Ese día los políticos batistianos, organizaron un mitin en el
céntrico parque Céspedes, para dar la falsa imagen de que reinaba la
paz. La clandestinidad había organizado una enérgica respuesta a tal
provocación. Al no estallar la bomba que desencadenaba la acción y
ante los insultos que profería el esbirro Rolando Masferrer, la
respuesta de los luchadores clandestinos no se hizo esperar.
Josué País, hermano de Frank, junto a sus compañeros Floro y
Salvador, impacientes, decidieron cumplir la misión confiada. El
vehículo en que viajaban fue alcanzado por los proyectiles enemigos.
Floro y Salvador murieron en el interior del auto, pero Josué,
herido, ofreció resistencia hasta que lo asesinaron. Sus cadáveres
fueron velados y honrados por un desfile de santiagueros, encabezado
por Doña Rosario, la madre de Josué, quien prefirió que el cadáver
de su hijo fuera visto por todo el pueblo que seguía su valerosa
actitud.
La caída de los tres combatientes reafirmaba una vez más que la
dictadura era incapaz de resistir el avance de la acción
revolucionaria.