Kosovo es una provincia de Serbia según establece históricamente
la Constitución del país balcánico. Es un territorio al que la
instigación foránea ha llevado a dar peligrosos pasos secesionistas
causantes de no pocos conflictos en una región saturada de ellos.
Sin embargo, este jueves la Corte Internacional de Justicia (CIJ),
a instancias de Estados Unidos, reconoció la declaración unilateral
de independencia de Kosovo tomada en febrero del 2008.
Se trata de otra manipulación premiada; y para que no quede duda
de quiénes están tras ella, veamos lo declarado de inmediato por el
gobierno norteamericano, en boca de su secretaria de Estado, Hillary
Clinton:
"La CIJ decisivamente aprobó la visión de Estados Unidos para con
la declaración de independencia de Kosovo en relación con la
legislación internacional".
La señora Clinton no solo aplaudió el fallo de la CIJ, sino que
llamó a su reconocimiento internacional.
Determinar hoy que "la declaración de independencia de Kosovo no
violó el derecho internacional" puede considerarse como otro de los
graves errores políticos que se cometen por instancias de la ONU, y
que envuelven a esta organización dentro del escenario de un mundo
unipolar donde las decisiones de Washington —por muy graves que
sean—, reciben el visto bueno de una organización creada para la
paz, pero que es utilizada para fomentar guerras.
En momentos en que se toman estas decisiones, la comunidad
internacional debe recordar cuando en 1999, Estados Unidos y la OTAN
lanzaron una bestial agresión contra la antigua Yugoslavia, país que
fue sometido a 78 días y noches de bombardeos consecutivos.
Entonces la justificación de Washington fue precisamente Kosovo y
el supuesto maltrato serbio a los albano-kosovares que habitan
aquellas tierras, patrimonio milenario de Serbia.
Miles de civiles muertos y heridos; destrucción de viviendas,
guarderías infantiles, embajadas, canales de televisión, fábricas,
empresas, y de todos los puentes sobre el río Danubio; fue la "obra
pacificadora" norteamericana en "bien" de un territorio donde
elementos extremistas albaneses fomentaron la separación a través
del terror.
Todavía hoy la antigua Yugoslavia vive con los efectos nocivos y
peligrosos del uranio empobrecido de que estaban revestidos los
cohetes y bombas, lanzados por cientos contra aquella población.
Pero la Corte Penal Internacional olvidó aquellos crímenes de
lesa humanidad y falló por la mutación de un pedazo de la Serbia
agredida.
¿Cómo explicaría esa Corte y su instigador mayor —Estados Unidos—
que se trate en este caso de una región que aparece en la
Constitución Serbia como provincia suya?
¿Se percató esta instancia jurídica de la ONU de lo que puede
significar tal decisión en un mundo donde hay decenas de países
afectados por reclamos separatistas?
Estas y otras muchas preguntas las olvidó la Corte o más bien
deben ser respondidas por quienes deciden en esa manipulada
instancia de Naciones Unidas.