A 60 años de la agresión a Corea Democrática

Lección sin aprender

ARNALDO MUSA
musa.amp@granma.cip.cu

Sesenta años después de haber protagonizado y arrastrado a sus aliados, bajo la égida de la ONU, a una guerra de agresión para destruir a la joven República Popular Democrática de Corea (RPDC), Estados Unidos se mantiene como el principal instigador de la tensión en la península, con sus planes para atizar el fuego entre las dos partes coreanas con el propósito de mantener su presencia militarmente en la zona.

Miles de soldados norteamericanos fueron hechos prisioneros.

La agresión del 25 de junio de 1950 se convirtió tres años después en la primera derrota militar de Estados Unidos, pero ello no impidió ni por un instante que la sociedad norcoreana haya estado exenta del peligro de una nueva agresión ni dejado de educarse para vivir y combatir en defensa del socialismo.

Así lo siente cualquiera que visite el Museo de la Victoria, en Pyongyang, cuando los jóvenes escuchan atentamente a esos héroes que han dirigido unidades de combate contra el agresor.

Datos del Instituto de Historia de Cuba, basándose en fuentes coreanas, dicen que Estados Unidos movilizó más de dos millones de efectivos militares propios y de 15 países satélites, y utilizó 73 millones de toneladas de materiales bélicos, que causaron la destrucción de ciudades, contaminación del medio ambiente y muerte a por lo menos cuatro millones de personas, más de la mitad civiles. Sin embargo, no pudo doblegar al pueblo norcoreano dirigido por su máximo líder, Kim Il Sung, y el apoyo de voluntarios chinos.

La península, sobre todo el Norte, fue un campo de ensayo para nuevas armas estadounidenses, donde se llegó a pensar en el uso de la bomba atómica. El Pentágono admitió la pérdida de 53 796 hombres, y EE.UU. fue obligado a firmar un acuerdo de armisticio. Con sus intrigas y amenazas de guerra, Washington constituye hoy, como hace seis décadas, el principal obstáculo para alcanzar la paz y la reunificación de la patria coreana.

 

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