Cortar de raíz la indisciplina cañera

JUAN VARELA PÉREZ

La producción cañera atraviesa hoy su momento más crítico. La falta de caña obliga a paralizar de forma casi permanente ocho centrales y unos diez abren capacidades pero apenas muelen.

 Foto: Otmaro RodríguezLa disciplina cañera empieza por hacerle a las plantaciones lo que necesitan en su justo momento, sin violar etapas.

Es necesario profundizar en las consecuencias negativas que esto ocasiona en la estabilidad de los cuadros y técnicos de los ingenios, en la pérdida de habilidades y en el sistema de trabajo en las complejas condiciones en que se desarrolla la zafra. Tal grado de parálisis genera, además, vinculaciones y tiros extra de caña a largas distancias. Hay que eliminar esa práctica antieconómica y garantizar que cada industria reciba en el basculador la caña que tiene asignada.

Los rendimientos agrícolas, considerados el plato fuerte cañero, muestran en los últimos años un declive que tuvo en la zafra anterior su expresión más negativa al promediar 27 toneladas por hectárea. En este desfavorable balance influyó el 59% de las empresas con menos de 30 toneladas por hectárea.

De las 750 000 hectáreas habilitadas como fondo de tierra para la caña, existen en la actualidad 131 000 vacías.

LOS EJEMPLOS

La pasada zafra enseñó con toda crudeza los efectos de la crisis cañera. Al extenso rosario de imprecisiones se unieron la falta de organización y decisiones erróneas en indicadores capitales.

Casi la mitad de los productores y el 59% de las empresas equivocaron sus apreciaciones.

En una tarea vital como esta faltó profundidad y eficiencia en la supervisión del Ministerio del Azúcar, lo cual motivó el resultado más adverso y controvertido de los últimos años.

La agricultura, para muchos el clásico "armador" de la molienda, esta vez dejó de ser la impulsora de la zafra. Esto motivó que la planificación se descompensara. La inminente caída de los estimados y ante la infructuosa búsqueda del cumplimiento en azúcar, se apeló a una cura peor que la herida: cosechar áreas no planificadas, lo cual violó la política del Ministerio, afectó la composición de cepas y elevó las pérdidas económicas y las indisciplinas. Este es un mal repetido otras veces en muchos centrales, pero cuando el plan se cumple todo queda bajo su sombra protectora. Directivos del MINAZ aseguran que cada una de estas violaciones es examinada.

Cualquier valoración bien pensada y objetiva hubiese llegado a una conclusión: imposible "tapar" el déficit cañero si el 59% de las unidades incumplen sus estimados.

¿CóMO INICIAR LA RECUPERACIÓN?

El azúcar ha distinguido históricamente a los cubanos. Esa noble y económica tradición, lejos de mantener su descenso e incluso desaparecer, puede, en unos años, rescatar el prestigio ganado y volver a planos superiores si la materia prima es capaz de cubrir las significativas capacidades aún disponibles y hoy mal aprovechadas.

Por los actuales precios en el mercado mundial, el azúcar, el alcohol y otros derivados pueden ser competitivos si se logran con eficiencia y un óptimo uso de los recursos.

Comisiones de técnicos y especialistas del Ministerio del Azúcar recorren las áreas cañeras, dialogan con los productores, anotan quejas y sugerencias y buscan fórmulas que agilicen la solución de los problemas que hoy enfrentan. La mayoría —se ha demostrado—, depende del pensamiento y la acción de los propios cañeros.

Uno de los temas es el bajo precio que se paga a los productores. Tomemos un ejemplo: una hectárea de caña que suministra 50 toneladas recibe como pago 2 545 pesos; otros cultivos, en cambio, superan los 15 000 pesos por lo que cosechan en igual cantidad de tierra. Ello desestimula y, a la vez, crea dificultades al diseñarse el sistema de pago.

La radiografía sobre las violaciones que deben erradicarse está hecha y estudiada, y ninguna es imposible de solucionar. Las dificultades con la disciplina laboral y técnica, jornada que en muchos casos solo dura 4 ó 5 horas —se ha comprobado que hasta menos—, ausencia de normativas para las labores y su control por brigada y la falta de exigencia de los técnicos, funcionarios y cuadros junto a la formalidad en los controles, son elementos desencadenantes de la situación actual.

Sobre esto y mucho más giran los diálogos sostenidos en la base productiva, pero sin olvidar que en el transcurso de la zafra las indicaciones no fueron transmitidas hasta los segmentos primarios de las unidades y empresas. Algo lamentable es que muchas unidades mantuvieron en la etapa problemas en la administración reflejados en el mal uso de créditos, anticipos inadecuados, demasiados trabajadores indirectos y exceso de gastos sin respuesta productiva.

La cañera es una agricultura básicamente de secano (sin regadío), que tiene en la siembra, la limpia, la fertilización y otras atenciones las armas principales para su desarrollo. El clímax llega al iniciarse mayo, época en que, en años anteriores, el Ministerio del Azúcar vuelca a todo su personal en función de esas tareas.

La indiferencia por la caña llegó a tal extremo que de los 200 000 trabajadores existentes en el organismo, solo el 15% estaba incorporado a esas labores. La reciente toma de decisiones y el aplicar lo establecido, van cambiando las cosas; al cierre de junio los de "cara al campo" pasaban del 30%, balance parcial que evidencia cierta mejoría.

Pero tener solo el 3% del área bajo riego con valor de uso, es una de las limitantes en los rendimientos agrícolas. Datos oficiales aseguran que existen 21 000 hectáreas con riego por derivación y otras tecnologías, sin valor de uso. Y donde se utilizó tal beneficio, lograron 96,0 toneladas por hectárea.

Cuestión vital para el futuro inmediato es cumplir este año las 122 000 hectáreas en el plan de siembra (en el fomento de una caballería hay que invertir 14 000 pesos). Al cierre de junio se llegó a 62 000, o sea, 4 000 menos de las que debían tenerse en el semestre. Existen 40 000 hectáreas en proceso y, de estas, 17 000 surcadas y listas. La falta de humedad fue clave en esa diferencia.

El agro cañero, caracterizado en los últimos años por la improductividad, saldrá a flote si es capaz de incrementar la atención a los retoños, asegurar la doble jornada, exigirles más a los jefes, aprovechar al máximo los recursos asignados por el Estado, perfeccionar los controles, erradicar el voluntarismo y pagar únicamente por los resultados.

El rendimiento de la caña es obra de la gestión agrícola y este, junto a los costos que determinan la tasa de recuperación, constituyen indicadores técnico-económicos fundamentales.

 

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