Meses antes de iniciar la V Comprobación Nacional al Control
Interno que se desarrolla del 19 de abril al 21 de mayo, la
Controlaría General de la República adelantó un instrumento de gran
ayuda para las empresas y entidades que serían visitadas: la Guía
de autocontrol.
Lamentablemente, los resultados de la auditoría y algunas
intervenciones durante el resumen provincial, demuestran que en
muchos lugares no se le dedicó suficiente interés al análisis de ese
documento.
En Las Tunas, por ejemplo, varios participantes en la sesión
final del control admitieron que, de haberse preparado más sobre la
base del contenido de la Guía, hubieran obtenido mejores resultados
en la comprobación.
En efecto, los especialistas detectaron irregularidades o
violaciones elementales en torno a la ejecución del presupuesto,
empleo y preservación de las finanzas, control
económico-administrativo, uso de los recursos, administración del
patrimonio...
Como en otras provincias, no faltó desde el auditorio alguna que
otra "apesadumbrada autocrítica" y la subsiguiente promesa de
"trabajar para superar los problemas en el menor plazo".
Meditando acerca de esa recurrente "sinfonía" me asalta una
pregunta: ¿Por qué trabajar para lograr eso a partir de ahora y no
desde antes?
Y otra observación: ¿Por qué no aplicamos en el uso y control de
los recursos estatales las mismas recetas y experiencias que ponemos
en práctica cada día en el ámbito familiar o privado?
Razonemos: ¿Qué sucede cuando al cabo de algunos meses no ha
retornado el dinero que prestamos bajo compromiso de rápida
devolución? Seamos sinceros: removemos cielo y tierra para poner fin
a esa "cuenta por cobrar".
¿Quién, dependiendo de ingresos personales a partir del trabajo
honrado, malgasta sus fondos en lo que se le antoja? ¡Nadie!
Estoy por conocer al sujeto que, más allá de los límites normales
de la bondad humana, regala lo que tiene al primero que llega, o
permite que el hijo sustraiga y revenda lo que hay en casa para el
sustento de la familia.
Sé de muchas personas que, frente a la urgencia de un vecino,
prestan el ventilador, la batidora, la lavadora, una bicicleta...
(¿movimiento de medios básicos?), pero no tengo referencia del
primero que se haya desentendido de esos artículos con la
tranquilidad y despreocupación que afloran en el entorno estatal.
Busquemos hoy en una empresa uno de aquellos ventiladores Órbita,
procedentes de la antigua URSS. Admito que puede aparecer alguno.
Pero no es lo predominante. En cambio, ¿cuántos giran todavía dentro
de los hogares? Moraleja: en mi casa reparo, cuido, salvo y mantengo
funcionando. En mi trabajo doy de baja, pido reposición, regalo o...
pongo las cosas "en otra órbita".
El pasado 12 de abril, Gladys Bejerano Portela, Contralora
General de la República afirmó en el periódico Trabajadores que
"además de las indisciplinas y violaciones de funcionarios que no
cumplen su papel, tenemos también malos métodos de dirección y falta
de habilidades", razón por la cual es preciso elevar la ejemplaridad
de quienes dirigen y administran.
Sería interesante imaginar qué saldo arrojaría una comprobación
al "control interno" privado, del hogar, o de la actividad económica
productiva y de servicio por cuenta propia. Tengo la impresión de
que los faltantes, sobrantes, cuentas por cobrar, desvío de recursos
personales, derroche de dinero, mermas, pérdidas, insensibilidad,
pagos o préstamos indebidos... serán siempre, comparativamente,
inferiores a las violaciones en empresas, entidades, organismos y
unidades estatales.
No se necesita dentro de casa una guía de autocontrol. Sabe muy
bien la familia lo que tiene, el modo de cuidarlo, cómo satisfacer
necesidades y aumentar su patrimonio.
En fin, se manifiesta un poco más allí lo que está faltando entre
directivos, funcionarios y trabajadores: sentido real de pertenencia
y suficiente gratitud como para asumir que es suyo, nuestro, de
todos hasta el último centavo, tornillo, gramo de harina,
píldora o gota de combustible.
Sin ese convencimiento, difícilmente podamos aspirar a un
verdadero control y adecuado uso de los recursos, al menos por vía
consciente o de manera espontánea.