha. Los trabajadores de más experiencia enseñan a los jóvenes las diferentes tareas. Esta es una de las razones por las cuales nos consideran hoy una de las mejores granjas cafetaleras del EJT".

Refiriéndose a la organización del trabajo plantea González Pacheco: "En el plan de producción anual se reflejan las actividades culturales que deben realizarse al café cada mes. Por ejemplo: la limpia de calle, la limpia al hilo, la regulación de sombra ligera, la regulación de sombra profunda, el riego de fertilizantes, la siembra de posturas, el llenado de bolsas en el vivero¼ ".

En reunión con los trabajadores y los soldados se les explica la planificación para quince días de trabajo. En dependencia del cumplimiento se paga. "Cada actividad tiene su tasa de pago. Cada uno sabe qué ganará según los resultados", afirma el jefe de producción.

Entre los civiles que hoy integran la granja se encuentran sobrinos, nietos e hijos de esos campesinos. Tal es el caso de Argelia Vera Curbelo, cuyas manos parecen acariciar los bisoños cafetos en el vivero.

Junto a cuatro compañeros, esta serrana atiende 220 000 posturas de café en un área de entre quince y dieciocho cordeles cuadrados. Comienza la faena a las 7:00 a.m., después de caminar un kilómetro desde la comunidad de Aguacate. Remontan esa distancia por las tardes, de regreso a la casa.

Por lo general, descansa los sábados por la tarde y los domingos. Sin embargo, si el viento sopla muy fuerte, sacrifica el descanso para quitar las hojas de las higueretas que caen sobre las posturas y pueden dañarlas. "El vivero es como la casa. Hay que atenderlo constantemente", comenta Argelia, madre de cuatro y abuela de tres pequeños.

El soldado Roberto Jinoria Rojas por primera vez se enfrenta a estas labores. Después de conocer desde cómo plantar hasta cómo recoger el café, fijándose en los trabajadores y escuchando al jefe de granja, considera: "Es un trabajo más de responsabilidad que de desgaste, porque para mantener en buen estado las plantas hay que ser constante, saber cómo hacer las cosas, trabajar con cuidado, prestar atención si vamos a pasar por dentro de ellas".

Habla de la planta como si fuera una amiga, puesto que pasa doce días cerca de "ella" y tres en su casa.

De vuelta en el campamento, con sus "hermanos" de faena disfruta los juegos de mesa, el fútbol, el voleibol o viendo videos, porque hasta allí no llega la señal de la televisión cubana, lo cual lamenta Roberto.

Todavía le cuesta subir las lomas: "Uno se acostumbra aunque no del todo. Agota la caminata pero en el campo me distraigo observando el fruto de mi trabajo. Mientras se cultive como se hace aquí, el café siempre va a estar bien".

 

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