Afinidades musicales

MICHEL HERNÁNDEZ
michelher@granma.cip.cu

Foto: Yander ZamoraUn músico puede cruzar a lo largo de la vida por caminos esenciales que definan sus prácticas creativas, pero nunca debe perder la capacidad de admiración ni la curiosidad.

Esas cualidades estuvieron en el centro del concierto que ofreció recientemente la Camerata Romeu en la Basílica de San Francisco de Asis. En la instalación, del Centro Histórico de La Habana Vieja, la directora del conjunto de cuerdas se dio el gusto de traer nuevamente a la realidad uno de sus proyectos más caros de los últimos años: traducir al lenguaje de su orquesta un grupo de obras del renombrado compositor y pianista, Egberto Gismonti, una de las grandes figuras de ese "planeta musical" que es Brasil.

La idea es fruto de las afinidades artísticas surgidas entre ambos. Comenzó su andadura cuando la Romeu hizo contacto con el multifacético creador durante una de las jornadas del Festival Internacional de Cine Latinoamericano, y Gismonti no escatimó elogios hacia el trabajo que ella realiza. Entonces sellaron un "pacto de honor": el autor de Danza de los esclavos le enviaría una de sus piezas elaborada especialmente para su orquesta y la directora la defendería como mejor sabe hacerlo. De ahí nació, más adelante, Sertoes Veredas, un disco concebido a partir de la suite del mismo nombre y constituido por siete pasajes compuestos por Gismonti para la Camerata. El CD forma parte de Saudacoes, un álbum doble que ganó el premio internacional Cubadisco 2010.

La directora de la Camerata puso sus manos al servicio de la imaginación para llevar adelante un concierto orgánico de principio a fin. Arrancó con la entrega del primer pasaje de Sertoes Veredas, el cual indujo en el auditorio una alternancia de estados de ánimo tan indescifrables como los filmes del primer Darren Aronofsky.

La Romeu tiene una notable cualidad. Comenta con lujo de detalles los puntos esenciales de las composiciones que asume y es capaz de llamar por su nombre a la amplia gama de sensaciones que las identifican, como si no pudiera resistir la tentación de compartir con el público la ola de estremecimientos que provocan en su mundo interior cuando se encuentra en escena.

El estreno del segundo título del programa, Música para cuerdas, siguió avivando la leyenda del brasileño, cuya obra, armada por más de 50 discos, ha hecho estallar en mil pedazos los empeños por etiquetarla.

En el final del trayecto de este mágico y misterioso viaje —como dirían Los Beatles—, por la multiplicidad de historias y rostros de la cultura popular brasileña, la también pianista y pedagoga volvió sobre el punto de partida. Retomó la línea argumental de Sertoes Veredas y, con gran elegancia y sutileza, permitió que las muchachas del conjunto de cuerdas sacaran a relucir todo su oficio para ejecutar la quinta pieza de la suite, una de las de mayor fuerza emotiva del programa.

La energía y frescura del sexto pasaje de la obra, amplificadas por la riqueza tímbrica de su interpretación, coronó un concierto con el que la Camerata dio un golpe maestro en su trayectoria, y en el que Zenaida Romeu y Egberto Gismonti "anduvieron de la mano" por los escenarios cubanos.

 

| Portada  | Nacionales | Internacionales | Cultura | Deportes | Cuba en el mundo |
| Comentarios | Opinión Gráfica | Ciencia y Tecnología | Consulta Médica | Cartas| Especiales |

SubirSubir