Bajo el título Mis 22 años —"Pablo tiene una canción con
ese nombre, pero aquí es solo un préstamo, pues ese es el tiempo de
vida de mi orquesta, NG la Banda"—, el infatigable director,
compositor y flautista villaclareño quiso, según sus propias
palabras, "demostrar que la música bailable entre nosotros sigue
ocupando una posición de vanguardia".
De los 16 temas, 15 son firmados por Cortés. "Una parte de ellos
—aclaró— forman parte del repertorio más reciente de NG, pero con
nuevas orquestaciones, y una dinámica diferente que permite que los
invitados puedan aportar lo suyo".
Por las pistas del registro desfilaron Juan Formell y Los Van
Van, Adalberto Álvarez, Paulo FG, Pupy Pedroso, Pachito y sus hijos
Cristian y Rey, Yumurí, Lazarito Valdés y Tania Pantoja, Giraldo
Piloto, Manolito Simonet y Amaray, David Calzado, Haila y Vania,
Chispa y Osdalgia.
También tuvo participación el maestro Chucho Valdés, porque "en
el disco hay pasajes de jazz latino, y nadie puede olvidar que antes
de NG estuve en Irakere y que allí hubo un momento de mucha
creatividad para la música de baile".
Otra entrañable colaboración vino de parte de la Aragón: "Yo
respeto muchísimo a esa orquesta, un santuario de la tradición
verdaderamente incombustible. Rafaelito Lay ha sabido mantener viva
su esencia y cuenta con músicos como Lázaro Dagoberto González que
contribuyó con su virtuosismo a la grabación".
Mis 22 años respondió a una necesidad conceptual: "Aquí nada
está hecho por gusto. La música popular que proviene del tronco del
son muchas veces ha sido víctima de prejuicios y descalificaciones.
No voy a entrar en la polémica de que si unos textos dicen esto o lo
otro, o a ventilar si la timba es o no es. Ante nuestras propuestas
el bailador tiene la última palabra, pero los músicos tenemos que
dar la guía y creo que la estamos dando".
"Si se observa la historia de la música en cualquier parte del
mundo —explicó—, se aprecian ciclos de expansión y de contracción,
de renovación y repetición. En la música popular bailable cubana los
primeros ganan a los segundos, por más que algunos quieran plantear
lo contrario. Era hora de demostrar además que para interpretar
música destinada a los bailadores no hay por qué hacer concesiones.
No se puede subestimar al público".
Y agregó: "Esta que ofrecemos no es música virtual, a partir de
dos maquinitas y un secuenciador. Los músicos enfrentan partituras
complejas, la percusión es exigente, las voces se entregan. Tal vez
otros prefieran el camino fácil, yo no; en cada proyecto me juego la
vida".
Al mirar hacia atrás, el Tosco reveló ser un artista consecuente
con lo que ha querido: "Si contara incomprensiones, dificultades y
deslealtades, llenaría dos tomos. Prefiero mirar hacia delante,
seguir construyendo".
En cuanto a la respuesta de sus colegas ante el convite, declaró:
"Nadie puso reparos, lo cual es una evidencia de que existe unidad y
complementación entre los que creemos y defendemos la música popular
bailable. Tal vez suceda entre nosotros esa frase que puso Dumas en
boca de los mosqueteros: todos para uno, uno para todos".