Cuando el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas se negó a
aceptar las severas sanciones deseadas por EE.UU., Obama reaccionó
con un típico estilo de Bush y optó por hacerlo solo. Las nuevas
sanciones de EE.UU. contra Irán —promulgadas por Obama el 1 de
julio— constituyen un inconfundible acto de guerra.
Si son impuestas en su totalidad, la economía de Irán será
potencialmente destruida. The New York Times esboza las partes
centrales de las sanciones:
"La ley firmada por el señor Obama impone multas a entidades
extranjeras que venden petróleo refinado a Irán o ayudan a Irán con
su capacidad de refinación interior. También exige que empresas
estadounidenses y extranjeras que buscan contratos con el gobierno
de EE.UU. certifiquen que no participan en negocios prohibidos con
Irán" (1 de julio del 2010).
Irán tiene que importar la mayor parte de su gasolina de
corporaciones y naciones extranjeras, ya que no tiene la tecnología
necesitada para refinar el combustible que extrae de su suelo. Al
cortar el suministro de petróleo refinado, EE.UU. causará un daño
masivo, irreparable, a la economía iraní, lo que equivale a un acto
de guerra.
En los hechos, el conflicto bélico contra Japón en la Segunda
Guerra Mundial fue provocada por circunstancias muy similares.
Franklin Delano Roosevelt propuso una serie de sanciones contra
Japón, que incluían la Ley de Control de Exportaciones, que daba al
presidente el poder para prohibir la exportación de una serie de
materiales a Japón, incluido el petróleo. Esto dio a Roosevelt la
posición legal que necesitaba para imponer un embargo del petróleo,
un obvio acto de guerra. El ataque de Japón contra Pearl Harbor
simplemente llevó la guerra del terreno económico a la esfera
militar.
Irán enfrenta exactamente la misma situación. Aunque el gobierno
de Obama presenta tranquilamente las sanciones económicas como
soluciones "pacíficas" para problemas políticos, son algo muy
diferente. La estrategia en este caso es atacar económicamente a
Irán hasta que reaccione con medios militares, permitiendo a EE.UU.
una postura de falsa estatura moral argumentando que se "defiende",
ya que supuestamente fue la otra parte la que lo atacó primero.
Pero EE.UU. también recurre a la provocación militar. Según el
New York Times: "El gobierno de EE.UU. está acelerando el despliegue
de nuevas defensas contra posibles ataques de misiles iraníes en el
Golfo Pérsico, colocando barcos especiales (barcos de guerra) frente
a la costa iraní y sistemas antimisiles en por lo menos cuatro
países árabes (vecinos), según funcionarios gubernamentales y
militares" (30 de enero del 2010).
El mismo artículo menciona que el general estadounidense Petraeus
admitió que: "EE.UU. ahora mantiene permanentemente cruceros Aegis
en patrulla en el Golfo Pérsico (la frontera de Irán). Estos
cruceros están equipados con sistemas avanzados de radar y
antimisiles hechos para interceptar misiles de mediano alcance".
Irán, así como todo el mundo, sabe perfectamente que "sistemas
antimisiles" son perfectamente capaces de pasar a la ofensiva, su
verdadero propósito.
Irán está completamente rodeado de países ocupados por los
militares de EE.UU., sea la masiva ocupación en Iraq y Afganistán, o
los Estados títeres que albergan bases militares estadounidenses en
naciones árabes (para no mencionar a Israel sionista, un secuaz de
EE.UU. en sus objetivos bélicos contra Irán). Contrariamente a las
declaraciones del presidente Obama, Irán ya está bien encerrado
desde el punto de vista militar.
Queda por ver en qué medida los aliados de EE.UU. se ajustarán a
las nuevas sanciones de suministro de petróleo; estarán bajo una
tremenda presión para que lo hagan. La Unión Europea ya ha indicado
que seguirá la iniciativa de Obama.
Finalmente, la marcha hacia la guerra iniciada por W. Bush está
adquiriendo velocidad bajo Obama. Demócratas y republicanos en el
Congreso dieron al presidente su abrumador apoyo al aprobar estas
sanciones, demostrando que el sistema bipartidista está de acuerdo
con la necesidad de más guerra.
La unidad del movimiento contra la guerra de EE.UU. es crucial si
se han de detener las contiendas actuales y futuras. Un paso en esta
dirección tendrá lugar en la Conferencia Nacional por la Paz, en
Albany, Nueva York, del 23 al 25 de julio. (Tomado de Rebelión:
fuente Information Clearing House)