El peso de la historia
 

Foto: AP        Foto: Getty Images

Cuatro décadas después, Uruguay logró un histórico pase a semifinales.

Sin la efectividad de otras veces, Brasil sucumbió ante una Holanda igual de especulativa.

—“No me pregunten nada. Discúlpenme, no sé qué decir”. Roberto Rivelino, después de que Holanda eliminara a Brasil por 2-0 en Alemania’74

Ariel B. Coya

Quizá resulte extraño, pero la historia tiene cosas así y el día que Uruguay volvió a vibrar de alegría, tenía que tocarle sufrir a Brasil. Ya saben: Cuatro décadas después, en un partido de tintes dramáticos, la garra charrúa consiguió un histórico pase a semifinales, luego de que Ghana errara dos penales ante el arquero Muslera y el Loco Abreu sellase la victoria con un cobro a lo Panenka sencillamente magistral.

Antes, la secuencia no pudo ser menos trepidante, entre los extraordinarios obuses de Forlán y Muntari, y la expulsión de Luis Suárez, que en el último suspiro de la prórroga salvó a su equipo al bloquear un disparo ghanés con ambas manos, propiciando al mismo tiempo un clarísimo penal. La sentencia, sin embargo, la estrelló Gyan en el travesaño con el último sueño africano de conquistar este Mundial, por lo que todo quedará entre Sudamérica y la Vieja Europa, como de costumbre, una vez más.

No obstante, nada habrá que reprocharle a este equipo de Ghana, que aun sin varias de sus figuras se vació sobre el campo y logró igualar la misma cota de Camerún (1990) y Senegal (2002). Casi todo lo contrario de la canarinha, que tan archifavorita como llorosa, finalmente terminó despidiéndose en los cuartos por la puerta de atrás.

Como un duelo de maestros pintores, publicitábamos ayer ingenuamente en estas mismas páginas su clásico partido ante Holanda. Mas muy poco de eso, en realidad, fue lo que dejaron entrever. Brasil, que a punta de brocha pintó un monólogo auriverde en el primer tiempo, terminó insospechadamente hincando la rodilla ante una selección Orange que ni siquiera tocó un pincel.

Los tulipanes, antes más bien, esgrimieron un plumero con el que desnudaron, sin mucho esfuerzo, todas las carencias del conservadurismo brasileño y su sobrestimado nivel.

De ahí que quizá sería demasiado oportunista personalizar las causas del desastre en Dunga y Felipe Melo, cuando ambos ciertamente no hicieron otra cosa que repetir lo mismo que hasta ahora se dedicaban a hacer. Dunga nunca sacó un segundo delantero como buen técnico defensivo que es y el desafortunado Melo, que compiló la triste estadística de generar un autogol y una expulsión en un partido mundialista por primera vez, fue apenas un calco del zafio futbolista que en el calcio italiano, nada más hace un año, solía ser.

Cosa triste, pero cierta, Holanda le enseñó a los brasileños que en materia de cerrojos y fútbol poco vistoso, tienen todavía mucho que aprender.

Resultados del viernes: Holanda 2 – Brasil 1 (Felipe Melo, en propia puerta, min. 53; Wesley Sneijder, 68 - Robinho, 10); Uruguay 1 – Ghana 1 (4-2, en penales; Diego Forlán, 55 - Sulley Muntari, 45+2).

 

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