Al menos un palestino resultó herido este viernes en uno de los
cuatro bombardeos aéreos de Israel contra Gaza, una escalada que
coincidió con fuertes críticas internacionales al gobierno sionista
por las demoliciones aprobadas en Jerusalén.
Fuentes del Movimiento de Resistencia Islámica (Hamas), que
controla este enclave costero, aseguraron que aviones de combate
israelíes lanzaron la pasada madrugada una serie de ataques contra
zonas residenciales del norte y sur de Gaza, reporta Prensa Latina.
La aviación sionista agredió Jabaliya y Beit Hanoun, provocando
severos daños a edificios y a otros inmuebles en una zona industrial
que Tel Aviv asegura eran utilizados como almacenes de armas.
Además de los destrozos en la parte septentrional de la franja,
el mando castrense israelí aseguró que sus aparatos destruyeron dos
túneles subterráneos cerca de la sureña localidad de Rafah,
fronteriza con Egipto y donde hay numerosos pasadizos subterráneos
clandestinos.
La persona lesionada, puntualizaron fuentes médicas aquí, era un
civil que al parecer trabajaba en actividades de contrabando de
mercancías, muy habituales en esa zona desde que Israel arreció el
bloqueo naval y terrestre al enclave, hace ahora tres años.
Según justificaron portavoces sionistas, los bombardeos fueron en
respuesta al disparo reciente de proyectiles desde Gaza,
presuntamente a manos de las milicias palestinas de la resistencia a
la ocupación.
Por otro lado, fuentes palestinas alertaron de la escalada
represiva israelí contra los palestinos, bien con ataques
esporádicos y cada vez más frecuentes a este territorio como con
arrestos y demoliciones de casas árabes en Jerusalén y otras áreas
cisjordanas.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, anunció el jueves
que su partido Likud (derecha) aprobó un plan para continuar la
expansión de asentamientos ilegales en la Ribera Occidental y, por
extensión, la demolición de viviendas árabes.
La noticia provocó fuerte rechazo del presidente de la Autoridad
Nacional Palestina (ANP), Mahmoud Abbas, quien urgió a Estados
Unidos, el principal aliado de Israel, a presionarlo para que cese
las agresiones provocativas en Jerusalén Este.
También el presidente sirio, Bashar Al-Assad, y el rey Abdulah II,
de Jordania, condenaron conjuntamente desde Damasco el plan sionista
de continuar con la expansión ilegal de los asentamientos y
derrumbar casas palestinas, como ocurre en el vecindario de Silwan.
Israel quiere derribar 22 casas de ese barrio de Jerusalén Este
para construir un centro turístico que, en la práctica, procura
legitimar el despojo de terrenos a residentes palestinos, acción
también condenada por el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon.