Concluyó el Festival de Camagüey

Un premio para el público

AMELIA DUARTE DE LA ROSA

CAMAGÜEY.— Diez días de teatro volvió a vivir la ciudad agramontina con la décimo tercera edición del festival nacional más importante del país. El esperado reencuentro, o encuentro, para los que asistimos por primera vez, acertó en su concepción de retomar el diálogo, aunque es necesario acotar que la calidad y diversidad de casi una veintena de espectáculos no resultaron del todo satisfactorias para acercarse por completo al buen teatro que se realiza en la Isla.

Foto: Pepe MurrietaEl Gran Premio recayó en Final de partida, de Samuel Beckett, en una puesta en escena de Carlos Celdrán para Argos Teatro.

Los premios de las obras en competencia, entregados durante la jornada final con la presencia de Abel Prieto, miembro del Buró Político del Partido y ministro de Cultura, y Julián González, presidente del Consejo Nacional de las Artes Escénicas, llegaron a las puestas de teatro para niños Arroz con maíz, de Los Cuenteros y Federico de noche, de Teatro de las Estaciones, montaje que además se alzó con el galardón al mejor texto, de Norge Espinosa, y diseño, de Zenén Calero. En este mismo apartado fueron reconocidas las actuaciones de Freddy Maragotto, Fara Madrigal, ambos de Las Estaciones, Ernesto Parra, de Teatro Tuyo, y Yudith Martín, de Teatro Pálpito.

Mientras, en el teatro para adultos el jurado central otorgó a La primera vez, de Teatro de la Luna, el título de mejor puesta en escena; así como los premios a las interpretaciones de los actores Pancho García y Waldo Franco (Argos Teatro), Osvaldo Doimeadiós (Teatro El Público), Yordanka Ariosa (Teatro de la Luna) y a Ana Rodberz, de Teatro del Viento. En diseño, música y texto los agasajados fueron Alain Ortiz y Wladimir Cuenca por Final de partida; Waldo Díaz y Diana Rosa Suárez por La primera vez; y Ulises Rodríguez Febles por Huevos, respectivamente. El Gran Premio del certamen fue la pieza de Samuel Beckett Final de partida, merecido reconocimiento a la exquisita versión del teatro del absurdo que, con un elenco de lujo y no por gusto reconocido en la cita, llega a las tablas por medio de Argos Teatro, dirigido por Carlos Celdrán.

Sin embargo, la entrega de los premios, bastante acertada y poco discutible en su gran mayoría, dejó fuera a Un mar para Tatillo, de Teatro Pálpito, y a Las amargas lágrimas de Petra von Kant, montaje de Teatro El Público que, concebida por Carlos Díaz como una obra de grandes audiencias, potencia la espectacularidad de la escena y se vale de excelentes actuaciones. Pero, en fin, los especialistas conocen su trabajo, como espectadores solo nos queda disfrutar y reconocer los distintos caminos de la escena.

En otro sentido, vale destacar que si bien la posibilidad del intercambio aunó a críticos y creadores, el evento teórico debió incluir a muchos más teatristas que, sean locales o no, estaban participando en la muestra. A pesar de algunos criterios divergentes, que no menoscabaron el verdadero sentido del festival, el mejor anfitrión fue el público de la ciudad sede, que respiró nuevamente en las calles, cafés y, por supuesto, a la entrada de los teatros, los aires de un festival nacional visiblemente necesario y realmente sostenible.

 

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