"Aquí tenemos una discusión. Unos compañeros sostienen que aunque
la planificación económica es un método socialista, también puede
aplicarse en los países capitalistas, mientras que otros negamos esa
posibilidad y sostenemos que la planificación económica sólo puede
regir en un país socialista. También discutimos que para que la
planificación tenga éxito hace falta que los planes sean discutidos
y conocidos abajo...".
Esto nos dice una carta que firman varios trabajadores.
Los que sostienen que la planificación económica sólo puede regir
en un país socialista tienen razón.
La planificación económica no sólo es un "método socialista"; es,
en realidad, una necesidad de la economía socialista.
La economía socialista no puede desarrollarse más que a través de
la planificación.
Desde el momento mismo en que la sociedad se convierte en el
dueño colectivo de las fábricas, los transportes, los bancos, los
comercios, la mayor parte de la tierra —en una palabra, se convierte
en el dueño colectivo de los principales medios de producción— y,
como consecuencia de ello el motor de la producción deja de ser el
interés de lucro de los capitalistas privados y rige el interés de
producir para satisfacer las necesidades de las masas, la
necesidad de la planificación se hace sentir, aunque no sea
materialmente posible organizarla de inmediato.
La sociedad propietaria colectiva de los medios fundamentales de
producción no puede decirle a los administradores, que nombra a
través de su gobierno revolucionario obrero-campesino, produzcan lo
que quieran o lo que puedan.
No, la sociedad tiene que ver lo que necesita producir y
proponerse producirlo.
La propiedad colectiva y el interés de producir para satisfacer
las necesidades de las masas impone determinar: qué producimos.
Pero la necesidad de producir tales o más cuales cosas no
determina la posibilidad real de hacerlo sin más ni más.
La planificación no consiste en decir: vamos a producir tanto de
esto y más cuanto de lo otro.
Para planificar debemos establecer previamente, desde luego,
cuánto debemos producir de cada cosa, cuáles renglones de producción
se desarrollarán primero y hasta dónde y cuáles después.
Pero una vez determinado eso, hace falta trazar el modo de
llevarlo a cabo y ésa es la verdadera tarea de la planificación
económica.
Para planificar adecuadamente es necesario tener un conocimiento
cabal de lo que tenemos:
Tierras, fábricas, máquinas y transportes disponibles.
Trabajadores con que contamos para las distintas labores y nueva
mano de obra que pueda incorporarse.
Técnicos e ingenieros, agrónomos y zootécnicos.
Agua, materias primas, comunicaciones.
Recursos de inversión.
Recursos de consumo, etc.
Todo tiene que ser tomado en cuenta para que la planificación
responda a las posibilidades y realidades existentes.
En la planificación ha de considerarse el comercio internacional:
cuánto se importa y cuánto se exporta; qué y cuándo se exporta; qué
y cuándo se importa.
Hay que calcular las necesidades del consumo, cuáles de esas
necesidades se pueden satisfacer y en qué medida y cuáles no se
pueden satisfacer en un tiempo determinado.
Para lograr aumentos en la producción y en la productividad se
hace necesario poner por delante las obras básicas, el desarrollo de
los medios de producción.
Esto da una idea de la complejidad de la planificación y también
de su importancia extraordinaria para dirigir la construcción
económica socialista y la producción socialista.
También da una idea de cómo la planificación se presenta como una
necesidad ineludible del socialismo. Cualquier medida, en cualquier
sector de la producción o del consumo, repercute en todos los demás
sectores y está relacionada con ellos.
La planificación, hemos dicho, es una necesidad en el
socialismo.
De otro lado, sólo la propiedad colectiva sobre los principales
medios de producción y el hecho de que se produce con vistas a
satisfacer las necesidades de la sociedad, permiten planificar
verdaderamente la economía.
La propiedad privada capitalista sobre los medios de producción y
la producción con fines de obtener ganancias no permiten que
se pueda aplicar una verdadera planificación.
Los estados capitalistas, manejados por los monopolios, pueden
hablar y hablan de "planes económicos", pueden tomar y toman medidas
para restringir ciertas producciones con propósitos de contener
algunos procesos de superproducción, pero son incapaces de trazar un
plan único para la economía, son incapaces de planificar un
desarrollo económico a tono con las necesidades de la sociedad.
A ello se opone la competencia entre los monopolios, entre los
capitalistas; la lucha de unos monopolios contra otros, de los
monopolios contra los capitalistas no incluidos en los monopolios,
de unos capitalistas contra otros.
A ello se opone el afán de ganancias, el ansia de lucro que
preside toda la producción capitalista y la determina.
A ello se opone la limitación que al mercado impone la
explotación creciente de las masas trabajadoras por parte de los
capitalistas.
La Habana, 17 de agosto de 1963.