"Al amanecer parió esta. Mire qué crío más lindo nos ha regalado.
Tengo que alimentarla bien para que se recupere rápido y pueda
cuidar de su hijito", comenta sonriente, mientras alista el establo
del centro multiplicador ovino, donde yace el pequeño sin fuerzas
aún para valerse por sí mismo.
Este es el segundo año de la puesta en práctica en dicho lugar de
una experiencia que ya rinde los primeros frutos, relacionada con la
creación de un pie de cría de la raza Rojo Cerezo, con alto valor
genético, para mejorar gradualmente el rebaño con animales más
fuertes y saludables.
Alexis María González Sánchez, la jefa del colectivo de tres
trabajadores, lleva bien claras las cuentas de cuanto se ha hecho o
dejado de hacer, con el propósito de demostrar a especialistas y
visitantes la valía de la inversión ejecutada:
"Comenzamos con 120 reproductoras y seis sementales. Ya hoy
estamos en el segundo año de actividad productiva y los resultados
son positivos: logramos 1,2 crías por parto como promedio y casi 1,2
partos por reproductora. A finales de abril procederemos al destete
de 73 crías listas para entrar al cebadero."
El centro de ceba estabulada, un local construido por los propios
trabajadores de la UEB, se destaca por la higiene y el excelente
porte de los 33 animales "hospedados" en el lugar desde el 30 de
diciembre pasado, cuyo muestreo sistemático confirma que ganan en
peso, como promedio, entre 80 y 90 gramos diarios.
En la instalación los carneros se ubican en tarimas de piso de
madera a un metro de altura del suelo, donde son atendidos con
especial esmero por el joven Marcelo Mercado Estrada.
"Aquí es muy difícil que los animales enfermen. Al subirlos a las
tarimas, se evita la frialdad de los pisos y la contaminación de
parásitos, que constituye una de las causas de muerte más comunes
entre los ovinos y también de pérdida de peso", afirma.
"Lo otro, agrega, es que no salen a buscar comida, no tienen que
recorrer grandes extensiones para alimentarse. Aquí se les ofrece,
de manera controlada, forraje, mucha cachaza, norgol¼
Todo lo que ingieren es para engordar y crecer, y no se malgasta. Se
logra una conversión perfecta."
Si de beneficios se habla, el separar los machos del rebaño a los
cuatro meses permite también preservar la raza, pues elimina la
consanguinidad, uno de los problemas que afecta hoy al ganado ovino.
"Aquí era muy difícil conseguir un carnero entre seis y ocho
meses con 30 kilogramos de peso, porque andaban por los potreros
llenos de parásitos, feos, sin una adecuada alimentación", explica
Camilo Echemendía Yánez, quien, como jefe de producción de la
entidad agropecuaria, ha seguido paso a paso la experiencia.
"Ahora, en cambio, en apenas cuatro meses alcanzan el peso óptimo
de venta establecido, que oscila entre 30 y 33 kilogramos. Ya el año
pasado vendimos cerca de 100 animales, entre estos los mejores
sementales y alrededor de 50 hembras, a otras unidades para
multiplicar la especie."
El objetivo, a todas luces, está logrado. Con pocos recursos, en
un ambiente sano y confortable, los trabajadores de la UEB La Luz
ratifican que la raza Rojo Cerezo llegó a la zona para quedarse como
símbolo de los nuevos tiempos que corren, en que eficiencia,
conversión y calidad racial dejan de ser meros conceptos teóricos.
Queda, pues, que la experiencia gane nuevos adeptos entre los
criadores de ganado menor del país.