Quizá resulte extraño, pero la historia tiene cosas así y el día 
			que Uruguay volvió a vibrar de alegría, tenía que tocarle sufrir a 
			Brasil. Ya saben: Cuatro décadas después, en un partido de tintes 
			dramáticos, la garra charrúa consiguió un histórico pase a 
			semifinales, luego de que Ghana errara dos penales ante el arquero 
			Muslera y el Loco Abreu sellase la victoria con un cobro a lo 
			Panenka sencillamente magistral.
			Antes, la secuencia no pudo ser menos trepidante, entre los 
			extraordinarios obuses de Forlán y Muntari, y la expulsión de Luis 
			Suárez, que en el último suspiro de la prórroga salvó a su equipo al 
			bloquear un disparo ghanés con ambas manos, propiciando al mismo 
			tiempo un clarísimo penal. La sentencia, sin embargo, la estrelló 
			Gyan en el travesaño con el último sueño africano de conquistar este 
			Mundial, por lo que todo quedará entre Sudamérica y la Vieja Europa, 
			como de costumbre, una vez más.
			No obstante, nada habrá que reprocharle a este equipo de Ghana, 
			que aun sin varias de sus figuras se vació sobre el campo y logró 
			igualar la misma cota de Camerún (1990) y Senegal (2002). Casi todo 
			lo contrario de la canarinha, que tan archifavorita como llorosa, 
			finalmente terminó despidiéndose en los cuartos por la puerta de 
			atrás.
			Como un duelo de maestros pintores, publicitábamos ayer 
			ingenuamente en estas mismas páginas su clásico partido ante 
			Holanda. Mas muy poco de eso, en realidad, fue lo que dejaron 
			entrever. Brasil, que a punta de brocha pintó un monólogo auriverde 
			en el primer tiempo, terminó insospechadamente hincando la rodilla 
			ante una selección Orange que ni siquiera tocó un pincel.
			Los tulipanes, antes más bien, esgrimieron un plumero con el que 
			desnudaron, sin mucho esfuerzo, todas las carencias del 
			conservadurismo brasileño y su sobrestimado nivel.
			De ahí que quizá sería demasiado oportunista personalizar las 
			causas del desastre en Dunga y Felipe Melo, cuando ambos ciertamente 
			no hicieron otra cosa que repetir lo mismo que hasta ahora se 
			dedicaban a hacer. Dunga nunca sacó un segundo delantero como buen 
			técnico defensivo que es y el desafortunado Melo, que compiló la 
			triste estadística de generar un autogol y una expulsión en un 
			partido mundialista por primera vez, fue apenas un calco del zafio 
			futbolista que en el calcio italiano, nada más hace un año, solía 
			ser.
			Cosa triste, pero cierta, Holanda le enseñó a los brasileños que 
			en materia de cerrojos y fútbol poco vistoso, tienen todavía mucho 
			que aprender.
			
			Resultados del viernes: Holanda 2 – Brasil 1 (Felipe Melo, en 
			propia puerta, min. 53; Wesley Sneijder, 68 - Robinho, 10); Uruguay 
			1 – Ghana 1 (4-2, en penales; Diego Forlán, 55 - Sulley Muntari, 
			45+2).