Como los mosqueteros

José Luis Cortés terminó de producir un álbum doble con representantes de las orquestas de mayor convocatoria en la música popular bailable

Pedro de la Hoz

José Luis Cortés puso este último fin de semana en manos de la EGREM un álbum doble en el que reunió a los líderes y las voces de las orquestas de mayor poder de convocatoria en el ámbito de la música popular bailable cubana.

Foto: Roberto BelloJosé Luis Cortés junto a Raciel Ruiz, director general de la EGREM.

Bajo el título Mis 22 años —"Pablo tiene una canción con ese nombre, pero aquí es solo un préstamo, pues ese es el tiempo de vida de mi orquesta, NG la Banda"—, el infatigable director, compositor y flautista villaclareño quiso, según sus propias palabras, "demostrar que la música bailable entre nosotros sigue ocupando una posición de vanguardia".

De los 16 temas, 15 son firmados por Cortés. "Una parte de ellos —aclaró— forman parte del repertorio más reciente de NG, pero con nuevas orquestaciones, y una dinámica diferente que permite que los invitados puedan aportar lo suyo".

Por las pistas del registro desfilaron Juan Formell y Los Van Van, Adalberto Álvarez, Paulo FG, Pupy Pedroso, Pachito y sus hijos Cristian y Rey, Yumurí, Lazarito Valdés y Tania Pantoja, Giraldo Piloto, Manolito Simonet y Amaray, David Calzado, Haila y Vania, Chispa y Osdalgia.

También tuvo participación el maestro Chucho Valdés, porque "en el disco hay pasajes de jazz latino, y nadie puede olvidar que antes de NG estuve en Irakere y que allí hubo un momento de mucha creatividad para la música de baile".

Otra entrañable colaboración vino de parte de la Aragón: "Yo respeto muchísimo a esa orquesta, un santuario de la tradición verdaderamente incombustible. Rafaelito Lay ha sabido mantener viva su esencia y cuenta con músicos como Lázaro Dagoberto González que contribuyó con su virtuosismo a la grabación".

Mis 22 años respondió a una necesidad conceptual: "Aquí nada está hecho por gusto. La música popular que proviene del tronco del son muchas veces ha sido víctima de prejuicios y descalificaciones. No voy a entrar en la polémica de que si unos textos dicen esto o lo otro, o a ventilar si la timba es o no es. Ante nuestras propuestas el bailador tiene la última palabra, pero los músicos tenemos que dar la guía y creo que la estamos dando".

"Si se observa la historia de la música en cualquier parte del mundo —explicó—, se aprecian ciclos de expansión y de contracción, de renovación y repetición. En la música popular bailable cubana los primeros ganan a los segundos, por más que algunos quieran plantear lo contrario. Era hora de demostrar además que para interpretar música destinada a los bailadores no hay por qué hacer concesiones. No se puede subestimar al público".

Y agregó: "Esta que ofrecemos no es música virtual, a partir de dos maquinitas y un secuenciador. Los músicos enfrentan partituras complejas, la percusión es exigente, las voces se entregan. Tal vez otros prefieran el camino fácil, yo no; en cada proyecto me juego la vida".

Al mirar hacia atrás, el Tosco reveló ser un artista consecuente con lo que ha querido: "Si contara incomprensiones, dificultades y deslealtades, llenaría dos tomos. Prefiero mirar hacia delante, seguir construyendo".

En cuanto a la respuesta de sus colegas ante el convite, declaró: "Nadie puso reparos, lo cual es una evidencia de que existe unidad y complementación entre los que creemos y defendemos la música popular bailable. Tal vez suceda entre nosotros esa frase que puso Dumas en boca de los mosqueteros: todos para uno, uno para todos".

 

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