Acopio busca hacia adentro
PASTOR BATISTA VALDÉS
Al menos en Las Tunas, la lección es válida: si se quiere lograr
la agilidad, calidad y eficiencia que demandan las labores de
acopio, hay que "acopiar" y poner a prueba toda la capacidad de
organización posible para enfrentar y destrabar internamente cuantos
nudos existan en el camino.
A
pesar de sus años e intenso uso, más del 80% del parque automotor
está activo.
Además de recursos e insumos (como en las demás empresas del
país) a esta le faltaba precisamente eso: un golpe de ordenamiento y
de empuje para multiplicar —y usar mejor— los medios de transporte,
combustible, fuerza laboral, tiempo, dinero...
Según explica Fermín Reyes García, actual director de la Empresa
de Acopio provincial, detrás de los 6,2 millones de pesos que la
empresa perdió en el año 2006 había un rosario de causas, en buena
medida subjetivas.
En verdad faltaban o escaseaban piezas, agregados, insumos,
dinero y otros recursos, pero también es cierto que las
insuficiencias de organización, control y exigencia originaban
pérdida de productos, altas mermas, excesivos gastos en materias
primas, disponibilidad técnica de apenas el 30-35%, preocupantes
volúmenes de créditos bancarios (más de 10 millones de pesos), falta
de liquidez, tardanza en el pago a los productores...
A LA CARGA
El país podía ofrecer determinada ayuda financiera o material —y
lo hizo— pero las mayores posibilidades de éxito en el empeño por
revertir la situación no estaban en cuánto me das, sino en cómo usar
lo que recibo.
Con
el 66% del combustible planificado, hoy la empresa ha producido más
de 10 millones de pesos por encima del plan.
Frente a esa realidad, uno de los primeros pasos fue seleccionar
y completar a los cuadros, desde los establecimientos hasta la
empresa. Pero también se obró para articular un sistema de control y
evaluación sistemática del trabajo, lograr una relación permanente
con las formas productivas, generar más ingresos en divisa, ordenar
mejor la fuerza laboral, motivarla, vincular salarios a resultados
concretos.
Nadie suponga que hoy todo rueda a pedir de boca, pero ya la
situación no es la misma.
Tras cerrar el 2009 con utilidades, los cinco primeros meses de
este año mantienen igual tendencia. De hecho, hasta la fecha la
empresa ya remitió hacia la economía más de 30 millones de pesos, de
acuerdo con las ventas de un plan que fijaba una cifra mucho menor:
19,3 millones.
Directivos, funcionarios, choferes y estibadores coinciden en que
los resultados no serían de ese modo sin el viraje que ha mostrado
el parque automotor: ahora más del 80% está activo.
Esta
fábrica de cajas es un seguro puntal para el acopio y la
distribución dentro y fuera del territorio.
La garantía de estabilidad sigue hombre a hombre, en las manos de
quienes van al volante. Sin el cuidado de los choferes y la
exigencia de los jefes, la disposición técnica estuviera hoy por
debajo, teniendo en cuenta que, como norma, integran ese parque
camiones con 20 y más años de uso, sometidos a un intenso ritmo de
explotación, casi todo el tiempo por terraplenes y viales con alto
grado de deterioro.
Aun así, las estadísticas empiezan a hablar por sí mismas: en
este momento la empresa solo ha consumido el 66% del combustible
programado y, en cambio, ha producido más de 10 millones de pesos
por encima de lo previsto.
Evaluar diariamente el consumo tiene su efecto. Planificar y
concebir bien cada viaje, de modo que ningún camión vaya cargado y
retorne vacío (o viceversa), también multiplica dividendos. La
pregunta es por qué no siempre ni en todas partes se hace así.
A LA CAJA
El encontronazo del año 2007 activó alarmas. Bajo ningún concepto
podía volver a suceder lo que ocurrió en el municipio de Jobabo: por
falta de envases se echaron a perder productos valorados en 290 000
pesos... y los tuvo que pagar la empresa.
Desde entonces, alguien corre para que no falte lo que necesita
la pequeña fábrica de cajas de madera. Las Tunas, incluso, ayuda en
ese terreno a otras zonas del país, en tanto sus camiones apoyaron
la campaña del tomate en Granma.
Sin embargo, ello no crea complacencia. Ningún eslabón de la
cadena puede andar suelto o flojo. Poco o nada se resuelve si luego
de producir, acopiar y trasladar el producto afloran irregularidades
con los precios y se afecta el consumidor (tal y como se ha
detectado, sobre todo con las viandas).
Por eso la intención es reordenar la red de puntos de venta y el
sistema de comercialización en la ciudad, de modo que no se escurra
por las grietas del descontrol lo que por derecho y no sin gran
esfuerzo debe llegar hasta las ollas del consumo familiar y social. |