Curar el arte El
Consejo Nacional de las Artes Plásticas reconoce los más valiosos
aportes en una especialidad necesaria y creativa
VIRGINIA ALBERDI BENÍTEZ
Entre la megalomanía y el anonimato, la figura del curador de
arte merece ser colocada en su justo medio. En los circuitos
internacionales por momentos resulta sobrevalorada, en especial
cuando se habla de esa especie de gurúes que deciden a capricho, o
bajo el dictado de intereses creados, lo que se debe exponer o no en
una bienal o en una galería. Por el contrario, también existe la
tendencia a ignorar su función y restar méritos, y se dan casos de
artistas e instituciones que la relegan al papel de meros
montadores.
La
muestra antológica de Belkis Ayón se hizo efectiva al público
gracias al trabajo de Cristina Vives.
La idea de implementar, en el sistema de estímulos del Consejo
Nacional de las Artes Plásticas (CNAP), un Premio de Curaduría
persigue valorar en nuestro medio un desempeño profesional necesario
y creativo, que interviene en la concepción, proyección, selección,
organización y comunicación integral de una muestra.
Quizá sea oportuno lo que nos dice de esta función uno de los más
relevantes teóricos de la fotografía, el profesor norteamericano
John Tagg: "Cada exposición es un mapa. Como tal, no solamente
separa, define y describe un sitio particular, resaltando sus rasgos
principales y puntos significativos y omitiendo o simplificando
otros, sino que también representa el territorio de acuerdo con un
método de proyección: un juego de convenciones y reglas bajo las
cuales el mapa es construido. El problema radica en que en las
exposiciones, como en los mapas, la naturaleza convencional de la
representación tiende a estar oculta durante su utilización. Las
leyes de proyección se vuelven invisibles".
Este miércoles el CNAP otorgó los premios correspondientes a las
mejores curadurías del año pasado. En la categoría de las
exposiciones personales fue distinguido el trabajo de Cristina Vives
para Nkame, antológica de Belkis Ayón que ocupó el recinto
del Convento de San Francisco. El jurado, presidido por Lesbia Vent
Dumois, consideró el rigor con el que la curadora articuló un gran
grupo de piezas de esta imprescindible artista de la plástica
cubana, que hizo aportes formales y conceptuales a las artes
visuales contemporáneas y en especial al grabado. Esta muestra
permitió comprender la historia de la trayectoria de Belkis, en
tanto resumen de una buena parte de su producción artística y,
además, apreciar su labor promocional, de coordinación y en relación
con su labor pedagógica.
Un
niño residente en San Agustín se convierte en participante activo
del proyecto LASA, al confrontar su gusto con una gama de productos
coloreados.
En cuanto al capítulo de las muestras colectivas el premio le fue
concedido a Espacios, la trama concebida por el Laboratorio
Artístico de San Agustín (LASA), encabezado por Carlos Ariel
Candelario Luaces por ser una propuesta que incluye un trabajo
social importante con sentido de integrar a la comunidad y hacerla
partícipe del proceso artístico; ellos han invitado artistas de
diferentes latitudes del mundo que han trabajado para el contexto de
San Agustín ajustando sus pretensiones artísticas. Otro logro ha
sido la sistematicidad, una tarea que no ha cesado, y que continúa
con más fuerza aún. La labor de este laboratorio, señal de estudio,
investigación y preocupación por los problemas del barrio, de la
comunidad, ha integrado diferentes manifestaciones artísticas,
brindando opciones variadas para gustos y edades.
En ambos casos puede hablarse de real trascendencia al ámbito
público del trabajo curatorial, con aportes relevantes que
enriquecen la proyección de las artes visuales en nuestro medio. |