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Otra vez después del Mundial
OSCAR SÁNCHEZ SERRA
Cuánto nos gusta el fútbol y qué poco hacemos por aprovechar esa
preferencia del considerado, por mucho, el deporte más popular del
mundo. Decidimos que pasara un tanto la euforia de la Copa Mundial
de Sudáfrica 2010, que como pocos, los cubanos y cubanas
disfrutamos, minuto a minuto de cada partido, para no caer en lo
mismo de cada cuatro años.
No
basta con el campeonato nacional en el que participan todas las
provincias.
A la llegada de ese singular momento, repetimos: impulsemos el
fútbol, aprovechemos esta efervescencia para el desarrollo del
balompié cubano, que nos puede garantizar buena preparación física
masiva y pocos gastos en su práctica deportiva
Sin embargo, hasta hoy, todo queda en varios reportes de prensa,
alguna que otra intención a propósito del magno evento, proyectos,
planes¼ pero de desarrollo, nada.
No hay duda de que en nuestro país el gol, como en Europa y
Sudamérica, hace brotar grandes emociones, por eso el gigantesco
esfuerzo que nos trajo el Mundial completo, los 64 partidos; por eso
las salas de cine de la capital y de las provincias se abarrotaron
con los colores de cada uno de los equipos participantes en la
fiesta sudafricana; por eso nuestros niños conocen a Messi, Forlán,
Müller, Robben, Sneijder, Iniesta y Casillas; por eso también los
parques y las calles se llenaron de émulos de los héroes de la
cancha.
Entonces ¿podremos convertir esa pasión en desarrollo de este
deporte en el país?
Aunque conozco expresiones como "el fútbol no nos entra por
ningún lado" o "no tenemos tradición" (ojo la Asociación Cubana de
Fútbol tiene ya 71 años), la respuesta es sí. Contamos con lo
principal, nos gusta, cala en los niños, en los adolescentes. Pero
la pregunta es otra ¿hemos hecho lo correcto? La respuesta es no.
Pasamos por entrenadores extranjeros, alemán, brasileño, peruano,
para dirigir la selección nacional, como si tuvieran una varita
mágica: un resultado más o menos importante y toda Cuba se pusiera a
jugar fútbol; creamos un campeonato nacional de mayores, con
participación de todas las provincias; hemos contado con las
selecciones Sub-23 y Sub-17, concentrando los recursos en sus
participaciones internacionales; en las EIDE hay un equipo de
fútbol, también en las ESPA.
Incluso adoptamos, hace ya varios años, que el fútbol en la
enseñanza primaria se incluyera como deporte motivo de clase.
¿Y ENTONCES POR QUÉ NO ANOTAMOS
GOLES?
Muy sencillo. Ninguno de esos disparos va entre los tres palos.
Si no tenemos al fútbol en las grandes masas de niños, adolescentes
y jóvenes, jamás podemos gritar ¡GOL!
Cuba cuenta con más de 8 000 escuelas primarias y más de 1 000
secundarias, si cada una organizara su campeonato interno, puede ser
en el patio de la escuela o en una cancha o terreno de su municipio;
si luego en cada territorio existieran competencias inter-escuelas,
que clasificaran a un nivel provincial digamos a las dos mejores de
cada certamen municipal, llegaríamos a una lid en la provincia en la
que intervendrían cientos de muchachos.
Y no tiene que ser una sola competencia, pueden hacerse varias,
incluso hasta simultáneamente; coexistir dos eventos, uno de corta
duración y otro con calendario más amplio, que culmine con el curso
escolar y sea el de más reconocimiento. También organizar
categorías: de primer a cuarto grados; quinto-sexto grados, y de
séptimo a noveno.
Cuando tengamos a cientos de miles de niños jugando, anotando
goles, compitiendo en defensa de la camiseta de su escuela, como
mismo lo hicieron en estos días por la de varios países; cuando los
padres y los amiguitos del barrio lo vayan a ver como si fuera Messi;
cuando el director y los profesores se sientan orgullosos del equipo
de su escuela, entonces podremos hablar de desarrollo y de seguro
comenzaremos a anotar goles, nuestros campeonatos de primera
categoría serían mucho mejores, pues tendrían de donde nutrirse; las
matrículas de EIDE y ESPA serían cualitativamente superiores y las
selecciones Sub-17 o Sub-23 demandarían de menos tiempo para su
preparación y en consecuencia de menos recursos.
Entonces sí sería un deporte motivo de clase, y no como ahora,
que muchos padres se vuelven locos en contestar trabajos prácticos
de clase sobre historia del fútbol o reglamentos de un deporte,
cuyas reglas se crearon en 1863. El fútbol, sí, hay que aprenderlo,
conocerlo, pero para desarrollarlo hay que vivirlo, no encorsetarlo
en una clase metodológica. Hay que darle el balón al niño para que
se familiarice con él, recordemos que este deporte usa las
extremidades con las que nacemos con menos habilidades, adquirirlas
es verdadero arte.
Volvemos a insistir en una gran contradicción que tienen nuestras
autoridades deportivas y hay que repetirlo hasta el cansancio: No
pueden pasar por alto que este es un deporte que requiere rigor
físico, que prepara al niño, al adolescente para crecer más sano;
como tampoco deben obviar que es una disciplina que aunque hoy mueve
millones en el mundo profesional, es de las más económicas para su
práctica: un balón y ya tienes a 22 contendientes.
No por gusto la historia le deparó esta práctica a las
muchedumbres de la Vieja Europa; mientras unos pocos se hacían
caballeros, muchos plebeyos desarrollaron juegos de conjuntos; los
orígenes de este encopetado fútbol de trajes y corbatas del siglo
XXI, estaba entre ellos.
Sume a sus virtudes que en el orden táctico prepara como ninguna
otra disciplina deportiva estrategias colectivas de defensa y
ataque, al más fiel estilo de cualquier combate militar. Utiliza los
flancos para penetrar las defensas, con el objetivo de abrirlas;
emplea batallones en bloques para contener o neutralizar sectores
del campo; actúa también de contragolpes con pocos efectivos y
requiere de una excelente preparación física para estar apto de cara
al combate por el gol.
Al béisbol, que forma parte de nuestra cultura, de nuestra
identidad, nadie lo va a desterrar, pero son muchas las ventajas del
fútbol para desaprovecharlo. |