Por los 96 kilómetros que enlazan la ciudad de Camagüey con ese
poblado del centro sureño de la Isla, viajamos durante casi cuatro
horas. Las condiciones de la vía férrea no nos permitían transitar a
más de 20 kilómetros por hora, a lo sumo 25; cuando, aseguró el
maquinista, en los buenos tramos de la Línea Central el coche marcha
a 100 kilómetros, sin ninguna dificultad.
Apenas partimos, encontramos a cuatro trabajadores de una brigada
de vías reparando un crucero; unos metros adelante, otros regaban
herbicida en la línea. Fueron los únicos. ¿Dónde estarían en la
mañana del pasado viernes los integrantes de las restantes tres
brigadas que deben atender el ramal Santa Cruz del Sur?
Si los 15 metros a ambos lados del eje, espacio que conforma la
faja de vía, hubieran estado limpios, quizás no se hubiese notado la
ausencia. Mas, lo tupido del marabú, la abundante maleza y la altura
de la hierba, eran una denuncia con altoparlante.
Sin embargo, el pasado mes la Unidad de Vías y Puentes de
Camagüey pagó 37 000 pesos por labores de mantenimiento en los 566
kilómetros de vías férreas del territorio. Evidentemente en el ramal
de Santa Cruz del Sur —salvo en unos pocos kilómetros libres de
malezas— lo desembolsado no tuvo respaldo productivo.
Norberto Cardoso Barreras, director de la Unidad, admitió a
Granma que "realmente no se ha llegado a todos los lugares,
debido al poco personal con que contamos. Tiempo atrás no habían
machetes, limas ni otras herramientas necesarias para trabajar y
priorizamos la conservación de la cama de la vía para que el tren
pudiera circular".
Pero hoy la situación no es la misma. Cardoso aseguró que cuentan
con las herramientas necesarias para la chapea y limpieza de la
faja; aunque persisten problemas con la atención al hombre, como la
no distribución de ropa y calzado. "Hay presupuesto —precisó— pero
la gestión debe hacerla SUMIFER (Suministro de Ferrocarriles) y
parece que han tenido problemas con los proveedores; por lo menos la
provincia no ha recibido estos recursos en los últimos dos años".
Mencionó también la implementación de un nuevo sistema de pago
que incentiva estas labores y se atempera más a las fuertes
condiciones en que se desarrollan.
En dicho ramal, explicó, actualmente solo una brigada trabaja
bajo este sistema y cuenta con los hombres necesarios; con el resto
tenemos dificultades para completar las plantillas. Esto nos ha
llevado a solicitar la incorporación de un pelotón del Ejército
Juvenil del Trabajo para atender los kilómetros del 70 al 96; ya
están los recursos y el campamento listo.
En el nuevo sistema de pago tienen centradas muchas esperanzas:
"esperamos completar el personal, y lograr limpiar la faja y sembrar
cerca viva para proteger estos espacios". Incluso pueden contratar
campesinos u otras personas aledañas a la vía para estas labores:
"hemos contactado algunos y esperamos incorporar más y, a la par,
llevar adelante la reorganización interna de la fuerza laboral
ferroviaria, importante fuente para asumir estas tareas".
Los tramos entregados en usufructo a los campesinos se mantienen
sembrados y cercados, tal como se desearía estuviese el resto.
Muestra de que la conservación óptima de la faja de vía, además de
necesaria, es factible, y no debe marcar la diferencia entre lo mío
y lo nuestro, es decir, entre lo que puede lograr un particular o
alcanzar una brigada de vías.
Dicen los especialistas que los ramales son los brazos y piernas
de la Línea Central, camino de hierro que enlaza a casi todo el
país. Específicamente por el este de Santa Cruz circula una vez al
día el tren de pasajeros con destino a Camagüey y viceversa.
Según informó Cardoso pronto agregarán un coche motor para
realizar el mismo recorrido, el cual se unirá a los popularmente
llamados caratas que salen de Santa Cruz hasta Aguilar para dar
servicio a las poblaciones intermedias, carentes de otro medio de
transporte; de ahí la importancia de mantener este ramal con
vitalidad.
Anunció que para el venidero mes de agosto está previsto
incrementar las reparaciones de vías de este ramal, lo cual
permitirá elevar a más de 40 kilómetros por hora la velocidad de
traslación y, por tanto, reducir a la mitad el tiempo de
transportación, que actualmente es de cuatro horas.
Para entonces concluirán la ubicación y pintura de las señales en
la vía, hoy prácticamente ausentes, a pesar de lo necesaria que
resultan para la seguridad y protección del transporte ferroviario.
La recuperación del ferrocarril es tarea imperativa. La imagen
que acompaña estas líneas, captada al transitar por el ramal de
Santa Cruz del Sur, brinda una doble lectura: de un lado, marabú y
hierbas y malezas; pero también, poco esfuerzo productivo y falta de
exigencia, disciplina y fiscalización. Y es precisamente lo
contrario lo que demanda el país.