Manos a la tierra
RONALD SUÁREZ RIVAS
PINAR DEL RÍO.— Cuando aún no se cumplen dos años del inicio de
la entrega en usufructo de tierras ociosas, la medida empieza a
arrojar los primeros resultados productivos. Según datos oficiales,
ya son más de 5 230 toneladas de viandas y 4 783 de hortalizas, 4
143 toneladas de granos y unos 100 700 litros de leche.
“Aquí
recogemos una cosecha y enseguida plantamos la otra”, asegura
Sergio, un ingeniero devenido campesino.
Todavía son cifras discretas, que no alcanzan para cubrir la
demanda de los mercados, ni para eliminar la necesidad de importar
alimentos imprescindibles en la mesa del cubano; no obstante, los
especialistas aseguran que es el despegue de un movimiento que en lo
sucesivo aportará mucho más.
Así lo considera Roberto Carlos Pimentel, máximo representante en
Vueltabajo del Centro Nacional de Control de la Tierra. "Después de
recibir sus parcelas, las personas han tenido que ‘fajarse’ con el
marabú y las malezas antes de poderlas sembrar. Además, hay
actividades que requieren tiempo para consolidarse, como la
ganadería", asegura.
Escudado tras una agenda, donde se registra con precisión cada
detalle del proceso, Roberto confirma que hasta mediados del 2008,
el 43% del área cultivable de Pinar del Río —en manos de varias
empresas estatales, Unidades Básicas de Producción Cooperativa y
organismos a los cuales se les asignó tierra en algún momento—
permanecía sin cultivar.
Las
tierras, que hasta hace poco permanecían ociosas, empiezan a dar
frutos.
"Al principio, las diferentes entidades declararon 89 437,52
hectáreas ociosas, pero en la medida en que se ha ido profundizando,
la cifra aumenta. Investigaciones realizadas demuestran que el
número real sobrepasaba las 93 170 hectáreas", afirma Roberto.
POR BUEN CAMINO
Con unas 55 980 hectáreas entregadas —principalmente para
cultivos varios, tabaco, arroz y ganadería—, Pinar del Río figura
entre los territorios más adelantados en el imperativo de poner a
producir la tierra.
Después
de recibir sus parcelas, muchas personas han tenido que “fajarse”
con el marabú y las malezas antes de poderlas sembrar.
La inmensa mayoría de esas áreas ahora está en manos de 7 942
campesinos, de los cuales 6 894 nunca antes tuvieron a su cargo una
parcela.
Ese es el caso de José Enrique Dopico, antiguo trabajador del
hospital Abel Santamaría, quien, luego de aprovechar al máximo el
terreno recibido, ha solicitado más. "Primero hicimos un vivero de
frutales, motivados por el hecho de que muchas personas han perdido
los árboles de sus patios por causa de los ciclones y no tienen
manera de reponerlos", recuerda José Enrique.
Pero el proyecto ha ido creciendo y además de lograr posturas de
mango, aguacate, frutabomba, guayaba, marañón, mamey, chirimoya,
anón y de plantas ornamentales, incluye la cría de conejos y
gallinas, y la creación de un estanque –en fase de ejecución— para
la reproducción de peces. La iniciativa es, al mismo tiempo,
atractiva y rentable.
"Ya repusimos el crédito de 20 000 pesos que solicitamos para
realizar las inversiones iniciales e incorporamos otros trabajadores
cuyo salario supera los 600 pesos", advierte José Enrique.
LUCES Y SOMBRAS
En La Guabina, a unos 15 kilómetros de la ciudad de Pinar del
Río, la carrera como agricultor de Sergio Urrutia, un ingeniero de
47 años, no es menos fructífera.
Solo en lo que va del 2010, en las 4,2 hectáreas que cultiva
junto a otro compañero, ha acopiado 477 quintales de frutabomba,
tomate y boniato, con ingresos ascendentes a unos 40 000 pesos,
además de obtener alimentos para el sustento de las dos familias.
"Aquí recogemos una cosecha y enseguida plantamos la otra", dice.
"Siempre me gustó el campo. Hacía tiempo que estaba detrás de un
pedazo de tierra y gracias al Decreto 259 lo pude obtener".
"Ha sido una medida acertada, porque de lo contrario, esta finca,
como muchas otras, estaría llena de aroma."
Historias similares abundan a lo largo de la geografía pinareña;
sin embargo, tampoco han faltado los contratiempos.
Demoras en la tramitación de los expedientes, convenios
cancelados por indisciplinas y reticencia de algunas entidades para
desprenderse de sus tierras —a pesar de no utilizarlas—, son algunos
de los obstáculos surgidos sobre la marcha.
Las estadísticas oficiales refieren la suspensión de 242
contratos de usufructo debido a violaciones cometidas por quienes
recibieron terrenos, principalmente por no trabajarlos de forma
personal o no explotarlos adecuadamente.
Rogelio Iglesias, delegado de la Agricultura en el territorio,
explica que "aún queda un largo trecho por recorrer".
"Hay que seguir insistiendo con las estructuras que se resisten a
entregar sus tierras ociosas, como algunas CPA."
No obstante, ya se aprecian notables avances en renglones como
los cultivos varios y la leche. Después de una primera etapa
limitada por la necesidad de despejar la cuestión legal —un proceso
previsto para tres meses y que al inicio demoraba más—, y en limpiar
y acondicionar las áreas para su explotación, se espera que los
resultados sean cada vez más satisfactorios.
Al mismo tiempo, otras 400 solicitudes de nuevos interesados en
adquirir tierras —actualmente en trámite—, indican que este programa
destinado a hacer producir los suelos abandonados, continúa en
marcha. |