Otra vez después del Mundial

OSCAR SÁNCHEZ SERRA

Cuánto nos gusta el fútbol y qué poco hacemos por aprovechar esa preferencia del considerado, por mucho, el deporte más popular del mundo. Decidimos que pasara un tanto la euforia de la Copa Mundial de Sudáfrica 2010, que como pocos, los cubanos y cubanas disfrutamos, minuto a minuto de cada partido, para no caer en lo mismo de cada cuatro años.

Foto: Ricardo López HeviaNo basta con el campeonato nacional en el que participan todas las provincias.

A la llegada de ese singular momento, repetimos: impulsemos el fútbol, aprovechemos esta efervescencia para el desarrollo del balompié cubano, que nos puede garantizar buena preparación física masiva y pocos gastos en su práctica deportiva

Sin embargo, hasta hoy, todo queda en varios reportes de prensa, alguna que otra intención a propósito del magno evento, proyectos, planes¼ pero de desarrollo, nada.

No hay duda de que en nuestro país el gol, como en Europa y Sudamérica, hace brotar grandes emociones, por eso el gigantesco esfuerzo que nos trajo el Mundial completo, los 64 partidos; por eso las salas de cine de la capital y de las provincias se abarrotaron con los colores de cada uno de los equipos participantes en la fiesta sudafricana; por eso nuestros niños conocen a Messi, Forlán, Müller, Robben, Sneijder, Iniesta y Casillas; por eso también los parques y las calles se llenaron de émulos de los héroes de la cancha.

Entonces ¿podremos convertir esa pasión en desarrollo de este deporte en el país?

Aunque conozco expresiones como "el fútbol no nos entra por ningún lado" o "no tenemos tradición" (ojo la Asociación Cubana de Fútbol tiene ya 71 años), la respuesta es sí. Contamos con lo principal, nos gusta, cala en los niños, en los adolescentes. Pero la pregunta es otra ¿hemos hecho lo correcto? La respuesta es no.

Pasamos por entrenadores extranjeros, alemán, brasileño, peruano, para dirigir la selección nacional, como si tuvieran una varita mágica: un resultado más o menos importante y toda Cuba se pusiera a jugar fútbol; creamos un campeonato nacional de mayores, con participación de todas las provincias; hemos contado con las selecciones Sub-23 y Sub-17, concentrando los recursos en sus participaciones internacionales; en las EIDE hay un equipo de fútbol, también en las ESPA.

Incluso adoptamos, hace ya varios años, que el fútbol en la enseñanza primaria se incluyera como deporte motivo de clase.

¿Y ENTONCES POR QUÉ NO ANOTAMOS GOLES?

Muy sencillo. Ninguno de esos disparos va entre los tres palos. Si no tenemos al fútbol en las grandes masas de niños, adolescentes y jóvenes, jamás podemos gritar ¡GOL!

Cuba cuenta con más de 8 000 escuelas primarias y más de 1 000 secundarias, si cada una organizara su campeonato interno, puede ser en el patio de la escuela o en una cancha o terreno de su municipio; si luego en cada territorio existieran competencias inter-escuelas, que clasificaran a un nivel provincial digamos a las dos mejores de cada certamen municipal, llegaríamos a una lid en la provincia en la que intervendrían cientos de muchachos.

Y no tiene que ser una sola competencia, pueden hacerse varias, incluso hasta simultáneamente; coexistir dos eventos, uno de corta duración y otro con calendario más amplio, que culmine con el curso escolar y sea el de más reconocimiento. También organizar categorías: de primer a cuarto grados; quinto-sexto grados, y de séptimo a noveno.

Cuando tengamos a cientos de miles de niños jugando, anotando goles, compitiendo en defensa de la camiseta de su escuela, como mismo lo hicieron en estos días por la de varios países; cuando los padres y los amiguitos del barrio lo vayan a ver como si fuera Messi; cuando el director y los profesores se sientan orgullosos del equipo de su escuela, entonces podremos hablar de desarrollo y de seguro comenzaremos a anotar goles, nuestros campeonatos de primera categoría serían mucho mejores, pues tendrían de donde nutrirse; las matrículas de EIDE y ESPA serían cualitativamente superiores y las selecciones Sub-17 o Sub-23 demandarían de menos tiempo para su preparación y en consecuencia de menos recursos.

Entonces sí sería un deporte motivo de clase, y no como ahora, que muchos padres se vuelven locos en contestar trabajos prácticos de clase sobre historia del fútbol o reglamentos de un deporte, cuyas reglas se crearon en 1863. El fútbol, sí, hay que aprenderlo, conocerlo, pero para desarrollarlo hay que vivirlo, no encorsetarlo en una clase metodológica. Hay que darle el balón al niño para que se familiarice con él, recordemos que este deporte usa las extremidades con las que nacemos con menos habilidades, adquirirlas es verdadero arte.

Volvemos a insistir en una gran contradicción que tienen nuestras autoridades deportivas y hay que repetirlo hasta el cansancio: No pueden pasar por alto que este es un deporte que requiere rigor físico, que prepara al niño, al adolescente para crecer más sano; como tampoco deben obviar que es una disciplina que aunque hoy mueve millones en el mundo profesional, es de las más económicas para su práctica: un balón y ya tienes a 22 contendientes.

No por gusto la historia le deparó esta práctica a las muchedumbres de la Vieja Europa; mientras unos pocos se hacían caballeros, muchos plebeyos desarrollaron juegos de conjuntos; los orígenes de este encopetado fútbol de trajes y corbatas del siglo XXI, estaba entre ellos.

Sume a sus virtudes que en el orden táctico prepara como ninguna otra disciplina deportiva estrategias colectivas de defensa y ataque, al más fiel estilo de cualquier combate militar. Utiliza los flancos para penetrar las defensas, con el objetivo de abrirlas; emplea batallones en bloques para contener o neutralizar sectores del campo; actúa también de contragolpes con pocos efectivos y requiere de una excelente preparación física para estar apto de cara al combate por el gol.

Al béisbol, que forma parte de nuestra cultura, de nuestra identidad, nadie lo va a desterrar, pero son muchas las ventajas del fútbol para desaprovecharlo.

 

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