Justamente un año, un mes y dos días después, el 18 de junio del
2010, comenzaba otra información de esta manera: Ante el
sobreconsumo de energía ocurrido desde el 15 de mayo hasta la fecha,
la Unión Eléctrica ha concebido nuevamente un plan de medidas para
revertir la situación, tanto en el sector residencial como en el
estatal. El consumo de energía excede en estos momentos lo previsto
en 47,6 GWh, lo cual equivale a un incumplimiento del plan de un 7%
y a 4 871 toneladas de combustible gastadas de más durante las dos
últimas semanas de mayo y lo que va de junio, afirmó a Granma
Tatiana Amarán, directora de Uso Racional de la Energía.
Entre una nota y otra, exactamente el 1 de agosto del 2009, el
compañero Raúl, al clausurar el Tercer Periodo Ordinario de Sesiones
de la VII Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular,
expresó: "¼ hacemos un llamado a nuestro
pueblo para ahorrar todo lo posible. A las organizaciones de masas
en las cuadras corresponde jugar un mayor papel en este sentido bajo
la dirección del Partido con acciones racionales y adecuadamente
coordinadas convenciendo al pueblo".
¿Por qué ha pasado esto? Sencillamente nos faltó sistematicidad,
la única herramienta que nos puede salvar en momentos de crisis
global como el que vivimos, en momentos tan persistentes como los
casi 50 años de bloqueo que hemos sufrido o la que nos va salvar de
no ser pobres con mentalidad de ricos.
El ahorro no puede verse como una campaña ni como una consigna,
porque no se comprendería su importancia de cara a la economía.
Ponerlo en un plan y no tomarlo como una filosofía de trabajo es
encerrarlo a una fecha de cumplimiento o a un periodo equis, lo cual
le daría un golpe a esa sistematicidad, el mismo que ha hecho que en
casi un año, dos notas con similar objetivo se publiquen en
Granma, pese al llamado del General de Ejército.
Cuando se habla de ahorro nadie puede estar exonerado, ni en la
casa, ni en la oficina, la escuela, el barrio, el hospital o la
fábrica. Si no logramos que sea una manera de conducirnos en la
sociedad, no conseguiremos un pensamiento racional al plantearnos
cualquier objetivo, ya sea de carácter productivo o social.
Tampoco puede ceñirse solo al tema energético, aun cuando este
resulta estratégico. El agua, los materiales gastables, materias
primas y otros recursos son igualmente necesarios de ahorrarse.
Cualquier proceso que no sea eficiente es una puerta abierta al
derroche de recursos.
Algo vital para nuestro desarrollo es el reciclaje del material
aprovechable. Es absurdo que con nuestras organizaciones, lo mismo
en la comunidad que en los centros laborales, tengamos que importar
papel y cartón para reciclarlo. La recogida de materia prima no
lleva el vocablo ahorro en la tarea, pero ¿qué si no es tener que
dejar de comprar aprovechando lo que ya usamos?
Optimizar es una manera de ahorrar, porque ahorro es disciplina,
lo mismo a la hora de planificar que a la hora de actuar según lo
planificado. Plantearse propósitos por encima de las posibilidades o
sin un estudio de factibilidad, o sin saber cuánto cuesta o qué
reporta una inversión, es una manera de botar los recursos y
obligarnos después a planes de medidas para suplir lo que no se hizo
bien, provocando con ello un grupo de afectaciones que, por
supuesto, no fueron previstas.
Y ya que abordamos la planificación es oportuno consignar que una
cosa es medidas de ahorro y otra muy distinta es pensar
racionalmente y proponernos cotas de acuerdo con posibilidades y
necesidades reales. Para ilustrarlo mejor. ¿Cuántas veces hemos
escuchado y repetido que en tal o más cual empresa se sustituyen
importaciones sin tener en cuenta que una acción de sustitución de
importaciones solo es real si reemplaza una importación planificada?
Si ejecutamos la compra de determinada cantidad de productos
plasmada en los planes, de nada vale la producción en casa de ese
renglón, uno porque compramos y dos porque alguna erogación tuvimos
que hacer para lograr producirlo aquí.
Una plantilla inflada, en la cual cuatro trabajadores realizan la
labor de uno es el antónimo del ahorro y no solo de recursos
humanos. No es lo mismo un equipo consumiendo energía que cuatro, ni
cuatro bocas en un comedor obrero que una, como tampoco es igual
cuatro salarios que uno, con la consiguiente afectación en la
remuneración de esa sola persona que pudiera recibir más por lo que
hace y no dividirlo entre cuatro.
Nuestro pueblo ha dado innumerables muestras de disciplina, de
entrega sin límite a lo largo de la Revolución, pero en esta tarea
quienes dirigen tienen la principal responsabilidad. Un jefe que no
sea ejemplo, que no sea capaz de cumplir con lo que exige, que no
conozca las potencialidades de sus trabajadores o de los miembros de
su organización, que no se prepare para la misión que va a conducir,
difícilmente pueda tener éxito en esta o cualquier otra encomienda y
mucho menos cumplir con una de las ideas medulares del Comandante en
Jefe, expresada en el concepto de Revolución, el 1 de mayo del 2000:
"¼ emanciparnos por nosotros mismos y con
nuestros propios esfuerzos".