El
poeta que invitó Marilyn Bobes a su Jueves de Poesía, espacio que a
esta divinidad abre sus puertas la capitalina Casa del Alba, tiene
míticos nombres. A ellos hace honores con su obra este joven autor
si tenemos en cuenta el poder redentor de esa musa y el mágico
desafío a que nos convoca. Jesús David Curbelo entraña en sí mismo
un reto, es esencialmente creación.
La presentación que hace su anfitriona de este joven que se
desempeña como Jefe de la Redacción de Poesía de Ediciones Unión, de
la UNEAC, es breve, aunque largas son las listas de premios
recibidos y sus más de 15 publicaciones.
Comienza el poeta pero no lo hace, como suele ocurrir, leyendo
poemas totalmente suyos, aunque muchos de los que ha compuesto
hubieran podido darle a la velada una excelente entrada. Irrumpen,
como viejos pero a la vez renovados ecos, versos de siglos lejanos
por donde desanda el bardo, para quien la traducción de estas joyas
universales resulta una verdadera pasión. Los textos forman parte de
una antología de poemas de amor —Por la senda de Judas— donde
no solo habrá obras en los que este sentimiento será traído al
español, sino que estará expresado en sus disímiles matices.
El dominio de lenguas como el inglés, el francés, el portugués y
el italiano nos traen de vuelta, con la fragancia del poema intacto,
las resonancias universales de Rustico di Filippo y Dante Alighieri,
o a Giovanni Boccaccio y a Víctor Hugo, más conocidos como
narradores, en su faceta de líricos. Pasean por el escenario las
voces íntimas del inglés John Keats, el portugués Antero de Quental,
el norteamericano Edward Cummings, el francés Yves Bonnefoy y el
irlandés Seamw Heaney.
Lee, a petición del auditorio, algún poema en la lengua original
en que fue escrito y, a pesar de Voltaire, para quien resulta
imposible traducir la poesía, nos entrega en sus palabras el hálito
lírico del mensaje, aun cuando ese idioma no es dominado por los que
escuchan.
Otro grupo de textos en defensa también de los poemas de amor
—que cree escasos en estos tiempos y que son parte de un proyecto
donde los incluirá con el título La nueva vida o la poesía de
amor explicada a los niños y a las niñas— corroboran a
los tertulianos que estamos en presencia de un poeta harto singular.
Impresionantes resultan sus trabajos Leyes de Kepler y
Salmo. Al escucharse allí como un nuevo tintineo los antológicos
versos de Vallejo o de Francisco de Quevedo, ahora frescamente
renovados por la reescritura de Curbelo, nadie puede dudar que los
clásicos convidan a la originalidad.
En el primero, donde no pareciera posible el asomo lírico por el
supuesto enunciado científico, la poesía emerge para demostrar, una
vez más, la pujanza de la creación artística cuando alguien la lleva
consigo; en el otro, se percibe una vehemencia de singular
iniciativa a pesar de las referencias paratextuales: Cómo de
entre mis manos te resbalas/ y no puedo salvarte; aunque porfía/ la
angustia del deseo, todavía, /con tu lubricidad todo lo igualas:/
fiestas, lutos, harapos, sexos, galas./ Quien de lozana juventud se
fía/sólo conserva el polvo que sabía/ deja en los dedos un batir de
alas. Estas reescrituras del barroquismo quevedense —como muchas
otras travesuras literarias que están por ver— nos devuelve al autor
de Poderoso caballero es Don Dinero con la frescura corpórea
de este poeta del siglo XXI, a quien la poesía, por todo lo que este
vate promete, solo le está amaneciendo.