El genio de Iniesta corona a España

—"Esto es para celebrarlo un año entero." Rafael Nadal, mejor tenista español de todos los tiempos y número uno del mundo, al festejar en el estadio Soccer City el triunfo ibérico

Ariel B. Coya

Ganó el fútbol más vistoso y venció España, naturalmente, aunque por poco, por muy poco, pues el único gol del partido irrumpió en el marcador cuando Holanda apenas coleteaba sobre la grama del Soccer City con un hombre menos y la media hora de la prórroga casi se agotaba.

"Las finales no son para jugar bonito, sino para ganarlas", había sentenciado Arjen Robben antes del histórico partido en Sudáfrica y la verdad es que sus palabras no hicieron más que anticipar la batalla, como le tocó descubrir después al "inspector" inglés Howard Webb, entre tantas tarjetas (mostró en total 14 amarillas y una roja) y un sinfín de faltas (47).

Foto: APEl centrocampista del Barcelona marcó el único tanto de su equipo en otro duelo épico.

¿Que mal termina lo que mal arranca? Pues nada de eso se aplica a esta España, aunque quizá sería impreciso afirmar que fue con la derrota por 0-1 ante Suiza que inició esta cruzada, cuando en realidad todo comenzó hace dos años en la Eurocopa que organizaron el país helvético y Austria. Allí, en el estadio Ernst Happel de Viena, fue el 29 de junio del 2008 que nació esta nueva monarca, que en parte dejó de ser la Furia Roja de antaño para transformarse en la Selección del tiqui-taca. Un conjunto coral que igual derrotó a Alemania en la final europea con más fútbol que dianas.

De ahí que ahora la Naranja Mecánica más dura no pudiera frenarla y conociera su tercer revés en una final mundialista, algo que ya se puede ir conociendo como "la maldición futbolística de Holanda". Su verdugo fue esta vez un jugador superlativo, sí, un jugadorazo: Don Andrés Iniesta, el genio menudo que soportó mil patadas, provocó la expulsión de Heitinga, pisó el balón y generó fabulosos pases, antes de irse de todos para sacarse de la chistera una volea mágica. Con ese gol —el número 145 anotado en Sudáfrica—, España se sacudió por fin todos sus complejos y todos sus traumas: todos los fracasos en los Mundiales anteriores (incluido el organizado en casa en 1982), el penal errado por Eloy ante Bélgica en los cuartos de 1986, el codazo del italiano Mauro Tassotti a Luis Enrique en 1994 y los goles anulados por el árbitro Gamal Al Ghandour ante Sudcorea en 2002.

Así, quizá sea cierto que fue el primer campeón que comenzó perdiendo, o que incluso ganó todos sus partidos a partir de octavos por 1-0, pero fue España también la que apostó por el mejor estilo de juego, por medio de la posesión infinita de la pelota, el toque sutil y la asociación coral entre todos sus miembros. De ahí que es justo y merecido que cuatro años antes de la próxima cita en tierras de Brasil, el más campeón de los campeones, sea esta España la nueva estrella que ingresa al firmamento balompédico.

 

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