El otro fantasma de la eficiencia azucarera
Juan Varela Pérez
juan.pvp@granma.cip.cu
El desarrollo equilibrado de la producción azucarera y la
eficiencia solo serán posibles si las capacidades se aprovechan al
tope y la industria deja de ser el otro fantasma de la zafra.
Los antecedentes de la campaña anterior lo demuestran al
cumplirse la norma potencial de molida al 56% —muy lejos de todos
los pronósticos—, y asumir la parte fabril una marcada influencia
por el tiempo que perdió en roturas e interrupciones operativas.
El
14 de Julio, de Cienfuegos, es otro de esos centrales que demuestra
una zafra tras otra que es posible ser eficiente y cumplir el plan
de azúcar.
Tal grado de inactividad constituyó un valladar para la casi
totalidad de los indicadores. A esto se sumaron las dificultades
organizativas en el mecanismo de la cosecha.
De poco valió la estrategia de paralizar 17 centrales y
concentrar recursos en los que habían declarado tener caña para más
de 90 días de zafra. Mediante esa variante el Ministerio del Azúcar
(minaz) pretendía
asegurar un balance de tiro que garantizaría molidas del 80% o más.
Admiten los propios directivos del organismo que en la mayoría de
las entidades la preparación de los técnicos y el grado de
automatización no se correspondió con la instrumentación que
mejoraba el proceso fabril.
Experimentados
mecánicos preparan los molinos, aspecto esencial para una buena
zafra.
Poca
exigencia de los jefes
La aplicación del sistema de pago, asociado a la cantidad de
azúcar producida por turno, aparece en el análisis integral como una
de las violaciones inadmisibles. La poca exigencia de los jefes
impidió la evaluación correcta de cada trabajador y que los ingresos
económicos se correspondieran con los resultados productivos. Esto,
lejos de beneficiar a los centrales involucrados, los perjudicó al
pagar salarios sin tener la debida respuesta en azúcar.
Aunque muchos ingenios declaraban estar listos para una buena
zafra dado el incremento en la organización integral del sistema,
los meses siguientes demostraron que tales valoraciones carecieron
de objetividad. Esto se demostró en las manifestaciones de
indisciplina, la falta de exigencia de los cuadros y jefes
intermedios, encargados de velar por el cumplimiento de las
orientaciones y las normas técnicas.
Si bien el proceso inversionista no dispone en la actualidad de
recursos financieros para enfrentar el actual grado de
descapitalización en la industria azucarera, es imprescindible
distribuir lo que se tiene con inteligencia y sabiduría.
Ante esa realidad, el MINAZ revisa la estrategia inversionista y
potencia la conformación de proyectos integrales, como por ejemplo,
el del central Jesús Rabí, de Matanzas. En las instalaciones
azucareras del municipio de Calimete se introdujo un programa de
riego, cosecha y tiro de moderna tecnología, que en la más reciente
zafra dejó un saldo de 57 toneladas de caña por hectárea y en la
liquidación tuvo los menores costos en la cosecha y en la eficiencia
energética.
Para reordenar la agroindustria azucarera, el MINAZ está también
obligado a solucionar las pérdidas y deudas bancarias acumuladas así
como los problemas de subempleo en las fuerzas disponibles.
Los pobres resultados de la zafra 2009-2010 evidenciaron que
sistematizar la eficiencia y bajar los costos, exigen eliminar
además escalones de dirección innecesarios y lograr un vínculo más
directo y fluido con la base productiva.
Utilizar el potencial disponible
En este examen sobre las proyecciones del Ministerio del Azúcar
no pueden faltar la revitalización del programa de los derivados,
desplegar el potencial disponible en la generación eléctrica y
adelantar los estudios sobre las centrales termoeléctricas a partir
de la biomasa cañera y forestal, combustibles más económicos y
protectores del medio ambiente.
El penoso balance de la anterior campaña, la menor de los últimos
años, demostró que las limitaciones en insumos no pueden esgrimirse
como única causa en el excesivo tiempo perdido, ni la pobreza en
indicadores definitorios y mucho menos justificar que 18 centrales
molieran por debajo del 55%.
A los problemas subjetivos ya mencionados se añade un elemento a
veces subestimado: el constante movimiento de jefes ubicados en
puestos determinantes en la industria.
Casi todas las dificultades planteadas para explicar las razones
de un deficiente trabajo pueden remediarse con la inteligencia y la
sabiduría de cada colectivo, sin esperar por soluciones externas. Lo
demuestran los 14 centrales cumplidores del plan de azúcar y los 12
que molieron sobre el promedio nacional.
La capacitación y adiestramiento del personal demandan mayor
seriedad y rigor, y que los seminarios y cursos dejen de ser simples
inventarios de charlas para cubrir expedientes.
No debe olvidarse que las reparaciones en los equipos de la
cosecha y en la parte industrial no pueden convertirse en el
fantasma de la eficiencia. Es preferible retrasar la arrancada si
las reparaciones no pasan las pruebas. Urge eliminar también los
fatídicos maratones finalistas. Todos coinciden en que los
azucareros no pueden gastar ni recibir más de lo que producen. |