ROMA.— Entre
los muchos efectos devastadores de la crisis económica actual, uno
de los más perniciosos en el mundo desarrollado es la tendencia
ascendente de la tasa de desempleo de los jóvenes, que creció seis
puntos porcentuales en la zona de la OCDE entre 2007 y 2009. España
ha tenido una alarmante tasa de desempleo entre los jóvenes del 42%
en 2010. Cuando los jóvenes dejan de ser el motor de la economía, se
pone en peligro el crecimiento a largo plazo y el malestar social se
convierte en una amenaza real para el orden político democrático.
En este sentido, Italia representa un caso extremo, ya que
incluso se está marginando a los trabajadores jóvenes altamente
capacitados, aunque usualmente superan el umbral de edad de la tasa
de desempleo de la juventud (29,5% en el país). No obstante,
entender este fenómeno y sus consecuencias políticas da una idea
sobre lo que pueden afrontar otros países de la OCDE en el futuro
cercano.
Según un estudio de la Universidad italiana LUISS, la mitad de
los principales líderes empresariales y políticos del país tienen 60
años o más. Además, el instituto nacional de estadística señala que,
en 2009, alrededor del 60% de las personas entre los 18 y los 34
años (y el 30% de quienes tenían entre 30 y 34) vivían con sus
padres debido a que no podían mantenerse por sí solos. Dos millones
de personas en ese mismo rango de edad estaban clasificadas como
desempleados sin educación ni capacitación.
El sistema se está agrietando poco a poco y la juventud italiana
corre el riesgo de convertirse en la primera generación de la
historia moderna que esté en peores condiciones que la precedente.
No debe sorprender que el 79% del desempleo generado por la crisis
financiera es atribuible a los trabajadores jóvenes con empleos
precarios. Aun cuando el país está lejos de los impulsos radicales
del "1968", el aislamiento de la juventud en Italia está sentando
las bases para una revuelta generacional. (Fragmentos tomados de
Rebelión).