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Una “maldición” en la Zaza
Castigado por las altas temperaturas del verano y la
escasez de agua, el mayor reservorio acuícola de Cuba se declara en
estado de sitio. Multiplicar las capturas, la solución más sabia
JUAN ANTONIO BORREGO
SANCTI SPÍRITUS—. Con 30 grados centígrados de temperatura al
amanecer, millones de peces disputándose el oxígeno y los alimentos,
y un sol que amenaza con la deshidratación total, la más importante
represa de Cuba semeja por estos días poco menos que una palangana
con agua a punto de hervir.
La
voladura y extracción de este puente, con 37 años bajo las aguas de
la Zaza, aseguró unas 230 toneladas de materia prima.
Diseñada para contener 1 020 millones de metros cúbicos —hoy
almacena apenas el 14% de su capacidad— y con una extensión de 103,5
kilómetros cuadrados, la Zaza ha quedado reducida prácticamente al
cauce del río que le da nombre y a unos cuantos charcos, todavía
interconectados, en los que la vida acuática resulta cada vez más
estresante.
Especialistas vinculados a la actividad pesquera, que monitorean
sistemáticamente el escenario, han advertido el peligro que
significa para el ecosistema el efecto combinado de las altas
temperaturas, la escasez de agua y la existencia de una biomasa
acrecentada por el desove natural e incontrolable de las especies
que habitan el embalse.
Según los expertos, de prolongarse la situación actual, marcada
por la hipoxia (insuficiencia de oxígeno), falta de alimentos, alta
contaminación y abundante materia orgánica en descomposición, los
animales podrían comenzar a morir de forma masiva, lo que obviamente
derivaría en un desastre sanitario de implicaciones muy serias para
el acuatorio.
PESCAR, EL CONSENSO
Biólogos, directivos del sector y experimentados pescadores
concuerdan en que por ahora la solución más saludable y práctica
parece ser disminuir la concentración de peces en la presa, que
habitualmente asegura el 85% de las capturas acuícolas de la
provincia de Sancti Spíritus y el 17 de todo el país.
El
operativo de pesca está garantizando elevadas capturas con destino a
la industria.
Para llegar a esa conclusión los responsables sopesaron los pros
y los contras, y se decidieron sin titubeos por iniciar con urgencia
un operativo que va más allá del incremento de la fuerza, las artes
de pesca o las horas de trabajo.
"No basta con sacar los peces del agua —aclara Antonio Olaya,
director general de la Acuicultura en Sancti Spíritus—, hemos tenido
que asegurar el procesamiento industrial, la flotilla de camiones
para la transportación y la distribución del producto final, el
combustible, las cajas plásticas y el hielo para el mantenimiento".
En la industria, ubicada en la barriada de Colón, a unos diez
kilómetros de la presa, han tenido que apretarse muy bien el
cinturón para asimilar los abultados envíos que llegan desde la Zaza
con vistas a procesarlos para su posterior distribución en la
provincia espirituana, Cienfuegos y La Habana.
Los desperdicios industriales, un verdadero manjar para la ceba
intensiva de la claria o pez gato, son destinados a las granjas de
La Sierpe y Fomento, donde su empleo —asegura Olaya— ha permitido
reducir notablemente el consumo de pienso de importación.
SACAR PROVECHO DE LA DESGRACIA
Por la carretera vieja del Jíbaro, sumergida bajo la presa desde
1972, se puede transitar desde hace varios meses a 80 kilómetros por
hora, luego de que el imperio de la sequía la devolviera al paisaje
tal y como fuera proyectada.
Bajo la Zaza también se encontraba un carcomido y pintoresco
puente de hierro, obra impulsada por el militar y político
espirituano José Miguel Gómez, bautizado como Tiburón en los tiempos
en que ejerció como segundo presidente de la República (1909-1913).
La idea de aprovechar la sequía para "pescar" el puente y
aprovechar su pesada estructura como materia prima en las acerías
del país fue asumida por un equipo multidisciplinario que
primeramente debió volarlo con explosivos y luego desmantelarlo y
extraerlo del lecho del río.
Según Iván Gutiérrez, ejecutivo de la Empresa Provincial de
Materias Primas, con la operación se lograron rescatar unas 230
toneladas de acero, que se estima significaron un ahorro de más de
74 500 CUC por concepto de sustitución de importaciones.
El vaciado de la Zaza también permitió la chapea de unas 600
hectáreas infectadas con Weyler, pariente cercano del marabú que
dificulta el desempeño en las zonas de pesca y aseguró alimento de
primera para más de 1 000 cabezas de ganado vacuno de la Empresa
Pecuaria Sancti Spíritus, que al decir de su Director, "salvaron el
pellejo gracias a esta oportunidad".
SE APARECEN EN MOLOTES
En la Zaza se pescan especies de ciprínidos (amuras, carpas y
sobre todo tencas al por mayor), algunas tilapias y en estos días
también muchas historias y fabulaciones, que por su originalidad,
podrían engordar aquellos cuentos con los que el mismísimo Juan
Candela encantaba a sus compañeros de plática.
El pasado 3 de junio, por ejemplo, un tranque en el cañón del
Zaza sirvió nada más y nada menos que para levantar "de un jalón" 23
toneladas de pescado fresco en una corrida sin par que dejó
boquiabierto a más de uno de sus protagonistas.
Al día siguiente, sin embargo, el espectacular episodio se
transformó en escaramuza, cuando los chinchorreros acumularon 55
toneladas en una sola jornada y, según sus propias confesiones, "si
los hubieran dejado seguir, no se sabe cuántas más habrían pescado".
Los tripulantes de Pantera y El Pitirre, las dos embarcaciones
que emulan en la zona del puente viejo, también tienen sus
historias: José Toboso y Lázaro Gil, hombres curtidos por el sol y
los años, dicen que por las tardes "los pejes se vuelven como locos,
se aparecen en molotes y hasta chocan con el barco".
Otros hablan de visiones a pleno día, de tencas de no sé cuantas
libras y de un tiburón de agua dulce "con el lomo parecido a una
palma barrigona, que ya le reventó a Rafael Richardson una pita de
las que se usan para pescar animales de más de 150 libras y se fue
dando tumbos con una tilapia en la boca".
MEDIDAS EXTREMAS
Ante la situación creada, las autoridades de la provincia
suspendieron la entrega de agua al CAI arrocero Sur del Jíbaro y a
los restantes consumidores agrícolas, renunciaron desde abril del
2009 a la generación eléctrica y decidieron no sembrar alevines de
momento.
Por ahora hemos priorizado la siembra en otras presas con niveles
superiores de almacenamiento —explica el Director de la Acuicultura
en el territorio—, la idea es esperar a que la Zaza suba, estudiar
la calidad de los alimentos que contenga en su interior y en
dependencia de ello asignarle alevines de mayor talla en el último
ciclo del año.
El embalse actualmente mantiene solo la cobertura indispensable
de agua a la estación de alevinaje —consume 5,7 metros cúbicos
diarios—, pero aún así los estragos de la evaporación y la falta de
lluvia son tan alarmantes, que en la última semana hasta los
pronosticadores más serenos y optimistas andan taciturnos, con los
ojos desorbitados y los hombros encogidos. |