Tres combatientes clandestinos

El 30 de junio de 1957 Santiago de Cuba se estremeció ante la represión batistiana que puso fin a las vidas de Josué País, Floro Vistel y Salvador Pascual, jóvenes revolucionarios que enfrentaban a la dictadura en el mismo corazón del oriente cubano.

De izquierda a derecha Josué País, Floro Vistel y Salvador Pascual.

Ese día los políticos batistianos, organizaron un mitin en el céntrico parque Céspedes, para dar la falsa imagen de que reinaba la paz. La clandestinidad había organizado una enérgica respuesta a tal provocación. Al no estallar la bomba que desencadenaba la acción y ante los insultos que profería el esbirro Rolando Masferrer, la respuesta de los luchadores clandestinos no se hizo esperar.

Josué País, hermano de Frank, junto a sus compañeros Floro y Salvador, impacientes, decidieron cumplir la misión confiada. El vehículo en que viajaban fue alcanzado por los proyectiles enemigos.

Floro y Salvador murieron en el interior del auto, pero Josué, herido, ofreció resistencia hasta que lo asesinaron. Sus cadáveres fueron velados y honrados por un desfile de santiagueros, encabezado por Doña Rosario, la madre de Josué, quien prefirió que el cadáver de su hijo fuera visto por todo el pueblo que seguía su valerosa actitud.

La caída de los tres combatientes reafirmaba una vez más que la dictadura era incapaz de resistir el avance de la acción revolucionaria.

 

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