Arroceros de Yara
Voluntad contra tropiezos
EUGENIO PÉREZ ALMARALES
YARA, Granma.— La Cooperativa de Créditos y Servicios Emilio
Herriman Pérez, se convirtió el año pasado en la única de Yara y una
de las tres de la provincia, en sobrepasar la difícil meta de los
100 000 quintales.
Las
plazas públicas de Yara se convirtieron en grandes secaderos.
"En la Plaza 10 de Octubre secamos unos 33 000 quintales. Había
que resolver el problema, porque al arroz hay que hacerle lo que
necesita en su momento, o se echa a perder", dice Leonardo Pérez
González, presidente de la CCS.
"Alcanzar esa cifra en tales condiciones nos estimuló a luchar
por mayores volúmenes, pero este año la sequía golpeó fuerte a Yara.
De 70 caballerías, solo pudimos plantar poco más de 20 y cosechamos
25 000 quintales, ya secado y pelado por los campesinos", añade.
LA AVALANCHA QUE SE AVECINA
La carencia de agua limitó esta vez la plantación de arroz en la
localidad, y la provincia tuvo que ampliar las áreas en el municipio
de Río Cauto, con el respaldo de la presa Cauto del Paso.
"En Yara, este año se dejaron de sembrar 250 caballerías, pero
las tierras están preparadas. Cuando lleguen las lluvias, los
campesinos comenzarán a sembrar, y tenemos que estar listos para
ello", enfatiza Omelio.
En el 2009, los campesinos de Yara se agolparon con sus
cargamentos de arroz ante los secaderos. Urgía procesar pronto el
cereal para evitar pérdidas; sin embargo, la industria, maltrecha y
sobrecargada, no podía satisfacer la demanda.
Y es que en la localidad, la mayor productora del grano en la
provincia, la cosecha, en ese año, fue alrededor del 35% superior a
la pasada, positivo resultado en pos de evitar importaciones pero
sin todo el respaldo industrial. No había tiempo para lamentaciones.
El esfuerzo podía irse por la borda.
La voluntad que caracteriza a los campesinos de no dejarse vencer
por los obstáculos fue decisiva para extender a todos una solución
tradicional para pequeños productores: secar el arroz al sol.
TODO YARA fue UN SECADERO
"La situación era crítica. Decidimos utilizar como secaderos
naturales todas las plazas del municipio, además de techos de placa,
calles, improvisamos mantas¼ ", explica a
Granma Omelio Ladrón de Guevara Arias, presidente de la ANAP
en Yara.
"Este municipio tiene tradición en el cultivo de arroz. Contamos
con 26 cooperativas arroceras, 10 de ellas incorporadas al
movimiento de los 100 000 quintales", añade el también integrante
del comité nacional de la ANAP.
"Secar el arroz en la industria tiene varias ventajas: los gastos
son menores, la responsabilidad del campesino concluye al entregar
la producción y cobra casi de inmediato; mientras que hacerlo de
manera artesanal puede provocar pérdidas, el proceso demora tres o
cuatro días y si llueve, es necesario iniciar todo de nuevo", añade.
Sin embargo, los campesinos de Yara vencieron esa vez el
atascadero tecnológico, con iniciativa y esfuerzo adicional:
salvaron la cosecha multiplicada, no se decepcionaron por la sequía
que limitó este año sus aspiraciones, y están listos para volver a
la carga. Muchos aseguran que, de ser necesario, volverán a llenar
las plazas, calles o los techos de placa, sin esperar por las
potencialidades de la industria.
Vale, pues, multiplicar acciones como esta, donde la voluntad de
los hombres ha sido un factor determinante para salvar obstáculos
que frenan la producción de alimentos, sobre todo en un cultivo como
el arroz, tan deficitario en la actualidad. |