Calles y barriadas con tradición carnavalesca y el área de
desfiles de paseos, comparsas y carrozas se alistan en la ciudad de
Santiago de Cuba para el esperado festejo de julio, cuya popularidad
traspasa las fronteras nacionales.
Poco a poco toman forma tarimas y kioscos de venta de alimentos y
bebidas, a cargo de organismos y entidades que dotarán a esos
espacios de un ambiente agradable para el disfrute del pueblo, con
recursos naturales y creatividad.
Sueño, Martí, Trocha, Santa Ursula, El Tivolí y otras conocidas
áreas cambian su fisonomía con vistas al rumbón mayor, como se le
llama al carnaval de julio, muy esperado pues la música, el baile,
la conga y la alegría se adueñan de la urbe de forma ininterrumpida
durante una semana.
Como en ocasiones anteriores, los restantes municipios
santiagueros y provincias hermanas apoyarán con renglones típicos de
sus respectivos territorios.
Famosos en el mundo los carnavales de Santiago de Cuba tienen sus
raíces en la época colonial, con las procesiones religiosas en honor
al santo patrón que dio nombre a la villa.
Entonces los vecinos recorrían las principales calles y daban
vueltas alrededor de la iglesia La Catedral.
La celebración del Día de Santiago Apóstol, el 25 de julio, era
ambientada por los cabildos y parrandas que entonaban pegajosos
estribillos, mientras los mamarrachos salían con su peculiar
enmascaramiento y vestuario multicolor.
Esas procesiones con el paso del tiempo se extendieron a otras
fechas del mes como Santa Ana y San Joaquín, enriquecidas con el
aporte de las culturas franco-haitianas y típicos trajes, danzas y
música de sus ancestros.
Con el triunfo de la Revolución los carnavales fueron
institucionalizados como manifestación de la cultura cubana y se
crea un ambiente festivo y patriótico también por la celebración del
Día de la Rebeldía Nacional, el 26 de julio.